martes, 30 de enero de 2018

La humildad, condición poética.


(Ricardo Mansoler)



Nadie más humilde que un poeta,
escribía el poeta J.C.

Los verdaderos poetas, son reacios
a reconocerse como tales ¿cuestión
de humildad?

“Un poeta está siempre ocupado
por el enemigo, y resiste. Esta
resistencia clandestina es la base
de su trabajo”

El trabajo de resistir; esta idea aparece
en otros poetas conocidos: la poesía
es resistencia al tiempo, a la utilidad,
y a otros mandatos biológicos, sociales
o económicos. Resistencia al sistema
del lenguaje y su función primaria y
oficial, resistencia a la autoridad y al
orden… Hay mucho que resistir para
pretenderse poeta; el enemigo es plural
y el poeta está solo.

Hay poetas pretendidos, y hay pretendientes,
aspirantes y paseantes: casi todo el mundo
en algún momento hace una pasantía por la
poesía, se acercan con la curiosidad del turista.

(Todos fuimos turistas alguna vez, hay quien
nunca deja de serlo, e incluso quien cree
que es la única condición que no se puede
abandonar.
Hay, también, los que viven del turismo,
empresas de turismo, y hasta estados
cuya única industria es el turismo. Pero
es una industria fluctuante, los turistas
van y vienen, en busca de nuevas experiencias,
quieren la novedad, creen que siempre hay
algo mejor por conocer. El turista es, por
naturaleza, optimista)

Pero el verdadero poeta, resiste los embates
del turismo, del optimismo y del oportunismo
y de todo aquello que altere o contamine
su verdadera ocupación.

El poeta vive en estado de ocupación:
está siempre ocupado por el enemigo…

El trabajo de resistir; hay que ser humilde
para subsistir con un trabajo no remunerado,
ni reconocido y continuar ofreciendo resistencia.
Nadie más humilde que un poeta.

Hay poetas tan humildes que no escriben
casi nada: no creen merecer la atención
de otro lector, de uno verdadero: “Es preciso
ser muy humilde para leer un poema y no
combatirlo como a un enemigo”

Hay poetas, que ostentando una humildad
extrema -acaso excesiva- no escriben nada:
ante el impulso de tomar la pluma, vacilan:
ésto que estoy por hacer, podría hacerlo
cualquier otro ¿quién soy para arrogarme
el derecho a protagonizar esta función, por
demás dudosa?

Sólo este grado superior de la humildad
explica al poeta que sólo escribió:

Con humildad, me reconozco el más
humilde de todos.





jueves, 30 de noviembre de 2017

El futuro

(Tomás Mercante)



¿Hacia dónde va el mundo?
Hacia el futuro, como siempre,
responden los expertos.
Aunque según opiniones autorizadas
no parece tener mucho.

El desarrollo genera nuevas contradicciones:
La superpoblación, la contaminación, la
concentración de la riqueza y el agotamiento
de los recursos naturales llevarían al mundo
a un colapso seguro.

Un mundo que produce más de lo necesario
pero no satisface las necesidades básicas de
una cantidad significativa y creciente de sus
habitantes. El problema de la reproducción
descontrolada, la repetición automatizada
y la distribución regresiva e irracional.

Un mundo concentrado, economías
concentradas, poderes más concentrados;
un mundo donde cada vez hay menos espacios
habitables y menos lugar para el optimismo.

Pero hay quienes quieren salvar el mundo
-hay gente para todo- y persisten en concentrar
esfuerzos, crear conciencia y sumar voluntades
para la salvaguarda del significante que nos
ocupa -y ocupamos-

La concentración humana, el exceso de
cuerpos que consumen, plantea la necesidad
de respuestas superadoras, cambios profundos.

Hay quienes quieren cambiar el mundo, pero
son pocos, y no gozan de popularidad en los
tiempos que corren: No son novedosos, la
Historia ha conocido en forma recurrente
estos intentos, que siempre terminaron mal.

Los pueblos ya no creen en discursos
que provienen del pasado: Hay que mirar
para adelante.

¿Hacia dónde va el mundo?


martes, 14 de noviembre de 2017

Poema amigable

(Tomás Lovano)



Amigable es una palabra amigable,
si hubiera palabras amigables
amigable sería amigable.

