(Ricardo Mansoler)
La ocasión puede
esperar,
el poema no
-dice el poema
ocasional-
La materia común a todos los
poemas es el tiempo,
poemas es el tiempo,
todos lo contienen.
Hacer un poema bueno
lleva un tiempo,
como hacer uno malo.
Hacer un poema
dudoso, puede
llevar más tiempo
que despejar
la duda:
-entre el tiempo y
el poema, puede
que sólo la duda
sobreviva-
La ocasión puede
esperar
o hacerse esperar
¿Qué hacer?
¿Abrir un compás
de espera
o no hacer nada que
no pueda
deshacerse?
La duda es signo
vital para el poema
como para el sujeto
que vacila
entre dos poemas:
el aspirable
y el posible.
Todo lo aspirable es
también posible,
dice el poema. Pero
hacer un poema
lleva tiempo.
Hacer poemas, hacer
tiempo,
son opciones válidas
y también posibles
para cualquier
sujeto hablante, deseante,
vacilante.
El poema es
resistencia al tiempo,
escribió un poeta
hace tiempo:
El deseo de ofrecer
resistencia
es algo natural en
criaturas signadas
por la condición
efímera, como
el poeta ocasional.
La ocasión no hace
al poeta,
tampoco al ladrón,
si no hay vocación.
La vocación puede
esperar,
e incluso no
desarrollarse nunca,
pero el poema no
tiene qué esperar:
sólo ofrece
resistencia, sin ninguna
esperanza.