(Ricardo Mansoler)
Los poetas tienen
los días contados,
escribió uno.
Una verdad
irrefutable, que cada uno
puede interpretar en
el sentido que
desée.
Toda verdad dispara
un sinnúmero
de sentidos: Hay cientos de sentidos.
Los sentidos son tan
inciertos como
las verdades
relativas.
Hay sentidos que
circulan
y poetas que pasan,
y hay
poemas que ya no se
leen
(hay poemas que no
volveremos a leer)
Hay poetas
olvidados, con ó sin justicia:
duermen el sueño de
los justos, mientras
los sentidos
circulan en el tiempo
y los lectores de
poemas se reducen,
son contados (la
mayoría se cuenta entre
los mismos emisores)
Los lectores de
poemas tienen los días
contados, me cuentan. Pero la
justicia
poética puede esperar.
Hace 40 años se
suicidaba un poeta,
un gran poeta que yo
desconocía; lo descubro
ahora: A tu edad
yo ya me había suicidado,
me diría -dice-
el autor de estos poemas
que recién ahora se
conocen, y se burlan de
las arbitrariedades
del tiempo y la justicia:
cualquier poeta
podría -querría- escribirlos hoy.
Es inquietante
descubrir una voz tan lejana
y a la vez tan
próxima; un misterio: ¿por qué
se reconoce uno en
tal o cual poeta?
Otro: Los poemas
encontrados, inéditos, difieren
de toda su obra
publicada; son distintos, y también
son mejores. La
pregunta sin respuesta: ¿No quiso
publicarlos? ¿No
eran aún definitivos?
La poesía es un
misterio en sí misma:
No hay causa que
explique que alguien dedique
parte de su vida a
producir objetos inútiles, emisiones
dudosas con
destinatarios inciertos.
Los lectores de
poemas son contados, vale repetir
-los poetas suelen
repetirse, la repetición es un
recurso poético,
amén de una condición necesaria
para la
subjetividad: caracteriza la realidad psíquica
del sujeto, ya sea
un sujeto poético o apoético, un
poeta reconocido u
olvidado, un lector ocasional
o un iniciado.
Pero los poetas
tienen los días contados.