(Elpidio Lamela)
Todos
sus poemas empiezan con
gerundios
¿Hay algún motivo?
-No,
tampoco lo habría para no
hacerlo.
-Claro,
hay tantos motivos para
hacer
algo como para no hacerlo,
por
lo común.
-Sí,
es lo que confiere sentido a la
palabra
libertad, si tuviera alguno.
-Bueno,
parece tener varios…
-Muchos,
demasiados, y todos
sospechosos,
para ser preciso.
-Es
cierto, pero creo advertir en esa
continuidad
reflejada en los gerundios
como
punto de partida, algo deliberado,
una
elección.
-Mis
elecciones suelen ser deliberadas,
como
todas, lo que no significa mucho
en
cuanto al ejercicio de la libertad. La
mayor
parte de lo que creemos elegir
libremente,
está condicionado por factores
externos,
cuando no determinado.
-¿Incluso
en la escritura poética?
-Entiendo
que sí, por algo elegimos una
palabra
entre otras que pueden cumplir
la
misma función.
-Entonces,
ha de haber algo distintivo en el
gerundio,
que lo lleve a volver siempre a él
para
empezar.
-Para
empezar, no es mucho lo que se puede
hacer
por fuera de la repetición, no podemos
evitarlo,
ni queremos: Estamos cómodos en
esa
función, y la conocemos bien.
-Sí,
pero eso sólo explica una parte, la repetición,
pero
no la elección del gerundio.
-El
gerundio es el más verdadero de los modos
verbales:
siempre es presente, una acción que se
está
ejecutando, cometiendo ahora. No necesita
futuro
ni pasado: es aquí y ahora, a diferencia del
infinitivo,
que yace inmóvil, estático e idéntico,
sin
alterarse ni alterar nada, como la muerte.
Recuerde
aquellas viejas películas, donde humanos
civilizados
interactuaban con nativos, que hablaban
en
infinitivo. Se quedaron ahí, no pudieron superar
ese
modo y eso selló su futuro: Hoy, casi no queda
ninguno.