(Tomás Lovano)
Los animales nos
hacen más humanos.
Los animales, seres
animados como nosotros
-salvando las
distancias-
Todos somos seres,
incluídas plantas, hongos,
bacterias y todo
aquello que contenga algún
metabolismo. Cuando
cesa esta función, los
seres dejan de ser
vivos, aunque puedan
convertirse en
víveres -los virus, al carecer
de metabolismo, no
entran en esta clasificación-
El pensamiento
religioso, suele relacionar la vida
a la función
divina, la creación, incorporando la
noción de alma,
algo intangible e invisible que
anima los cuerpos
animados, como emanación
divina: los
distintos dogmas difieren respecto de
los animales y el
alma: Para algunos carecen, y son,
en consecuencia,
seres inferiores. Ciertas creencias,
le atribuyen
carácter divino a algunas especies.
Pero la idea
dominante, entre las culturas humanas
dominantes, es que
los animales están para servirnos;
ese es su destino,
ya sea por decisión divina, por
disposición del
Orden Natural o por derecho propio.
Son parte de los
recursos naturales -que como
sabemos, son todos
nuestros- sea como alimento
abrigo, herramientas
de trabajo, medios de carga o
de transporte, etc.
Incluso como insumos para la
producción
espiritual: desde instrumentos musicales,
hasta la escritura,
que hasta no hace mucho requería
la pluma de ánsar.
La diversión tampoco los excluye:
la caza y la pesca,
son actividades deportivas, así como
existen tradiciones
centradas en la muerte de animales
en riñas,
sacrificios o ceremonias que celebran las
virtudes de un
humano matador, que exhibe su “arte”
y su destreza hasta
acabar con la vida de ese ser inferior,
ya condenado de
antemano.
Los animales son
parte de nuestra cultura, que es algo
propio de nuestra
especie -el resto de los animales
carece-
La cultura, no sólo
nos hace cultivables, elevándonos
por sobre otros
seres animados, sino que desarrolla
sentimientos
puramente humanos, como el amor, a la
vez que nos permite
distinguir entre los animales:
amables -que
podemos amar- y apetecibles: aquellos
que sabemos que saben bien y los sabemos aptos
para el consumo humano -aunque ellos no sepan-
que sabemos que saben bien y los sabemos aptos
para el consumo humano -aunque ellos no sepan-
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