Las palabras pueden contener
sentimientos y sentidos diversos.

Amigable viene de amigo, alguien
que se elige a partir de una afinidad:
uno se refleja y los amigos reflejan
lo que es uno, una realidad.

La realidad no suele ser amigable
para la mayoría, pero a través de
discursos amigables, podemos aceptar
y compartir, adoptando una actitud
amigable.

Discursos amigables, pensamientos
amigables, palabras amigables,
prácticas amigables con el entorno,
contribuyen a crear un ambiente sano
y amigable donde desarrollar la lucha
de clases, la lucha por la vida, la lucha
contra el prójimo de un modo sustentable.

Sustentable es una palabra amigable:
cualquier cosa a la que se adose sustentable
se vuelve aceptable (alguien dijo que los
adjetivos contaminan el lenguaje, una
contaminación imperceptible y sustentable)


Ante una crisis de sustentabilidad, el capitalismo
salvaje suele dar lugar a su forma amigable,
expresada en modelos inclusivos y movimientos
nacionales y populares, que nunca duran demasiado
por sus propias contradicciones y por no resultar
amigables a los poderes concentrados que los
acusan de populismo, un término engañoso
que sirve para defenestrar cualquier gobierno
que no resulte lo suficientemente amigable.


La palabra amigable viene del inglés, una
lengua amigable para economistas y cantantes
bilingües; una lengua que es un canto a la
economía: friendly, sólo dos sílabas melodiosas
con el valor agregado de las tres consonantes
que se unen hacia la vocal cerrada, con un suave
movimiento ascendente de la lengua…

Emitir esta palabra produce una sensación
amigable en la lengua del emisor, nativo
o naturalizado, amigo o enemigo.





martes, 31 de octubre de 2017

Tiempo y vocación

(Dudamel Rambler)



La vocación especulativa
no prolonga la vida útil del deseo
pero coadyuva o concomita
a la hora de manipular la realidad
para hacerla más deseable, aceptable
o soportable; desarrollar estrategias
a futuro, apasionarse con la disipasión
o elaborar respuestas provisorias a
contradicciones naturales como el
conflicto con el tiempo -estamos
hechos de tiempo, especulaba el poeta-

Todo lo que podemos aspirar, resuelve
en el tiempo: todos somos libres de aspirar
a todo, o no; los límites los fija el tiempo,
una condición epeculativa.

Hay sociedades que prescinden, viven sin tiempo;
hace poco descubrieron una: nadie sabe su edad, 
ni la de nadie. No hay mañana, ni ayer: 
siempre es ahora.

No hay vencimientos, ni demoras, ni vida útil
que aprovechar. No cargan con el peso de la Historia.

Su lenguaje carece de palabras que remitan
al tiempo. No tienen aspiraciones a futuro: no
conocen estas nociones, no pueden trascender
el presente.

Sociedades que hasta ahora no habían tenido
contacto con la civilización, estaban aislados
del mundo, fuera de la Historia, tramitando sus
vidas a un ritmo que está fuera del tiempo.

Cuesta creer, en estos tiempos de urgencias y conflictos,
mientras se especula cómo enfrentar el agotamiento
de los recursos naturales, el calentamiento global,
el aumento de la inseguridad y la falta de inversión,
ellos permanecen aislados, privados de la práctica
especulativa, y sin vocación de progreso.

Interlocutor válido

(Carlos Inquilino)



Valer, hacer valer, cobrar valor,
poner en valor, posicionarse en el
sistema de valores vigente,
evaluar, valorar, valorizar.

Valer, hacerse valer
para no perder vigencia
y mantener el valor como noción
superadora: hay que superarse,
para valer más.

Valer, entre los verbos válidos
que mantienen su valor, su
validez en el concierto de los valores,
en el concierto de las nociones valederas.

Valer, en este valle
donde todo vale,
todo es válido pero no todo
se mantiene, los valores fluctúan,
las condiciones cambian: hay que
revalidar, convalidar, reformular,
ajustar, adaptar y adoptar otros
valores (o poner en valor)

El valor es dinámico, inestable.
Ningún valor permanece inmutable,
idéntico a sí mismo; las identidades
cambian de valor: Hay valores auténticos,
genuinos, y valores autenticables: la
autenticidad se obtiene, tiene un valor.

