lunes, 30 de julio de 2012

Las voces de Vicente Narioh


Vicente Narioh,   una aproximación posible  /  por Pascual Rambler*


Vicente Narioh: librepensador disidente, poeta autónomo, autodidacta a ultranza  (no creía en la educación institucional, ni en las instituciones, inclusive en la educación  no creía -lo poco que vale la pena aprender no puede enseñarse, predicaba-), ensayista recurrente y crítico pseudocientífico, capaz de incursionar también en el campo de la epistemología, la gnoseología, la filosofía, la alquimia y alrededores (era capaz de incursionar en cualquier cosa).
Se sabe que no era ajeno al ejercicio de la duda; antes bien, la consideraba la más clara, la más alta expresión de la conciencia, a la que no vacilaba en calificar (no sin alguna reserva, cabe consignar -siempre se reservaba para sí el beneficio de la duda-) como la única manifestación propiamente humana : Sin conciencia no hay nada, pareciera ser el mensaje profundo y encubierto que subyace en la superificie circular y singular de sus “escritos dudosos” y que expresará sin medias tintas más tarde, en su  "Manifiesto provisional".
Su meta, como sujeto consciente, era ir siempre más allá, trasponiendo los límites establecidos por el poder, por el pensamiento oficial, por la realidad aparente, e incluso por su propia conciencia.
Descreía tanto de la escritura automática cuanto de toda producción susceptible de automatización. La automatización viene dada por la mecanzación, la sistematización, y ésta, por la serialización, la necesidad de producir en serie: la opción por la cantidad sobre la calidad. Este pensamiento lo llevaba a combatir sistemáticamente todos los sistemas de producción.
Toda su obra se instala en los límites difusos entre la filosofía y la poesía, entre la hermenéutica y la heurística, entre la crítica y el análisis epistemológico, entre la Ciencia Divina y el Arte de la Puntuación.
Pero la naturaleza de su pensamiento binario, ó mejor, la naturaleza binaria de su pensamiento, le impedía arribar a conclusiones ó resoluciones certeras y definitivas, tanto en su discurso poético como en el filosófico así como en cualquier otra dirección que tomara su pensamiento.
Nada es del todo definitivo”, pareciera ser, a modo de conclusión siempre inacabada,
la idea y el sentido que viene a transmitir su obra, poética ó en prosa, a través de formas y expresiones diversas, y con distinta fortuna, pero siempre manteniendo una unidad (con el particular concepto suyo de unidad: coexistencia de opuestos / tensión no resuelta / bipolaridad, etc.)
Toda definición es provisoria, afirma en uno de esos textos tan difíciles de definir como de clasificar que oscilan entre la prosa poética, el ensayo filosófico, el panfleto epistémico ó la mera disquisición teórica sobre cuestiones inverosímiles, de escaso ó nulo interés para el público bienpensante, como así también para el grueso de los consumidores, tan poco dados al esfuerzo intelectual como a la lectura.
Sin duda, toda su obra denota la importancia cardinal que le atribuía al acto de dudar. La duda como hecho productivo, como acto “trascendente” y como condición necesaria y natural del pensamiento.
La duda ocupa un lugar excluyente entre los temas de su -dudosa- inspiración, lo que no deja de reflejarse en los títulos de algunos de sus textos más representativos: “La duda dada”, “Dar ó dudar”, “Dudar ó dar”, “Dados a dudar”, “Consistencia dudosa”, etc.
El compromiso inquebrantable con la duda hacía que no dudara en reconocerse como “autor comprometido”, como también daba lugar a un efecto (¿secundario?): las versiones.
Las dudas que surgían de la propia escritura a medida que avanzaba en la confección de sus textos -y en su mismo proceso de elaboración-, tanto como en sus resoluciones necesarias, lo llevaban a la diversificación de la producción; esto es, la contínua creación de versiones alternativas, sistema que proponía un reconocido poeta decimonónico y teórico de ultramar, y que le permitía no clausurar la duda como propuesta estética, ética y como efecto y causa del hecho poético en sí, y de su propia identificación como sujeto que crea, desde la duda como condición del conocimiento, y a partir de reconocerse a sí mismo como producto de otras dudas, de cuya tensión sin solución surge la voluntad superadora, con toda su fuerza expansiva y su incontenible carga de intensidad indefinida ó peor, de intensa indefinición.., contraventora, indisciplinable, insubordinable, contradictoria como la propia historia del animal humano.
Voluntad necesaria: Vicente Narioh abre fuego sobre los sentidos dados, sobre el orden establecido, las verdades absolutas y el pensamiento único, totalizador e internalizado.
Vicente Narioh abre el juego de las almas libres, con su pensamiento binario, cargado de emisiones contaminantes … “Se escribe para contaminar el mundo” escribe V.N. sin dejar de contaminarnos y agrega : “La literatura es pura contaminación”
(Pero la contaminación es natural a todo acto productivo, un hecho inevitable, ineluctable, tan arbitrario como la vida).

