miércoles, 28 de febrero de 2018

Trampas

(Tomás Mercante)



Este poema puede contener escenas de
sexo explícito, excesos verbales
y términos irreproducibles. Leí y pensé:
una trampa, para atrapar al lector incauto,
una oferta que nadie sano rechazaría, un
engaño, que para verificar hay que entrar
en el juego, dejarse engañar…

No: no caeré en esta trampa.
Ningún engaño se concreta sin la complicidad
de la víctima, el engañado. Conocemos bien
este mecanismo; su éxito en la práctica
política está a la vista, y la opinión pública
renueva su vigencia. Hay un placer, pareciera,
en esa complicidad necesaria; en sentirse
engañado, en descubrir el engaño y negarse a
aceptarlo. Esperamos más ¿Hasta dónde
llegará? ¿siempre mintieron? ¿era todo un
engaño?

Al comprobarlo, el engañado piensa: No me
engañan más, no lo voto más. Pero el engaño
se ha consumado con éxito, y no habrá condena
real, ni moral, ni social y los engañados olvidarán
el engaño y a su autor, para adoptar uno nuevo
que hablará del cambio, de la nueva política, del
futuro, oportunidades, reconversiones y otros
excesos verbales. La lengua es dinámica y en
continua evolución, se renueva, siempre aparecen
nuevos términos para adoptar, y adaptarnos a la
nueva realidad -la realidad es cambiante, y
siempre genera oportunidades para emprender
nuevos engaños-

No nos engañemos:  nadie quiere volver al pasado;
la Historia contiene demasiada violencia, corrupción
y engaño. Hay que despegarse y mirar para adelante:
cada uno frente a su pantalla, ahí está todo lo que
se necesita, es cuestión de buscar y seleccionar
una opción: hay sexo explícito para todxs los gustxs.



martes, 27 de febrero de 2018

El poema y el Otro

(Ricardo Mansoler)



El poema de uno empieza
donde termina el poema
del otro.

Es más fácil hacer poemas de otros
que hacer uno de uno, por eso hay
más de aquellos (yo tengo muchos
poemas de otros)

El poema de uno, hay que buscarlo
con paciencia, entre los otros:
A veces no aparece nunca, o bien,
solemos creer que es uno, pero era
otro. No es fácil identificarlo:
No siempre uno se reconoce en lo
propio, y el poema de uno logra
pasar desapercibido para algunos,
hasta que viene otro y lo advierte:
Sólo entonces uno reconoce, y puede
reconocerse en el poema, o no.

No es tarea fácil para nadie
reconocerse a sí, dando por seguro
que es ese y no otro, su poema:
A veces no es ninguno, no hay certeza,
y nos inclinamos a creer que siempre
es otro el verdadero, el genuino, el que
hace la diferencia (hay que diferenciar
entre lo propio y lo adquirido)

El poema de uno, empieza donde
termina el poema del otro.

Puede no terminar de aparecer, no
llegar a buen término y también
no aparecer, pero cuando lo hace
está siempre rodeado de otros.
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