(Dudamel Rambler)
La vocación
especulativa
no prolonga la vida
útil del deseo
pero coadyuva o
concomita
a la hora de
manipular la realidad
para hacerla más
deseable, aceptable
o soportable;
desarrollar estrategias
a futuro,
apasionarse con la disipasión
o elaborar
respuestas provisorias a
contradicciones
naturales como el
conflicto con el
tiempo -estamos
hechos de tiempo,
especulaba el poeta-
Todo lo que podemos
aspirar, resuelve
en el tiempo: todos
somos libres de aspirar
a todo, o no; los
límites los fija el tiempo,
una condición
epeculativa.
Hay sociedades que
prescinden, viven sin tiempo;
hace poco descubrieron una: nadie sabe su edad,
ni la de nadie. No hay mañana, ni ayer:
siempre es ahora.
No hay vencimientos,
ni demoras, ni vida útil
que aprovechar. No
cargan con el peso de la Historia.
Su lenguaje carece
de palabras que remitan
al tiempo. No
tienen aspiraciones a futuro: no
conocen estas
nociones, no pueden trascender
el presente.
Sociedades que hasta
ahora no habían tenido
contacto con la
civilización, estaban aislados
del mundo, fuera de
la Historia, tramitando sus
vidas a un ritmo que
está fuera del tiempo.
Cuesta creer, en
estos tiempos de urgencias y conflictos,
mientras se especula
cómo enfrentar el agotamiento
de los recursos
naturales, el calentamiento global,
el aumento de la
inseguridad y la falta de inversión,
ellos permanecen
aislados, privados de la práctica
especulativa, y sin
vocación de progreso.