viernes, 31 de agosto de 2018

¿Necesidad o diosa?

(Onésimo Evans)



Odio lo que hago, pero debo hacerlo.
Dijo dios a sus corderos, y creó el metabolismo.

Alguien tenía que hacerlo, argumentó, y lo más
justo es que fuera yo: Todo lo que hago es justo
-es palabra de dios-

Y siguió haciendo, haciendo y emanando, y vio
que era bueno hacer y emanar, premiar y castigar,
hacer saber y hacer obedecer: Todo cuanto es,
obedece a la voluntad divina, observó -en todo
estoy yo-   y vio que su observación era buena.

Observó las leyes naturales, que acababa de crear
y vio que eran buenas, aunque no tan justas ni
razonables, pero sabiéndose fuente de toda razón
y justicia, lo justificó. Y vio que era bueno
justificar.

E hizo la risa, los sexos, los sentidos, y el libre
albedrío y las distintas perversiones: los desvíos,
los atajos, son oportunidades divinas para que cada
mortal encuentre su camino en este valle, y goce
de su naturaleza material según su deseo y su
necesidad.

La necesidad está en la cima de la creación divina:
Es el límite perfecto que sostiene la noción
de imagen semejanza, la diferencia cualitativa
entre el Reino Divino y nuestra condición subalterna:

El Creador dispone que sus criaturas conozcan
la necesidad, que El no conoce.

El plan divino es perfecto:
 
¿Quién sabe que harían estas criaturas condenadas
e imperfectas, codiciosas y violentas, si se les
suprimiera la necesidad?



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