(Vicente Narioh, en "Textos parasitarios")
Es difícil hablar desde un pensamiento
propio.
Es difícil hablar de un pensamiento
propio, autónomo,
sin relación ni dependencia con otros
pensamientos
existentes.
Es difícil sostener la existencia de
un pensamiento
soberano, autónomo, que no abreve
en otros ni
se reconozca tributario de alguna
vertiente de los
pensamientos circulantes en una época
y un lugar
determinados.
Es difícil hablar de unidad, en una
comunidad
surcada por distintos pensamientos que
buscan
imponerse.
Las comunidades sostienen su existencia
en la noción de unidad, una expresión
imprecisa
(la unidad de las nociones es tan
arbitraria como
sospechosa)
No es posible la voluntad de unidad
entre individuos
con intereses distintos, capacidades
diferentes,
aspiraciones disímiles -a menudo
encontradas- y que
se relacionan entre sí a través de la
competencia.
La cantidad, el número, hace a la
diversidad así como
opone y reproduce diferencias.
Siempre es difícil mantener la unidad
-aún en la
irreductible soledad del individuo-,
tanto como mantener
diferencias: Hay un costo.
Algunos prefieren ocultar sus
diferencias, ó limarlas ó
lisamente suprimirlas...
Otros las exhiben con orgullo, las
esgrimen como armas
ó las enarbolan como estandarte.
Se puede discrepar:
Hay diferencias en cuanto a si la
diferenciación debe ser
motivo de orgullo ó no; hay opiniones
dividas.
Yo difiero: que cada cual ponga su
orgullo donde quiera
ó donde pueda; me es indiferente
-mantengo diferencias
internas-
No confío en la unidad, así como
descreo de los movimientos
uniformes.
La pretensión de unidad suele conducir
al equívoco y su búsqueda
encubrir contradicciones.
No me siento atraído por las fórmulas
que expresan el deseo ó
la necesidad de unir, unificar ó
uniformar, ni por los discursos
políticos que insisten, para parecer
correctos, en recurrentes
convocatorias a la unidad.
No creo en la vocación de unidad ni en
la vocación de servicio.
No creo en la vocación: no creo en la
unidad.
La idea de unidad presupone renunciar a
las diferencias
en pos de la cohesión y en virtud de
lo homogéneo.
La unidad, sabemos, en cualquiera de
sus formas, es
siempre un estado provisorio y una
expresión aparente.
La unidad, como manifestación ó
aspiración social, abreva
en el concepto de igualdad, y la
igualdad no es más que
una forma de sometimiento a la
repetición, quizá la peor.
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