viernes, 25 de abril de 2014

Selección natural

(Por Vicente Narioh)



El animal humano, una especie dudosa (duda hasta de su
condición animal)
 
Ya desde antes de tener memoria tuvo dudas: entre buenos
y malos instintos, dudó, y desarrolló los peores.

Una especie inacabada, con defectos de terminación, en que
la Naturaleza no pudo sino imprimir marcas débiles en su
constitución genética, necesidades difusas y dudosas e
instinto vacilante: Nunca supo qué comer, cual era el alimento
adecuado a su naturaleza excesiva, ante lo cual y desoyendo las
voces más sensatas, optó por apropiarse de todo proclamándose
omnívora, con la complicidad de divinidades sanguinarias que
ella misma creara para justificar su conducta vil y miserable
hacia los otros animales. Supuestos dioses creados a imagen
semejanza le habrían transmitido su voluntad: mata y come,
todo cuanto vive en este mundo es para tu alimento... Mata y
come, destruye e incorpora, destroza, desgarra, despelleja y
desangra cuanto te plazca...

El hombre, el animal humano, entendió que toda forma de
vida -mientras sea apta para consumo humano- está destinada
a servir a su metabolismo.

(Un metabolismo oscuro e impiadoso, que sólo pudo desarrollarse
a expensas de otros metabolismos, lo fue degradando hasta el estado
de abyección actual)


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