lunes, 16 de septiembre de 2013

No a la unidad


(Vicente Narioh, en "Textos parasitarios")




Es difícil hablar desde un pensamiento propio.
Es difícil hablar de un pensamiento propio, autónomo,
sin relación ni dependencia con otros pensamientos
existentes.
Es difícil sostener la existencia de un pensamiento
soberano, autónomo, que no abreve en otros ni
se reconozca tributario de alguna vertiente de los
pensamientos circulantes en una época y un lugar
determinados.

Es difícil hablar de unidad, en una comunidad
surcada por distintos pensamientos que buscan
imponerse.

Las comunidades sostienen su existencia
en la noción de unidad, una expresión imprecisa
(la unidad de las nociones es tan arbitraria como
sospechosa)

No es posible la voluntad de unidad entre individuos
con intereses distintos, capacidades diferentes,
aspiraciones disímiles -a menudo encontradas- y que
se relacionan entre sí a través de la competencia.

La cantidad, el número, hace a la diversidad así como
opone y reproduce diferencias.

Siempre es difícil mantener la unidad -aún en la
irreductible soledad del individuo-, tanto como mantener
diferencias: Hay un costo.

Algunos prefieren ocultar sus diferencias, ó limarlas ó
lisamente suprimirlas...
Otros las exhiben con orgullo, las esgrimen como armas
ó las enarbolan como estandarte.

Se puede discrepar:
Hay diferencias en cuanto a si la diferenciación debe ser
motivo de orgullo ó no; hay opiniones dividas.
Yo difiero: que cada cual ponga su orgullo donde quiera
ó donde pueda; me es indiferente -mantengo diferencias
internas-

No confío en la unidad, así como descreo de los movimientos
uniformes.
La pretensión de unidad suele conducir al equívoco y su búsqueda
encubrir contradicciones.
No me siento atraído por las fórmulas que expresan el deseo ó
la necesidad de unir, unificar ó uniformar, ni por los discursos
políticos que insisten, para parecer correctos, en recurrentes
convocatorias a la unidad.
No creo en la vocación de unidad ni en la vocación de servicio.
No creo en la vocación: no creo en la unidad.
La idea de unidad presupone renunciar a las diferencias
en pos de la cohesión y en virtud de lo homogéneo.

La unidad, sabemos, en cualquiera de sus formas, es
siempre un estado provisorio y una expresión aparente.

La unidad, como manifestación ó aspiración social, abreva
en el concepto de igualdad, y la igualdad no es más que
una forma de sometimiento a la repetición, quizá la peor.

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