lunes, 29 de febrero de 2016

El gato y la metáfora

(Ricardo Mansoler)




Hay quienes saben escuchar
y quienes prefieren escucharse.

Hay quienes hablan con metáforas,
quienes hablan con gestos
y quienes hablan con gatos.

Los gatos son criaturas sutiles y versátiles
que ostentan una percepción muy desarrollada
y una aptitud reconocida para protagonizar
metáforas: hay metáforas populares
de gatos y de gatas.

El gato tiene tal presencia en nuestra
cultura, que hablar con él es algo
socialmente aceptado, es natural:
mucho más que hablar con arañas, ratas
u otras criaturas del ámbito doméstico
(Ni hablar de seres inanimados)

Hay quienes saben escuchar
y quienes prefieren escucharse
a si mismos: si hay un interlocutor
válido, sin duda soy yo, tienen para si.

Si hay un alma sincera, esa es la mía:
reconoció el poeta y lo editó (los poetas
cultivan el hábito de hablar solos, pero a
diferencia del discurso patológico, editan
sus monólogos convirtiéndolos en objetos
publicables y consumibles)

Más lejos supo ir el poeta de la doble
doble ve, que para despejar toda duda
escribió y publicó su “Canto a mi mismo”

El humano es el único animal capaz
de hablar solo, aunque pocos lo confiesen
o lo reconozcan.

No es extraño cruzarse con alguien que
habla solo por la calle, pero dudamos antes
de inferir el rasgo patológico: con el desarrollo
tecnológico nunca sabremos si no oculta algún
interlocutor en alguna parte de su anatomía:

El límite entre hábitos tecnológicos y patológicos
es difuso. Las resoluciones patológicas evolucionan;
deben adaptarse a las tecnologías disponibles.

Ahora no dispongo de más tiempo:
debo hablar con mi gato.



jueves, 25 de febrero de 2016

Ni pienso

(Pascual Rambler)



¿Cuántas palabras necesita un hombre?
Depende: no hay una respuesta taxativa,
unánime, ni uniforme ni única.
Decía el General:
Los únicos privilegiados son los niños;
(puede que sea:  manejan un lenguaje reducido,
lo que reduce la confusión: son directos,
dicen lo que piensan, lo que sienten.

Luego, nos encargamos de que vayan
incorporando otras palabras, otros
sentidos, para que sus expresiones ganen
complejidad y puedan incorporarse
al mundo adulto: un mundo donde reina
la confusión)

Hay buenos y malos pensamientos, todos
necesarios.
Hay pensamientos mejor tramitados que otros,
pero el ejercicio de pensar es siempre trabajoso:
Pensar es trabajoso y trabajar es penoso.

Mejor no pensar: Pensar lo indispensable
(No se puede no pensar, siempre se piensa, aún
cuando se piensa en no pensar)

Algunos practican la economía del pensamiento:
“Ni pienso” es una muletilla que se repite
(las muletillas son fórmulas que se repiten, sirven
para repetir en diversas circunstancias. Las
fórmulas existen para ser repetidas; su sentido
último radica en esa propiedad: la necesidad de
repetición explica la producción de fórmulas y
la eficacia de las muletillas)

Mejor no pensar: Ningún pensamiento puede,
por sí mismo, modificar la realidad.

Mejor no pensar: Repetir, consumir lo que otros
pensaron por nosotros.

Otros están necesitando nuestro consumo: nos
necesitan más que nosotros a ellos.

Siempre somos parte de algún mercado, y el
mercado necesita nuestro consumo más que
nuestro pensamiento.

Pensemos:

Mejor no pensar: pensar consume tiempo y no produce
utilidades en lo inmediato. Un hecho de la realidad:
el cerebro consume más oxígeno que cualquier
órgano, y casi todo lo que se puede pensar
ya ha sido pensado.

Mejor que decir es hacer, decía el General,
y para hacer no es necesario pensar.

martes, 23 de febrero de 2016

Para acabar con el bien común

(Vicente Narioh)



¿Qué es el bien común?
En principio, algo que no conocemos.

Nadie quiere el bien común,
aunque todo el mundo pareciera
suscribir esa aspiración.

La comunidad se compone de individuos
que tienen intereses: individuales y comunes
(los primeros son los más comunes)

Intereses que se expresan en toda relación
entre individuos, y resuelven en conflicto.
Los intereses son inseparables del sujeto:
sin interés no se sostiene ninguna relación.

No existe el bien común, ni el bien como
categoría absoluta: lo que es bueno para uno
siempre es malo para otros.

Sólo existen bienes, y la necesidad de adquirir:
lo común es que todos quieran adquirir todos
los bienes, pero esto no es posible: No alcanza
para todos y tampoco todos necesitamos lo mismo,
aunque podamos compartir algunas necesidades:

Hay algunos que no saben lo que necesitan
(y muchos ignoramos lo que podemos llegar a
necesitar mañana) 



domingo, 21 de febrero de 2016

Girondo y el gerundio


(Ricardo Mansoler)



Toda idea que triunfa
marcha hacia su perdición:

copio con éxito
la frase de André Bretón.

Se desprende: conviene optar por aquellas
ideas que no triunfan, sino que fracasan.
Aunque sin duda es más sencillo apostar
al éxito.

Pero el éxito es siempre algo efímero:
Valorar el éxito es propio de sociedades
profundamente banales como la nuestra,
y acaso algo natural a nuestra condición
efímera.

El fracaso es mucho más poético.
El mundo está lleno de poetas fracasados
(así como de buenos poetas que pudieron
serlo gracias al fracaso en la vida)

Poetas exitosos no se conocen: el éxito
está asociado a lo masivo, al consumo, a
la dudosa representación popular.

Un poeta sólo puede aspirar a ser reconocido
por sus pares (esto incluye a los poetas fracasados)

Hace tiempo que el desarrollo de la civilización
ha separado la función poética de lo popular:
Los poetas se leen entre sí (escribo esto para
otros poetas)

Cuando Bretón publicó el Manifiesto Surrealista
el mundo era otro: había expectativas y hasta avidez
por conocer los últimos adelantos de la experiencia
poética. Girondo, entre nosotros, quiso sacar la poesía
a la calle; se paseó en carroza por las calles de Buenos
Aires regalando poemas al público (una forma de
alterar el orden)

Pero no en cualquier calle: tenía sus recursos, no era
un poeta pobre ni un pobre poeta.
Publicar poemas es un acto político, y Girondo no
se privó de llevarlo a la práctica; podía hacerlo,
tenía sus recursos y tenía su narcicismo.

No era humilde: es difícil conjugar humildad y
transgresión. El arte no es sólo belleza, el poema
debe cuestionar la condición humana,
hurgar en sus miserias;
hundirse en sus abismos
a sabiendas que "toda poesía es hostil
al capitalismo"



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