domingo, 30 de abril de 2017

Dar

(Senecio Loserman)



Dar órdenes,
todos podemos dar,
recibir, ejecutar, transmitir.

Dar órdenes
es una forma de dar,
como dar lástima o dar asco
(conozco muchos dadores
con famas bien obtenidas:
Hay distintas formas de obtener,
pero dados a obtener, es poco
lo que puede obtenerse sin dar
algo a cambio)

Hay que darse al amor,
amar es dar
dar para recibir:
Un negocio.

En el orden de los negocios
todos somos deudores y acreedores,
dadores y receptores.
La vida es intercambio: aspiramos
a una combustión sustentable, la vida
se sostiene en el principio metabólico,
que es innegociable (pero es sólo un
negocio: el fin de todo negocio es
obtener provecho)

Hay que darse al amor: el amor
ordena, los amantes del orden
viven más, y sufren menos
sobresaltos.

El orden mejora la vida
y pacifica los espíritus desordenados.

Hay un orden natural
y hay órdenes creados.

Hay necesidad de observar:
Hay necesidades naturales y artificiales,
que son parte del orden natural,
al que pertenecemos.

Hay que observar: todos somos parte
de algún orden, cuyas condiciones
aceptamos: hay que aceptar para
pertenecer (hay que pertenecer)

Hay que darse al amor,
hay que darse
hay que dar:
amar es dar.

Hay que dar para recibir
(me dijo un dador en un momento dado)

Hay que dar: con o sin motivo,
en lo posible, a cambio de un recibo.



sábado, 29 de abril de 2017

El problema de la verdad

(José Luis Greco)



La verdad es un problema.
El problema de la verdad
es que nunca está dicha la última
palabra. Hay muchas palabras:
Casi todas reúnen las condiciones
para ser últimas. Depende del discurso.

Un discurso verdadero, siempre llega
a feliz término. Hay distintas formas
de verificar la veracidad.
Nunca se termina de aprender, es un
ejemplo: Las verdades suelen poner
límites a nuestras aspiraciones,
contienen resoluciones deceptivas
por lo que muchos no quieren saber
nada con las verdades.  En verdad,
los amantes de la verdad están
condenados a una soledad sin término,
pero el amor es ciego  (las metáforas
pueden contener verdades, aunque la
verdadera metáfora es ajena a este
concepto)

El verdadero problema son los emisores,
en especial los públicos: se deben, piensan
y piensan en el Otro (y para no decepcionar
dicen lo que el Otro quiere oir, un recurso
aceptado e incorporado no sólo a los discursos
oficiales)

Podemos ser más felices: Una verdad parcial,
que la realidad se encarga pronto de refutar y
desmontar. Pero es tarde: El receptor ya
compró.

La misma carga de verdad hubiera habido
en la opuesta: Podemos ser menos felices.

El problema de la felicidad: Un término ambiguo.
Ya lo advirtió Freud: La felicidad no tiene que ver
con la verdadera existencia del ser humano.

¿Quién es feliz? ¿Se puede ser feliz todo el tiempo?
¿Quién puede ser feliz en este mundo enfermo,
gobernado por intereses viles y abyectos y dominado
por discursos engañosos?

La verdad no complace a casi nadie, no suele ser
complaciente. El problema no es la verdad, sino
la avidez de los consumidores de verdades, y la
incapacidad de discernir ante aquellos
que se atribuyen la representación de la verdad.

La verdad, siempre se puede estar peor.
Siempre se puede volver a errar, el pueblo
se equivoca y repite el error: No reconoce,
o lo hace demasiado tarde.

Siempre supe que estaba equivocado,
pero sólo se aprende del pasado.


domingo, 16 de abril de 2017

¿nuevas vocaciones?

(Horacio Ruminal)



En torno a la vocación,
no es posible determinar con precisión
la cronología de su desarrollo histórico,
ni establecer en forma fehaciente
cuál fue la primera  (Conocemos el oficio
más antiguo del mundo, pero desconocemos
si obedecía a una vocación)

Se puede afirmar que toda vocación
conocida al presente, procede de las dos
primigenias o vocaciones madre:

La aptitud de mando y la vocación de
servicio.

