sábado, 9 de septiembre de 2017

La ocasión

(Ricardo Mansoler)




La ocasión puede esperar,
el poema no
-dice el poema ocasional-

La materia común a todos los
poemas es el tiempo,
todos lo contienen.

Hacer un poema bueno
lleva un tiempo,
como hacer uno malo.

Hacer un poema dudoso, puede
llevar más tiempo que despejar
la duda:

-entre el tiempo y el poema, puede
que sólo la duda sobreviva-

La ocasión puede esperar
o hacerse esperar

¿Qué hacer?
¿Abrir un compás de espera
o no hacer nada que no pueda
deshacerse?

La duda es signo vital para el poema
como para el sujeto que vacila
entre dos poemas: el aspirable
y el posible.

Todo lo aspirable es también posible,
dice el poema. Pero hacer un poema
lleva tiempo.

Hacer poemas, hacer tiempo,
son opciones válidas y también posibles
para cualquier sujeto hablante, deseante,
vacilante.

El poema es resistencia al tiempo,
escribió un poeta hace tiempo:

El deseo de ofrecer resistencia
es algo natural en criaturas signadas
por la condición efímera, como
el poeta ocasional.

La ocasión no hace al poeta,
tampoco al ladrón,
si no hay vocación.


La vocación puede esperar,
e incluso no desarrollarse nunca,
pero el poema no tiene qué esperar:
sólo ofrece resistencia, sin ninguna
esperanza.


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