(Por Pascual Rambler)
El ocio es mal compañero, dicen.
Sin embargo, según opiniones
autorizadas,
una dosis de ocio es saludable, en el
desarrollo de toda vida útil: Hay que
hacerle un espacio al ocio, aunque a
veces
resulte trabajoso.
Quien es capaz de organizar su vida en
un
sentido productivo, ha de ejercer pleno
control de su propia capacidad ociosa.
Pero el ocio tiene mala prensa:
“No estés sólo ni ocioso”, reza
un proverbio
conocido. Desde hace siglos, se viene
insistiendo en la necesidad de combatir
el
ocio (de esta prédica negativa
nacieron los
negocios y algo peor: los hombres de
negocios)
Distinto es el aburrimiento, que a
diferencia
del ocio, es un estado circunstancial,
involuntario
y pasajero:
Nadie en su sano juicio, desearía
aburrirse,
aunque sí puede querer estar ocioso...
Algunos recurren a la lectura para
combatir
el aburrimiento (Borges aconsejaba
abandonar
aquellas lecturas que no producen
placer, y por
lo tanto nos aburren)
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