jueves, 31 de agosto de 2017

Recordar

(Ricardo Mansoler)



Hay que recordar para no repetir,
los pueblos sin memoria vuelven
a cometer los mismos errores,
repiten la historia.

La Historia se repite:

“Los que no estudian la Historia están
condenados a repetirla, los que la estudian
están condenados a observar como se repite
por culpa de los que no la estudian”

Luego, no alcanza con saber; hay que
recordar -recordar es repetir-
No alcanza con recordar lo que se sabe,
hay que hacer saber -para que el otro, que
siempre es mayoría, no repita-

Se sabe: Hay que recordar para no repetir
y hay que recordar para repetir: no podría
reproducir este enunciado si no lo recordara,
no podría citar sin la memoria que evoca y
reproduce.

Luego, no hay que rechazar ni condenar
la repetición, que si bien puede ser un vicio
retórico también es un recurso poético
y algo constitutivo de la condición de sujeto.

Sólo hay que saber discernir, qué repetir y qué
no, para evitar la repetición automática, un
mecanismo al que somos naturalmente propensos,
un recurso tan útil como la memoria.

Sabemos: sólo puede repetirse lo que se conoce.

Sólo quien conoce el fracaso, puede volver
a fracasar con éxito.

Pero los pueblos nunca fracasan, fracasan los
sujetos   -y el pueblo ha dejado de ser un sujeto
histórico-

El pueblo nunca se equivoca:  si dejó de ser sujeto
tendrá sus razones.

Ya nadie habla del pueblo, un significante que ha
perdido presencia, vigencia y popularidad.

El pueblo nunca se equivoca,
se repite.

lunes, 21 de agosto de 2017

Recursos naturales

(Tomás Lovano)



Los animales nos hacen más humanos.
Los animales, seres animados como nosotros
-salvando las distancias-

Todos somos seres, incluídas plantas, hongos,
bacterias y todo aquello que contenga algún
metabolismo. Cuando cesa esta función, los
seres dejan de ser vivos, aunque puedan
convertirse en víveres -los virus, al carecer
de metabolismo, no entran en esta clasificación-

El pensamiento religioso, suele relacionar la vida
a la función divina, la creación, incorporando la
noción de alma, algo intangible e invisible que
anima los cuerpos animados, como emanación
divina: los distintos dogmas difieren respecto de
los animales y el alma: Para algunos carecen, y son,
en consecuencia, seres inferiores. Ciertas creencias,
le atribuyen carácter divino a algunas especies.
Pero la idea dominante, entre las culturas humanas
dominantes, es que los animales están para servirnos;
ese es su destino, ya sea por decisión divina, por
disposición del Orden Natural o por derecho propio.
Son parte de los recursos naturales -que como
sabemos, son todos nuestros- sea como alimento
abrigo, herramientas de trabajo, medios de carga o
de transporte, etc. Incluso como insumos para la
producción espiritual: desde instrumentos musicales,
hasta la escritura, que hasta no hace mucho requería
la pluma de ánsar. La diversión tampoco los excluye:
la caza y la pesca, son actividades deportivas, así como
existen tradiciones centradas en la muerte de animales
en riñas, sacrificios o ceremonias que celebran las
virtudes de un humano matador, que exhibe su “arte”
y su destreza hasta acabar con la vida de ese ser inferior,
ya condenado de antemano.

Los animales son parte de nuestra cultura, que es algo
propio de nuestra especie -el resto de los animales
carece-

La cultura, no sólo nos hace cultivables, elevándonos
por sobre otros seres animados, sino que desarrolla
sentimientos puramente humanos, como el amor, a la
vez que nos permite distinguir entre los animales:
amables -que podemos amar- y apetecibles:  aquellos
que sabemos que saben bien y los sabemos aptos
para el consumo humano  -aunque ellos no sepan-


sábado, 12 de agosto de 2017

Merecimientos

(Horacio Ruminal)



“Cada sociedad tiene todos los delincuentes
que merece”

Esta frase, acuñada hace tiempo
por Ema Goldman, no parece perder vigencia.

En ocasiones, la sociedad no sabe que hacer
con sus delincuentes, más allá de que acepte o
no su merecimiento. No sabe donde ponerlos;
a algunos los encierra, a otros los tolera.

Es difícil que el brazo de la ley pueda llegar a
todos: las instituciones son imperfectas, la justicia
es siempre perfectible, como sus administradores.
Constituímos sociedades imperfectas -acaso sean
las que merecemos- de lo contrario no habría
delincuentes.

Hay sociedades que no saben donde poner a sus
delincuentes. Las instalaciones no resultan
suficientes. Algunos estados invierten mucho en
obra pública, apostando a la construcción de nuevos
centros carcelarios, pero no parece una inversión
sustentable: si se los encerrara a todos, la economía se
resintiría: la delincuencia explica una buena parte de
la actividad económica, y a los ojos de muchos electores
luce como un emprendimiento exitoso.

Pero hay sociedades que parecen haber encontrado una
fórmula superadora, resuelven el problema de los
delincuentes integrándolos al Estado, poniéndolos a
gobernar y a manejar la economía: Como funcionarios
públicos, se ve facilitado su control por parte del Estado,
y la opinión pública confía en que puedan reproducir
en la gestión pública, el éxito obtenido en la actividad
privada.

Licencia Creative Commons
http/:Demolicionyobranueva.blogspot.com por José Luis Greco se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
Basada en una obra en Demolicionyobranueva.blogspot.com.
Permisos que vayan más allá de lo cubierto por esta licencia pueden encontrarse en Demolicionyobranueva.blogspot.com.