domingo, 28 de junio de 2020

El ciclo de la carne


(Tomás Mercante)




ser es hacer, 
hacer es un verbo irregular
como ser, pero si se es consecuente
hay que encarar y  encarnar el verbo
hacer en otras carnes.
 
Hacer nacer, 
cenar y cercenar 
 
 
cenar carne

carne
no se hace, se nace:
nacer carne,
encarnar,
hacer carne esta noción
hasta completar un volumen

Hacer más carne (la producción de carne
no se detiene: la carne está muriendo todo el tiempo,
las células muertas son reemplazadas por otras,
nunca iguales, la calidad decrece, la carne
envejece en condiciones naturales)

Hacer carne es trabajoso pero necesario,
aunque no todo es carne en la vida de la carne.
Mientras se hace carne, hay que atender otras
necesidades de la carne. La carne pide:

Un cuerpo de carne, necesita una respuesta
acorde a lo que pide,
un cuerpo siempre pide
otros cuerpos:

necesita incorporar y emitir
necesita entablar relación carnal
con otras carnes

El ciclo de la carne
conoce necesidades y deseos:
todo lo deseable y necesitable yace
en otros cuerpos

¿Cómo obtener un cuerpo?

Los cuerpos se obtienen por medio del trabajo,
el comercio y el esfuerzo personal.

Entre los trabajos disponibles
gracias a la división
del trabajo, está el de carnicero, un ser superior:
es el que más sabe de carnes.

Carnicero no se nace, hay que capacitarse
para poder discernir y distinguir los distintos
tipos y cortes de carne, sus prestaciones
y presentaciones.

Carnicero, no es el grado cero de la carne.
Tampoco resero lo es, aunque ambos contengan
y compartan el cero como sufijo, y un vínculo
entrañable con el comercio carnal.

El carnicero sabe que la carne es triste, débil,
perecedera y sabrosa, y que no a todos nos apetece
la misma clase de carne. Además, el público se
renueva (como la carne) y surgen nuevas demandas
y oportunidades para los mercados y los carniceros.

Sabe el carnicero, que siempre habrá un descarte,
carne sin vender que habrá que desechar,
pero siempre hay algún necesitado
que pueda aprovechar ese cociente residual,
esos cortes que nadie quiso.

Todo mejora con la cocción:  se puede hacer un guiso
con los restos, y obtener algo deseable de los restos
del deseo del otro.
 
No, no todo lo que se cuece es carne,
se cuecen habas,
aunque Pitágoras las proscribía
tanto como la carne.
 
Se puede prescindir, tanto de la carne
como de sus subproductos  
-éste poema de carne-
 
pero no de nuestra condición carnal,
efímera y fungible.

Todos somos comestibles.
 
 


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