(No se sabe cuál ocupa el primer lugar,
pero la segunda parece gozar de mayor
popularidad, aunque hay quien sostiene que
son complementarias o bien, que son una y
la misma cosa: es común que un individuo
ejerza el mando o autoridad sobre otros, al
servicio de un tercero)

De estas dos ramas originarias se derivan
una serie de vocaciones subalternas, que a
través del tiempo y la división permanente
evolucionaron hasta hoy, en que los límites
se han tornado difusos y casi toda actividad
humana registrable merece ser adjudicada a
alguna vocación ( Encontramos toda suerte
de manifestaciones vocacionales, al punto que
pareciera haber más vocaciones que aptitudes o
inclinaciones; ya no se trata de una disposición
innata o una condición genética: hoy cualquiera
puede encontrar una vocación en cualquier parte
y en cualquier momento: la división del trabajo
y la sobreoferta de estímulos a la diversificación
del deseo -y sus opciones sublimatorias- dieron
lugar a un crecimiento exponencial del campo
vocacional )

Como consecuencia, casi nadie está
seguro de su verdadera vocación, y muchos
ponemos en duda la existencia real de algo
asemejable a una vocación verdadera.

Mientras tanto, no dejan de aparecer nuevas opciones
cada vez más dudosas y opinables, a menudo inaceptables
no sólo para la lógica de un pensamiento bien tramitado, sino
incluso desafiando la capacidad de aceptación del contribuyente
medio -que no es poca-

Así, oímos como con toda naturalidad e impunidad se
habla de “vocación de cambio”, algo tan absurdo como
paradojal: Pensar en un supuesto sujeto que pretenda
obedecer a esa presunta vocación, es arribar a la perfecta
contradicción: alguien que no puede desarrollar ninguna
actividad, porque siempre tenderá hacia otra; la necesidad
de cambio contínuo conduce a la negación de la acción,
esto es, el reposo absoluto, es decir: la muerte.

En conclusión, una vocación tal vez practicable, pero no
sustentable (En todo caso, si admitimos su existencia, no
sería una vocación para vanagloriarse ni que mereciera ser
promocionada)

Cambiemos: Uno puede cambiar de vocación
tantas veces como sea necesario, pero eso no
significa vocación de cambio.

Hay que ser cauteloso con los reduccionismos:
la vida no se reduce a una vocación. Hay tanta gente
que pasa por la vida sin encontrar la suya…

Es justo y aceptable que cada uno pueda desarrollar
distintas aptitudes y vocaciones a lo largo
de su vida, con cualquier resultado.

Pero vocaciones eran las de antes,
aunque casi nadie quiera volver al pasado:
hay poca vocación.



martes, 11 de abril de 2017

Ninguna golondrina

(Ricardo Mansoler)



Una golondrina no asevera:
no.

Ninguna golondrina -se puede
aseverar- asevera nada,
ni niega -se puede afirmar-

La golondrina,
ni nada ni asevera
-se puede aseverar-

Una golondrina, no necesita
aseverar ni afirmar
para ser golondrina: no sabe
que es golondrina, sólo sabe
ser golondrina.

Ninguna golondrina ningunea
ni neologiza ni conjuga:
No golondriniza ni coloniza,
no aspira a nada que exceda su
condición de golondrina.

Ninguna golondrina es lo que hace
-se puede aseverar-

Ningún significante es lo que significa.
Ninguna oración que contenga golondrina
contendrá el ser golondrina.

Una golondrina no asevera, sólo existe:
se puede identificar -identificar es humano-
clasificar y especificar: esta golondrina.

Se puede afirmar: los animales nos hacen
más humanos.

Se puede preguntar: ¿todos?
No, sólo los identificables.

Se puede repreguntar: ¿todos?
No, sólo algunas especies.

Se puede profundizar:
¿la golondrina nos hace más humanos?

Sí, porque sirve para hacer metáforas

(Las metáforas sirven para repetir,
hacer y repetir es humano, se puede
aseverar:  sólo los humanos hacemos
metáforas)

Una golondrina no asevera,
se puede aseverar,
se puede repetir (hay cosas
que pueden repetirse, como
la golondrina)

Lo que no se puede repetir
no existe.


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