La vida, como la ciencia, la conciencia ó el hecho poético, no pueden definirse, no pueden circunscribirse -someterse- a una única definición precisa. (No hay definición definitiva, sostiene Vicente Narioh de un modo taxativo y provisorio: “Toda definición es provisoria”)
Contaminar y ser contaminado: He ahí la relación dialéctica en que se inscribe toda posibilidad humana. Y el lenguaje como producto de la práctica activa de la contaminación humana, no puede producir sino contaminación, no como subproducto ó efecto derivado: sino como condición necesaria, esencial. “El hombre contamina por necesidad; crea contaminación y la necesita. ¿Por qué si no esa tendencia contínua a abandonar el campo para hacinarse en las densidades de la contaminación urbana? ¿Por qué la necesidad de concentración y por qué la insistencia en la promoción de los beneficios de la concentración en todos los sentidos y a pesar de haber superado largamente todos los niveles deseables?

La ciencia podrá tener otras explicaciones cuya verosimilitud habría que verificar, pero Vicente Narioh prefiere mantener una distancia saludable de los postulados “científicos”.
Se permite dudar, así como duda de las religiones humanas, de todas aquellas “ciencias”
que son tributarias del lenguaje. Sólo reconoce como tales a la ciencias duras y a las ciencias ocultas.
El resto es literatura, pura contaminación”, profundiza V.N. Sin pretender incurrir en la definición, y sin dejar de asumir y asumirse como sujeto contaminante.
Contaminar es una forma de ser / Contamino, luego soy / Toda emisión humana contamina / Toda contaminación es señal de presencia humana / etc. etc.”
El excremento humano no sirve como abono; está contaminado, cualquiera sea la dieta del sujeto emisor”
Pero hay formas, hay niveles, niveles aceptados, hay que aceptar (para poder ser aceptado y seguir contaminando libremente).”
Hay contaminación consciente e inconsciente: La primera sólo es atributo de naturalezas superiores.”
Mi discurso no es necesario ni útil, ni produce utilidades. Sólo tiene como fin contribuir a la contaminación general”.
Declara el autor, dejando establecida su posición y volviendo a tomar distancias de todos aquellos que se sirven del lenguaje y sus ambigüedades para esconder sus bajos propósitos y fines impuros, tanto en política como en literatura -y eso, en la visión binaria de Narioh,  incluye a la filosofía-.
Y aquí habría que detenerse :
¿La literatura es pura contaminación?
-Sí, eso es lo que postula el autor. Aunque va más lejos aún -y lo hace desde su sistema binario-: ¿Pura contaminación ó contaminación pura?
No, no es lo mismo; la inversión de la relación adjetivo-sustantivo produce distintos resultados, incluso opuestos. Así, en el primer caso (pura contaminación), se obtiene una significación negativa, una conjunción insalubre e indefendible; algo de lo que convendría tomar distancia. En cambio, hablar de contaminación pura es bien distinto: la contaminación puede ser mala, nociva, etc..., sin duda es algo negativo para quienes insisten en la búsqueda de pureza. Pero al ser pura algo se altera; la contaminación ha dejado de ser una amenaza, ahora deviene en algo inocuo, y acaso más, en algo puro, una forma de pureza al fin...
O sea: el sustantivo 'contaminación' contaminado por el adjetivo 'puro'. Lógica pura, ó crítica de la razón sintáctica; he aquí una de las múltiples direcciones que asume el pensamiento teórico de este poeta contaminante: desnudar la insensatez del sistema del lenguaje y sus contradicciones internas.
Por esos caminos y sus respectivas bifurcaciones se desliza su pensamiento, sin dejar de evolucionar con una velocidad que suele incomodar a más de un interlocutor.
Y por esos caminos nos sorprende sorprendiéndose a sí mismo en pleno ejercicio de sus propiedades contaminantes al verse reflejado en esa relación especular, -relación dialéctica por antonomasia- que lo emite como objeto (y lo borra como sujeto) de su propia contaminación, cuando asevera:
Sólo en la buena literatura hay contaminación pura”.
Para aquellos que necesiten más razones, argumentos, explicaciones, demostraciones
y contaminaciones, V.N. desarrolla:
En casi todos los casos, la contaminación ejercida bajo la forma de objetos o productos literarios, es un efecto secundario. Se escribe para vender, para complacer, para convencer, ó para satisfacer una necesidad -aunque más no sea una necesidad de reconocimiento-, así como para dar algún destino a un excedente de energía sin encauzar, etc. (No hay voluntad contaminante, aunuque se trate de voluntades contaminadas y de productos en apariencia inocuos, de baja contaminación ó contaminación sustentable)

No hay tal cosa en la buena literatura: se escribe por escribir; no hay un fin anterior ó posterior ni ningún otro propósito encubierto. El placer de la pura inutilidad, el puro vicio, la contaminación de la vida útil.
Esta clase de textos, aunque pasen desapercibidos ó no sean apreciados en su justa medida, siempre gozan de buena salud y mantienen su poder contaminante.
Siguen y seguirán contaminando el mundo.
Salud!
 



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