lunes, 28 de marzo de 2016

El poeta popular

(Senecio Loserman)



Hay poetas populares, impopulares
y populistas.

Un poeta puede escribir para pocos,
para muchos, e incluso para uno:
“escribo para mi”

O bien para ninguno: escribir para
la posteridad.

El anacronismo como recurso poético
permite liberarse de todo condicionamiento
histórico. No es fácil: hay que saber
manejar los tiempos. No basta con autoexcluirse
-este presente no me representa- o permanecer
ajeno a la realidad que lo rodea.

Apostar a la posteridad es una aspiración ociosa,
a la vez que presuntuosa: no hay certezas, ni
siquiera de que la posteridad reserve algún lugar
a los poetas. No hay certeza, incluso de que haya
alguna posteridad.

No se puede confiar en aquello que nos excede.

Sabemos que la vida útil del sujeto
se extiende más allá de nuestra condición
material y efímera, pero nada hay que pueda
garantizar el acceso a la gloria eterna ni el
reconocimiento postrero.

El poeta popular puede encontrar dificultades,
puede sufrir la incomprensión y hasta el
rechazo por parte de vastos sectores que desprecian
la cultura popular -incluso dentro del campo popular-

Pero su compromiso con la causa popular no se alterará
aún cuando deba asumirse como su propio y único
lector.


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