martes, 23 de diciembre de 2014

Ayuda memorias

(Onésimo Evans)



Sin memoria no hay justicia, dicen,

aunque hay vida:   sabemos por experiencia

que la justicia no está entre las condiciones

necesarias para la producción y reproducción

de vida,  pero todos los seres vivos, hasta los

organismos más insignificantes,

dependemos en gran medida de la memoria.



Hay una memoria social y una individual: Sin

memoria no hay sujeto, y sólo somos sociales

gracias a la memoria.



La propiedad de una memoria desarrollada es

lo que nos permite superarnos, como especie y

como sociedad:  es la condición de nuestro

sesgo evolutivo. La noción misma de propiedad,

que es la base de nuestra organización social,

no sería posible sin este atributo.




La memoria tiene su metabolismo: Una buena

parte de la materia incorporada es desechable,

es necesario deshacerse: esta función vital

sostiene todo lo que es: Somos memoria  -y

somos metabolismo-



Todo lo que necesitaba leer ya lo leí: sólo una

parte ínfima ha quedado en la memoria.

Escribo: Acaso estaba todo dicho, todo escrito

cuando empezamos a escribir... Pero se necesita

dar y recibir.



La memoria se pierde, la necesidad no:

Apenas podemos confiar en nuestros hábitos

de consumo, pero hay que estar alerta: 

Estamos rodeados de necesidad ajena, es

preciso mantener un estado competitivo, no

bajar las armas, sabemos que todo prójimo

es un semejante y también un enemigo:  es

bien probable que quiera lo que queremos

-y aún lo que tenemos-  Debemos defender

la posición y la mejor defensa es un buen

ataque.



Estamos rodeados de necesidades ajenas,

pero no sólo de aquellos semejantes:

Baterías de bacterias se mantienen al acecho,
  
esperando la ocasión para colonizar nuestra

materia humana provista de memoria y

necesidades humanas.



Estamos rodeados:  sabemos estar   (Soy lo

que me rodea, dijo un filósofo cuyo nombre

acabo de olvidar)


Los límites son más difusos que la necesidad.

No sabemos lo que necesitamos, pero

necesitamos producir memoria:  creemos en

la continuidad de la experiencia que se

reproduce: creemos en las experiencias que se

reproducen. 



Estamos rodeados de reproducciones ajenas:

Reproducimos: en condiciones normales, la

conciencia reproduce  -hay organismos que se

reproducen por división, como las bacterias:

Las bacterias se dividen:  buenas y malas-



Los humanos nos dividimos

y vivimos dividiendo:  Nuestro desarrollo

le debe mucho a la división: es producto de

la división del trabajo.



Dividimos y reproducimos: 

“Nada humano me es ajeno” decía Nietzsche

reproduciendo la fórmula de Publio Laercio

-que acaso la tomó de otro y reprodujo-


Los límites son borrosos, difusos: No sabemos

qué es lo humano.

Pero sabemos que los animales nos hacen más

humanos -lo cual aumentaría esa incertidumbre-


Ante la duda, los convertimos en objeto de

nuestro metabolismo superior: somos omnívoros,

-así lo decidimos- y cualquier cuerpo puede pasar

a formar parte del nuestro: todos son nuestras

presas.



Un cuerpo que se incorpora al nuestro, pasa a

mejor vida:  nuestra vida vale más que la de

cualquier animal.



Confiamos en los valores humanos   -aunque

la condición humana no ofrezca mayores

argumentos para confiar-



No sabemos qué es lo humano, ni de dónde

venimos ni de quien descendemos.

Pero confiamos en la supremacía

de la naturaleza humana.


Un cuerpo humano es una unidad precaria,

condicionada por diversos factores y

siempre provisoria:  Las células están compuestas

por moléculas,  y éstas por átomos, el 98% de los

cuales son renovados al cabo de un año.

Nunca somos los mismos,  hay un constante

reciclado con una creciente pérdida de calidad.


Tampoco podemos vanagloriarnos demasiado

de nuestra superioridad biológica:

Por cada célula humana,  un cuerpo saludable

contiene  cien  ajenas:   una ostensible mayoría

de bacterias, de cuyo metabolismo dependemos:

Somos deudores,  es justo recordar

y honrar nuestras deudas.










sábado, 20 de diciembre de 2014

La salida negociada

(Carlos Inquilino)



El negocio de vivir:

Hay quienes viven de negocios

y quienes sólo pueden negociar su vida.



