(Ricardo Mansoler)
Cómo sé que soy fiel,
me preguntaba al pasar
por un paso a nivel
con un amigue ocasionel.
¿Fui yo? ¿o era él?
¿quién oyó?
¿quién oyó?
Se preguntaba aquel...
Felices los fieles y las fielas,
felices filas feligresas que progresan
en procesión divina, hacia el centro
de toda emanación, amén
Soy lo que creo,
sostiene el feligrés feliz
en su perímetro acotado
¿Hay que buscar nuevos parámetros?
El Creyente, se sabe seguro en su fe.
No necesita otro lugar donde pertenecer.
Hay un plan perfecto que lo incluye,
y sabe que tendrá su merecido:
Sólo puede esperar justicia.
Felices filas feligresas que progresan
en el poema fehaciente,
oh, brote emanado de esta fe.
Los recursos de la fe son infinitos,
se cree: Más que los recursos naturales.
La Naturaleza es un recurso renovable.
Creo en la naturaleza de los recursos
renovables: Renovamos la fe.
Creo en la vida parasitaria
y en la vocación de ser vicio,
confieso, sólo para citarme.
Creo en la reconversión de la carne,
en los sacramentos ornamentales
en los ornamentos sacramentales
Repito:
creo en los subproductos de la fe
y en la repetición como recurso poético,
para no repetir renovable.
Cada experiencia es única en su tipo.
Creo en el fenotipo, en el fenólico,
en los fermentos probióticos provistos
por la fe, creo en la resiliencia y en la
alternancia, creo en la biodiversidad,
en la biomasa y en la serendipia.
Soy un hombre de fe.
La fe es un signo vital:
Sin fe no hay creación posible.
Yo tengo fe, cantaba el cafetero oficial
antes de convertirse en oficial cafetero,
y cosechar los frutos de su fe en el café.
Yo tengo fe: renovemos esta fe.
Cuando veo un feligrés
que se abalanza a la balanza
pienso dos veces en el fiel.
¿Cómo sé que soy fiel, Fidel?
Le pregunté a un amigue
en un burdel.