La juventud es un valor,
la experiencia otro, el conocimiento
puede contener un valor subalterno.

Se registra una caída de valores,
la realidad es cambiante respecto al orden
de valores: Hay valores ascendentes y
descendentes, asistimos al florecimiento
de valores cada vez más dudosos:
se habla de una crisis de valores, aunque
hay quien sostiene que las crisis tienen
su valor, generan oportunidades.

Las oportunidades sirven para aprovecharlas
y convertirlas en valores. La igualdad de
oportunidades pareciera una entelequia, algo
que la realidad muestra como impracticable,
aunque posee un valor entre los recursos retóricos
del oportunismo, que siempre supo cultivar
esta clase de valores.

Pero la realidad está sobrevalorada.

En cualquier caso, hay valores para todos,
sólo hay que saber buscar: el que busca
encuentra; no hay que desvalorizarse.
Todos podemos acceder a alguna escala
de valores, todos tenemos algo que ofrecer
que contenga algún valor.

De lo contrario, es cuestión de ponerse en valor
o reconvertirse: Ud. también puede ser un
interlocutor válido.


sábado, 9 de septiembre de 2017

La ocasión

(Ricardo Mansoler)




La ocasión puede esperar,
el poema no
-dice el poema ocasional-

La materia común a todos los
poemas es el tiempo,
todos lo contienen.

Hacer un poema bueno
lleva un tiempo,
como hacer uno malo.

Hacer un poema dudoso, puede
llevar más tiempo que despejar
la duda:

-entre el tiempo y el poema, puede
que sólo la duda sobreviva-

La ocasión puede esperar
o hacerse esperar

¿Qué hacer?
¿Abrir un compás de espera
o no hacer nada que no pueda
deshacerse?

La duda es signo vital para el poema
como para el sujeto que vacila
entre dos poemas: el aspirable
y el posible.

Todo lo aspirable es también posible,
dice el poema. Pero hacer un poema
lleva tiempo.

Hacer poemas, hacer tiempo,
son opciones válidas y también posibles
para cualquier sujeto hablante, deseante,
vacilante.

El poema es resistencia al tiempo,
escribió un poeta hace tiempo:

El deseo de ofrecer resistencia
es algo natural en criaturas signadas
por la condición efímera, como
el poeta ocasional.

La ocasión no hace al poeta,
tampoco al ladrón,
si no hay vocación.


La vocación puede esperar,
e incluso no desarrollarse nunca,
pero el poema no tiene qué esperar:
sólo ofrece resistencia, sin ninguna
esperanza.


jueves, 31 de agosto de 2017

Recordar

(Ricardo Mansoler)



Hay que recordar para no repetir,
los pueblos sin memoria vuelven
a cometer los mismos errores,
repiten la historia.

La Historia se repite:

“Los que no estudian la Historia están
condenados a repetirla, los que la estudian
están condenados a observar como se repite
por culpa de los que no la estudian”

Luego, no alcanza con saber; hay que
recordar -recordar es repetir-
No alcanza con recordar lo que se sabe,
hay que hacer saber -para que el otro, que
siempre es mayoría, no repita-

Se sabe: Hay que recordar para no repetir
y hay que recordar para repetir: no podría
reproducir este enunciado si no lo recordara,
no podría citar sin la memoria que evoca y
reproduce.

Luego, no hay que rechazar ni condenar
la repetición, que si bien puede ser un vicio
retórico también es un recurso poético
y algo constitutivo de la condición de sujeto.

Sólo hay que saber discernir, qué repetir y qué
no, para evitar la repetición automática, un
mecanismo al que somos naturalmente propensos,
un recurso tan útil como la memoria.

Sabemos: sólo puede repetirse lo que se conoce.

Sólo quien conoce el fracaso, puede volver
a fracasar con éxito.

Pero los pueblos nunca fracasan, fracasan los
sujetos   -y el pueblo ha dejado de ser un sujeto
histórico-

El pueblo nunca se equivoca:  si dejó de ser sujeto
tendrá sus razones.

Ya nadie habla del pueblo, un significante que ha
perdido presencia, vigencia y popularidad.

El pueblo nunca se equivoca,
se repite.

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