Hay quienes hacen negocios

y quienes son negociados.



Los negocios mejoran la vida,

(dicen los hombres de negocios)



La vida es un bien, un bien

es un valor: Hay quien cree

en el valor del bien y quien

cree en valores negociables.

(Un bien es un valor negociable)



II

Hay quienes dedican su vida

a incrementar sus bienes

ó bien,  a mantener su valor.


Y hay quienes sólo pueden mantener

diferencias (las diferencias deben

resolverse mediante negociaciones:

en un mundo civilizado, la única

salida es la salida negociada)



Hay quien entra y sale

de distintos negocios con mejor

ó peor fortuna (lo que es siempre

trabajoso: “Cuesta tanto mantener

una buena fortuna como una mala”)



Hay quienes se muestran reacios

a entrar en el mundo de los negocios,

ya sea por falta de aptitud, vocación

o por carecer de fe en su capacidad

negociadora. Pero quien entra a este

mundo no puede desconocer la

necesidad de negociar, ni puede

negarse : Hay negociaciones obligadas

y hay obligaciones negociables.



Hay buenos y malos negocios.

Hay buenos y malos negociantes.


Un buen negociante sabe que el bien

y el mal son valores negociables.




lunes, 8 de diciembre de 2014

Voluntad de consumo

(Tomás Mercante)


No sé qué me mueve a escribir,

-la escritura es movimiento-

escribo desde aquí.


Hay un consumo de energía: escribir

es una acción que consume energía,

como casi todas, incluso vacilar.


Escribo: escribir consume

(Hay consumo aún en el movimiento

más insignificante: todo cuanto se mueve,

consume)

El consumo es la expresión esencial

de la materia animada: donde hay consumo

hay vida, la vida es pura combustión -una

forma de consumo-



Todo cuanto es, consume y es susceptible

de ser consumido: sin consumo no hay creación

ni hay literatura: el consumo es creación divina

aunque no conste en las Sagradas Escrituras.


(Las divinidades conocidas no se consumen,

desconocemos sus hábitos de consumo,

desconocemos sus hábitos y

desconocemos sus últimos movimientos:

el conocimiento humano es limitado)


Sabemos que el conocimiento

es un insumo productivo, la producción

de conocimiento no puede detenerse:

Necesitamos consumir conocimiento:

conocemos: necesitamos consumir.



El consumidor sano reconoce los beneficios

del consumo: un consumo saludable

fortalece el sistema inmunológico, produce

endorfinas, serotonina,  y estimula la elaboración

de pensamientos positivos.



Un consumo saludable, eleva la calidad de

vida,  aumenta la esperanza de vida

y prolonga la vida útil del consumidor final.



Escribo: hay un consumo al escribir -no todos

escribimos, pero todos consumimos-

Casi todas las acciones que podemos consumar

contienen algún consumo, incluso consumir.



Sin consumo no hay desarrollo: el consumo

sostiene la producción, el desarrollo de las

fuerzas productivas y la creación de nuevas

fuentes de trabajo (gracias al cigarrillo que

estoy consumiendo, se sostiene la cadena

productiva que permite que haya quienes

disfruten su trabajo en los tabacales, una

actividad en contacto con la naturaleza, en

un ambiente de sano esparcimiento y franca

camaradería)



Escribo -mientras el cigarrillo se consume-

escribir consume: consumir es sano, el

consumo saludable nos mantiene activos y

en aptitud de emprender nuevos destinos, e

incorporar nuevos hábitos de consumo: el

destino se consume, debemos apurar nuestro

consumo.


Todas nuestras necesidades, están directamente

relacionadas al consumo; hay una relación de

necesidad: Necesitamos consumir.


Hay un consumo necesario y otro accesorio

ó suntuario: el desarrollo torna necesario lo

accesorio (hasta hace poco nadie consumía

energía eléctrica, ni pensaba)


El aumento de los índices de consumo en una

sociedad es un signo de desarrollo: la calidad

de vida se mide por la capacidad de consumo.

El consumo representa la única fuente de placer

del hombre contemporáneo.


Todo individuo es un insumo productivo, un

recurso humano -recurso renovable- y una

unidad de consumo.



El consumo desarrolla en el sujeto la conciencia

de libertad: podemos elegir qué consumir -y del

ejercicio de esta práctica surge el sujeto libre, el

hombre nuevo, el consumidor sustentable:

nunca satisfecho-



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