domingo, 16 de abril de 2017

¿nuevas vocaciones?

(Horacio Ruminal)



En torno a la vocación,
no es posible determinar con precisión
la cronología de su desarrollo histórico,
ni establecer en forma fehaciente
cuál fue la primera  (Conocemos el oficio
más antiguo del mundo, pero desconocemos
si obedecía a una vocación)

Se puede afirmar que toda vocación
conocida al presente, procede de las dos
primigenias o vocaciones madre:

La aptitud de mando y la vocación de
servicio.

(No se sabe cuál ocupa el primer lugar,
pero la segunda parece gozar de mayor
popularidad, aunque hay quien sostiene que
son complementarias o bien, que son una y
la misma cosa: es común que un individuo
ejerza el mando o autoridad sobre otros, al
servicio de un tercero)

De estas dos ramas originarias se derivan
una serie de vocaciones subalternas, que a
través del tiempo y la división permanente
evolucionaron hasta hoy, en que los límites
se han tornado difusos y casi toda actividad
humana registrable merece ser adjudicada a
alguna vocación ( Encontramos toda suerte
de manifestaciones vocacionales, al punto que
pareciera haber más vocaciones que aptitudes o
inclinaciones; ya no se trata de una disposición
innata o una condición genética: hoy cualquiera
puede encontrar una vocación en cualquier parte
y en cualquier momento: la división del trabajo
y la sobreoferta de estímulos a la diversificación
del deseo -y sus opciones sublimatorias- dieron
lugar a un crecimiento exponencial del campo
vocacional )

Como consecuencia, casi nadie está
seguro de su verdadera vocación, y muchos
ponemos en duda la existencia real de algo
asemejable a una vocación verdadera.

Mientras tanto, no dejan de aparecer nuevas opciones
cada vez más dudosas y opinables, a menudo inaceptables
no sólo para la lógica de un pensamiento bien tramitado, sino
incluso desafiando la capacidad de aceptación del contribuyente
medio -que no es poca-

Así, oímos como con toda naturalidad e impunidad se
habla de “vocación de cambio”, algo tan absurdo como
paradojal: Pensar en un supuesto sujeto que pretenda
obedecer a esa presunta vocación, es arribar a la perfecta
contradicción: alguien que no puede desarrollar ninguna
actividad, porque siempre tenderá hacia otra; la necesidad
de cambio contínuo conduce a la negación de la acción,
esto es, el reposo absoluto, es decir: la muerte.

En conclusión, una vocación tal vez practicable, pero no
sustentable (En todo caso, si admitimos su existencia, no
sería una vocación para vanagloriarse ni que mereciera ser
promocionada)

Cambiemos: Uno puede cambiar de vocación
tantas veces como sea necesario, pero eso no
significa vocación de cambio.

Hay que ser cauteloso con los reduccionismos:
la vida no se reduce a una vocación. Hay tanta gente
que pasa por la vida sin encontrar la suya…

Es justo y aceptable que cada uno pueda desarrollar
distintas aptitudes y vocaciones a lo largo
de su vida, con cualquier resultado.

Pero vocaciones eran las de antes,
aunque casi nadie quiera volver al pasado:
hay poca vocación.



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