(Onésimo Evans)
Sin memoria no hay
justicia, dicen,
aunque hay vida:
sabemos por experiencia
que la justicia no
está entre las condiciones
necesarias para la
producción y reproducción
de vida, pero todos los seres vivos, hasta los
organismos más insignificantes,
de vida, pero todos los seres vivos, hasta los
organismos más insignificantes,
dependemos en gran
medida de la memoria.
Hay una memoria
social y una individual: Sin
memoria no hay
sujeto, y sólo somos sociales
gracias a la
memoria.
La propiedad de una
memoria desarrollada es
lo que nos permite
superarnos, como especie y
como sociedad: es
la condición de nuestro
sesgo evolutivo. La
noción misma de propiedad,
que es la base de
nuestra organización social,
no sería posible
sin este atributo.
La memoria tiene su
metabolismo: Una buena
parte de la materia
incorporada es desechable,
es necesario
deshacerse: esta función vital
sostiene todo lo que
es: Somos memoria -y
somos metabolismo-
Todo lo que
necesitaba leer ya lo leí: sólo una
parte ínfima ha
quedado en la memoria.
Escribo: Acaso
estaba todo dicho, todo escrito
cuando empezamos a
escribir... Pero se necesita
dar y recibir.
La memoria se
pierde, la necesidad no:
Apenas podemos
confiar en nuestros hábitos
de consumo, pero hay
que estar alerta:
Estamos rodeados de
necesidad ajena, es
preciso mantener un
estado competitivo, no
bajar las armas,
sabemos que todo prójimo
es un semejante y
también un enemigo: es
bien probable que
quiera lo que queremos
-y aún lo que
tenemos- Debemos defender
la posición y la
mejor defensa es un buen
ataque.
Estamos rodeados de
necesidades ajenas,
pero no sólo de
aquellos semejantes:
Baterías de
bacterias se mantienen al acecho,
esperando la ocasión
para colonizar nuestra
materia humana
provista de memoria y
necesidades humanas.
Estamos rodeados:
sabemos estar (Soy lo
que me rodea, dijo
un filósofo cuyo nombre
acabo de olvidar)
Los límites son más
difusos que la necesidad.
No sabemos lo que
necesitamos, pero
necesitamos producir
memoria: creemos en
la continuidad de la
experiencia que se
reproduce: creemos
en las experiencias que se
reproducen.
Estamos rodeados de
reproducciones ajenas:
Reproducimos: en
condiciones normales, la
conciencia reproduce -hay organismos que se
reproducen por
división, como las bacterias:
Las bacterias se
dividen: buenas y malas-
Los humanos nos
dividimos
y vivimos
dividiendo: Nuestro desarrollo
le debe mucho a la
división: es producto de
la división del
trabajo.
Dividimos y
reproducimos:
“Nada humano me es
ajeno” decía Nietzsche
reproduciendo la
fórmula de Publio Laercio
-que acaso la tomó
de otro y reprodujo-
Los límites son
borrosos, difusos: No sabemos
qué es lo humano.
Pero sabemos que los
animales nos hacen más
humanos -lo cual
aumentaría esa incertidumbre-
Ante la duda, los
convertimos en objeto de
nuestro metabolismo
superior: somos omnívoros,
-así lo decidimos-
y cualquier cuerpo puede pasar
a formar parte del
nuestro: todos son nuestras
presas.
Un cuerpo que se
incorpora al nuestro, pasa a
mejor vida: nuestra
vida vale más que la de
cualquier animal.
Confiamos en los
valores humanos -aunque
la condición humana
no ofrezca mayores
argumentos para
confiar-
No sabemos qué es
lo humano, ni de dónde
venimos ni de quien
descendemos.
Pero confiamos en
la supremacía
de la naturaleza humana.
Un cuerpo humano es una unidad precaria,
condicionada por diversos factores y
siempre provisoria: Las células están compuestas
por moléculas, y éstas por átomos, el 98% de los
cuales son renovados al cabo de un año.
Nunca somos los mismos, hay un constante
reciclado con una creciente pérdida de calidad.
Tampoco podemos vanagloriarnos demasiado
de nuestra superioridad biológica:
Por cada célula humana, un cuerpo saludable
contiene cien ajenas: una ostensible mayoría
de bacterias, de cuyo metabolismo dependemos:
Somos deudores, es justo recordar
y honrar nuestras deudas.
Un cuerpo humano es una unidad precaria,
condicionada por diversos factores y
siempre provisoria: Las células están compuestas
por moléculas, y éstas por átomos, el 98% de los
cuales son renovados al cabo de un año.
Nunca somos los mismos, hay un constante
reciclado con una creciente pérdida de calidad.
Tampoco podemos vanagloriarnos demasiado
de nuestra superioridad biológica:
Por cada célula humana, un cuerpo saludable
contiene cien ajenas: una ostensible mayoría
de bacterias, de cuyo metabolismo dependemos:
Somos deudores, es justo recordar
y honrar nuestras deudas.