viernes, 18 de diciembre de 2020

Otro poema envidiable

 

(Horacio Ruminal)

 

Vos también podés lucir un cutis envidiable,
un cuerpo perfecto
o imperfecto
pero envidiable.

La envidia no conoce límites,
y es uno de los sentimientos más populares.
Nos envidiamos,
y sabemos que nos envidian
en alguna medida
todos tenemos algo que envidiar.

La envidia, un sentimiento
inclusivo y divisible:

tres sílabas,
tres clases de envidia:

La sana envidia, la patológica y
la genérica, común a todo sujeto sano.

La sana, es un deseo saludable
hacia atributos o propiedades ajenas
como la salud, la belleza, la sabiduría.

Nada más sano que envidiar lo sano:
un cutis lozano es un signo de salud,
su portador ha de ser un ser sano
o sana, o sane en las alturas.

Todos tenemos algo que envidiar,
así como algo que puede ser envidiado
o bien, despertar envidia.

La envidia, es un sentimiento constitutivo
del sujeto, está siempre, bajo diversas formas,
pero necesita despertar.

Es bueno conocer, el conocimiento es un arma
que sirve también para despertar envidia:  solemos
envidiar a aquel que sabe más de lo normal.

A medida que se avanza en el autoconocimiento, el
iniciado descubre que envidia más de lo que
sospechaba.  Es como un despertar.

Hay que sospechar del que dice no envidiar nada
a nadie:  Si fuera sincero no sería sano.

No pocos encuentran  cierto placer, o goce
en despertar envidia. Así, hay quienes hacen cosas
sólo por acceder al goce que les despierta esa envidia
despertada.

Es conocida la confesión de un emprendedor, un self made man,
o empresario exitoso, poseedor de una de las mayores fortunas:
Todo lo que conseguí, es fruto del esfuerzo personal , y la
aventura de asumir riesgos y aceptar desafíos para poder crecer,
pero siempre pensando en los demás, pensando en el Otro.
Yo sólo quería despertar envidia.

Se sabe que el odio es más antiguo que el amor  (Freud habla
del Odio Primordial) pero menos que la envidia, un sentimiento que
conocíamos desde antes de erguirnos y liberar las manos
para fabricar objetos y desarrollar otros hábitos dudosos.

Se podría aventurar, a favor de la envidia, que lejos
de ser un sentimiento negativo, es acaso el más humano
y al que debemos casi todo lo que somos, ya que hizo posible
la competencia, es decir el desarrollo.

No es descabellado deducir que, sin el impulso
y estímulo de este sentimiento esencial, todavía
andaríamos en cuatro patas, colgados de los árboles,
sin poder gozar de las maravillas de la civilización
y reducidos al mero goce de los cuerpos.

No, no nos une el amor, ni siquiera el espanto
y mucho menos la necesidad
o la patraña de la aspiración al bien común:

Es justo reconocer y reivindicar, sin espantarse,
el papel de la envidia,  la sana envidia, no confundir.

Por último,  es posible que la lectura de este poema
despierte alguna envidia por la calidad de su prosa,
virtuosa y desusada.  Habrá quien niegue, incluso,
que éste sea un poema.  Puede que estén en lo cierto,
o bien, una reacción provocada por la envidia. 




domingo, 13 de diciembre de 2020

La evolución del ocio

 

 (Senecio Loserman)



No existe el ocio creativo,
afirmaba un pensador reconocido
aunque no autorizado  (se reconocía no autorizado,
ejerciendo su derecho  a la autoidentificación:  no
reconocía el principio de autoridad ni el derecho
de autor. “Nunca me verán peticionando a las
autoridades, ni mendigando autorización alguna”

El ocio es uno e indiviso:
Dividirlo es degradarlo.

No les alcanzó con la división del trabajo
y pretenden degradar el ocio, dividiéndolo:
uno bueno y otro malo, positivo y negativo,
atribuyendo al ocio creativo el signo positivo,
descontando que la acción de crear, es algo bueno
en sí mismo, cuando la mayoría de las creaciones
humanas son deleznables, mientras que el arte
alcanza su punto más alto cuando logra sumergirse
en las profundidades más obscuras
del alma humana, si existiera tal cosa, reflejando
su condición predominantemente negativa.

Este artificio artero, sin fundamento filosófico,
resulta de gran utilidad a los intereses más viles
y abyectos, pues sirve para condenar y combatir
el ocio, estado superior del alma humana y de todo
organismo viviente.

La división, constitutiva del pensamiento binario,
suele descansar en premisas falsas: hacer es mejor
que no hacer / la ocupación es el estado natural del
hombre /  el movimiento es la superación del estado
de reposo / toda actividad merece reconocimiento /
el trabajo nos hace dignos y respetables /  gracias al
trabajo, podemos disfrutar del tiempo libre /  el
trabajo justifica la existencia / el trabajo nos hará
libres….

¿Hay un trabajo creativo?

Sí, el del artista, el del artesano, el del filósofo…
Pero estos quehaceres son tributarios del ocio:  
Toda la filosofía y el arte existentes, no hubieran
sido posibles sin la condición ociosa.

En otras palabras, toda nuestra cultura
es hija del ocio.   

Sólo el ocio es creativo,
el resto son negocios.


domingo, 6 de diciembre de 2020

La opción inteligente

 

(Ricardo Mansoler)

 

“Los inteligentes buscan soluciones,
los inútiles buscan culpables”

Dime lo que buscas y te diré qué eres.

