sábado, 31 de marzo de 2018

Por otros protocolos

(Ricardo Mansoler)

 

No tengo convicciones, pero tengo pautas.
No tengo valores, pero tengo códigos.
No tengo amigos, pero tengo contactos y seguidores.
No creo en la ley, pero sigo protocolos.

Todos observamos protocolos.
Se puede prescindir de la ley, más no
del protocolo.

Toda acción, aún la más insignificante,
obedece un orden protocolar.

El protocolo, es un orden que contempla y
determina los sucesivos pasos a seguir
para arribar a un resultado predeterminado.

Cada uno, tiene sus propios protocolos
cotidianos, conductas que repetimos como
fórmulas, hábitos adquiridos cuya repetición
se vincula a una necesidad, y su respuesta
más o menos previsible.

Se puede inducir que la vida se reduce
a la aplicación correcta y articulada
de una cantidad de protocolos repetibles.

Cada disciplina, cada actividad humana,
reconoce los que le son propios:
El protocolo del proctólogo,
el protocolo del arzobispo, del carnicero,
del meteorólogo, del asensorista, del jugador
o del gendarme; del agregado cultural, del
traductor, del ideólogo y del enterrador,
el protocolo del taxidermista, del especulador,
del epistemólogo, del turista o del torturador,
son diversos entre sí, como el protocolo del
redactor y el del redactor de protocolos…

Yo tengo mi protocolo para escribir,
pero me lo reservo: no quisera ser
calificado como confesional, ni siquiera
como auto referencial,  tengo
mis códigos; y son parte de otros 
protocolos.


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