(Horacio Ruminal)
En torno a la
vocación,
no es posible
determinar con precisión
la cronología de su
desarrollo histórico,
ni establecer en
forma fehaciente
cuál fue la
primera (Conocemos el oficio
más antiguo del mundo, pero desconocemos
si obedecía a una vocación)
más antiguo del mundo, pero desconocemos
si obedecía a una vocación)
Se puede afirmar que
toda vocación
conocida al
presente, procede de las dos
primigenias o
vocaciones madre:
La aptitud de mando
y la vocación de
servicio.
(No se sabe cuál
ocupa el primer lugar,
pero la segunda
parece gozar de mayor
popularidad, aunque
hay quien sostiene que
son complementarias
o bien, que son una y
la misma cosa: es
común que un individuo
ejerza el mando o
autoridad sobre otros, al
servicio de un
tercero)
De estas dos ramas
originarias se derivan
una serie de
vocaciones subalternas, que a
través del tiempo y
la división permanente
evolucionaron hasta
hoy, en que los límites
se han tornado
difusos y casi toda actividad
humana registrable
merece ser adjudicada a
alguna vocación (
Encontramos toda suerte
de manifestaciones
vocacionales, al punto que
pareciera haber más
vocaciones que aptitudes o
inclinaciones; ya
no se trata de una disposición
innata o una
condición genética: hoy cualquiera
puede encontrar una
vocación en cualquier parte
y en cualquier
momento: la división del trabajo
y la sobreoferta de
estímulos a la diversificación
del deseo -y sus
opciones sublimatorias- dieron
lugar a un
crecimiento exponencial del campo
vocacional )
Como consecuencia,
casi nadie está
seguro de su
verdadera vocación, y muchos
ponemos en duda la
existencia real de algo
asemejable a una vocación verdadera.
asemejable a una vocación verdadera.
Mientras tanto, no
dejan de aparecer nuevas opciones
cada vez más
dudosas y opinables, a menudo inaceptables
no sólo para la
lógica de un pensamiento bien tramitado, sino
incluso desafiando
la capacidad de aceptación del contribuyente
medio -que no es
poca-
Así, oímos como
con toda naturalidad e impunidad se
habla de “vocación
de cambio”, algo tan absurdo como
paradojal: Pensar
en un supuesto sujeto que pretenda
obedecer a esa
presunta vocación, es arribar a la perfecta
contradicción:
alguien que no puede desarrollar ninguna
actividad, porque
siempre tenderá hacia otra; la necesidad
de cambio contínuo
conduce a la negación de la acción,
esto es, el reposo
absoluto, es decir: la muerte.
En conclusión, una
vocación tal vez practicable, pero no
sustentable (En
todo caso, si admitimos su existencia, no
sería una vocación
para vanagloriarse ni que mereciera ser
promocionada)
Cambiemos: Uno
puede cambiar de vocación
tantas veces como
sea necesario, pero eso no
significa vocación
de cambio.
Hay que ser
cauteloso con los reduccionismos:
la vida no se reduce
a una vocación. Hay tanta gente
que pasa por la vida
sin encontrar la suya…
Es justo y aceptable que cada uno pueda desarrollar
distintas aptitudes y vocaciones a lo largo
de su vida, con cualquier resultado.
Es justo y aceptable que cada uno pueda desarrollar
distintas aptitudes y vocaciones a lo largo
de su vida, con cualquier resultado.
Pero vocaciones eran
las de antes,
aunque casi nadie quiera volver al pasado:
hay poca vocación.
aunque casi nadie quiera volver al pasado:
hay poca vocación.
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