(Horacio Ruminal)
Súbitos óbices
relucen sucesivos
desde el ábside a
la mácula
del penitente
anónimo,
desde el aura del
párvulo
hasta el muérdago
que roza
la férula del
prójimo
Súbitos óbices
relucen sucesivos
desde el púlpito al
hinóspito tentáculo,
del digitígrado al
gasterópodo arrastrándose
a imagen semejanza,
según la voluntad
del unigénito
Súbitos óbices
relucen salubérrimos
en el epífito, en
la ergástula,
en el epígrafe
apócrifo
y en la égloga que
brota
de la pluma del
polígrafo.