(Tomás Mercante)
ser es hacer,
hacer es un verbo irregular
como ser, pero si se es consecuente
hay que encarar y encarnar el verbo
hacer en otras carnes.
Hacer nacer,
cenar y cercenar
cenar carne
carne
no se hace, se nace:
carne
no se hace, se nace:
nacer carne,
encarnar,
hacer carne esta noción
encarnar,
hacer carne esta noción
hasta completar un
volumen
Hacer más carne
(la producción de carne
no se detiene: la
carne está muriendo todo el tiempo,
las células muertas
son reemplazadas por otras,
nunca iguales, la
calidad decrece, la carne
envejece en
condiciones naturales)
Hacer carne es
trabajoso pero necesario,
aunque no todo es
carne en la vida de la carne.
Mientras se hace
carne, hay que atender otras
necesidades de la
carne. La carne pide:
Un cuerpo de carne, necesita una respuesta
acorde a lo que pide,
acorde a lo que pide,
un cuerpo siempre pide
otros cuerpos:
necesita incorporar y emitir
otros cuerpos:
necesita incorporar y emitir
necesita entablar
relación carnal
con otras carnes
con otras carnes
El ciclo de la carne
conoce necesidades y
deseos:
todo lo deseable y
necesitable yace
en otros cuerpos
¿Cómo obtener un
cuerpo?
Los cuerpos se
obtienen por medio del trabajo,
el comercio y el esfuerzo personal.
Entre los trabajos
disponibles
gracias a la división
del trabajo, está
el de carnicero, un ser superior:
es el que más
sabe de carnes.
Carnicero no se
nace, hay que capacitarse
para poder discernir
y distinguir los distintos
tipos y cortes de
carne, sus prestaciones
y presentaciones.
Carnicero, no es el
grado cero de la carne.
Tampoco resero lo
es, aunque ambos contengan
y compartan el cero
como sufijo, y un vínculo
entrañable con el comercio carnal.
entrañable con el comercio carnal.
El carnicero sabe
que la carne es triste, débil,
perecedera y
sabrosa, y que no a todos nos apetece
la misma clase de
carne. Además, el público se
renueva (como
la carne) y surgen nuevas demandas
y
oportunidades para los mercados y los carniceros.
Sabe
el carnicero, que siempre habrá un descarte,
carne
sin vender que habrá que desechar,
pero
siempre hay algún necesitado
que
pueda aprovechar ese cociente residual,
esos cortes que nadie quiso.
Todo
mejora con la cocción: se puede hacer un guiso
con los restos, y obtener algo deseable de los restos
del deseo del otro.
No, no todo lo que se cuece es carne,
se cuecen habas,
aunque Pitágoras las proscribía
tanto como la carne.
Se puede prescindir, tanto de la carne
como de sus subproductos
-éste poema de carne-
pero no de nuestra condición carnal,
efímera y fungible.
Todos somos comestibles.