Es más fácil reconocerse inteligente que inúti,
pero no hay evidencia científica de que el
auto reconocimiento  coincida necesariamente
con el merecimiento  del adjetivo.

No seamos necios, no existe el inútil integral.
Hay un hombre sin atributos, pero no es lo mismo
que el inútil absoluto.

Todos gozamos de alguna utilidad residual,
aún cuando no sea fácil percibirlo ni detectarlo.

Conviene desconfiar de las verdades encerradas
en aforismos  (tanto como de las verdades encerradas
entre paréntesis y de las verdades encerradas)

Conviene desconfiar de los recursos metonímicos
que sostienen la eficacia de los aforismos.

Los inteligentes suelen desconfiar, negar y cuestionar
la validez de enunciados axiomáticos
y afirmaciones taxativas.

Aunque es justo reconocer:  hay que ser inteligente para
pergeñar aforismos como éste.

Los inteligentes suelen tener más dudas que certezas.
La duda, puede dilatar la decisión, la inteligencia vacila
ante la opción binaria:   ¿y si hubiera otra?

No, aquí no se puede ser neutral.

Los inteligentes buscan soluciones.
Los inútiles buscan culpables.

¿Y vos?  ¿Qué andás buscando?

¿De qué lado estás?

Yo ya elegí.  Los inútiles son un peligro, no hace falta ser
muy inteligente para advertirlo:

Si hoy buscan culpables,
mañana buscarán justicia.

 

 

 

domingo, 25 de octubre de 2020

Autosuperación y Resiliencia

 (Tomás Mercante)

 

Vos también podés resignarte.

Desde una actitud positiva

y ante una realidad hostil, indeseable,

que no ofrece certezas ni oportunidades,

la resignación inteligente

puede ser una buena decisión.


Hay que ser decidido, aventurarse

a la resignación, es una oportunidad de

integración.


No estás solo, unas vez resignado

podrás disfrutar de todas las ventajas

de pertenecer a un colectivo inorgánico

pero mayoritario, y con vocación de crecer.


No te resignes a la marginalidad.

No tenés por qué sentirte diferente.

No estás sólo: todos somos únicos.

Yo también era un inadaptado, pero gracias

a la resignación controlada, pude superarme

y gozar del sentido de pertenencia.


Vos también podés ser un resignado.

Aceptar te transforma, negar te paraliza:

Aceptá todo:  Aceptate.


La realidad es conflicto, no se puede

cambiar el mundo: quienes lo intentaron

terminaron mal, o bien, se resignaron y

reconvirtieron.


El que no se resigna, vive en tensión,

malgasta sus energías, padece y se amarga.

El resignado se adapta a todo y sobrevive:

Es lo que hay, acepta sin conflicto.

 

La resignación prolonga la vida

( incluso, más allá del sentido )


Todos tenemos algo que resignar.

No todo está perdido.

Resignarse siempre suma.

Sumate.


Emprender la resignación

puede ser trabajoso, pero es una decisión

cargada de futuro: asegurá tu futuro.

Vení, la resignación te necesita,

vos también podés sentirte necesario.


Decidite:

Animate a emprender!


domingo, 28 de junio de 2020

El ciclo de la carne


(Tomás Mercante)




ser es hacer, 
hacer es un verbo irregular
como ser, pero si se es consecuente
hay que encarar y  encarnar el verbo
hacer en otras carnes.
 
Hacer nacer, 
cenar y cercenar 
 
 
cenar carne

carne
no se hace, se nace:
nacer carne,
encarnar,
hacer carne esta noción
hasta completar un volumen

Hacer más carne (la producción de carne
no se detiene: la carne está muriendo todo el tiempo,
las células muertas son reemplazadas por otras,
nunca iguales, la calidad decrece, la carne
envejece en condiciones naturales)

Hacer carne es trabajoso pero necesario,
aunque no todo es carne en la vida de la carne.
Mientras se hace carne, hay que atender otras
necesidades de la carne. La carne pide:

Un cuerpo de carne, necesita una respuesta
acorde a lo que pide,
un cuerpo siempre pide
otros cuerpos:

necesita incorporar y emitir
necesita entablar relación carnal
con otras carnes

El ciclo de la carne
conoce necesidades y deseos:
todo lo deseable y necesitable yace
en otros cuerpos

¿Cómo obtener un cuerpo?

Los cuerpos se obtienen por medio del trabajo,
el comercio y el esfuerzo personal.

Entre los trabajos disponibles
gracias a la división
del trabajo, está el de carnicero, un ser superior:
es el que más sabe de carnes.

Carnicero no se nace, hay que capacitarse
para poder discernir y distinguir los distintos
tipos y cortes de carne, sus prestaciones
y presentaciones.

Carnicero, no es el grado cero de la carne.
Tampoco resero lo es, aunque ambos contengan
y compartan el cero como sufijo, y un vínculo
entrañable con el comercio carnal.

El carnicero sabe que la carne es triste, débil,
perecedera y sabrosa, y que no a todos nos apetece
la misma clase de carne. Además, el público se
renueva (como la carne) y surgen nuevas demandas
y oportunidades para los mercados y los carniceros.

Sabe el carnicero, que siempre habrá un descarte,
carne sin vender que habrá que desechar,
pero siempre hay algún necesitado
que pueda aprovechar ese cociente residual,
esos cortes que nadie quiso.

Todo mejora con la cocción:  se puede hacer un guiso
con los restos, y obtener algo deseable de los restos
del deseo del otro.
 
No, no todo lo que se cuece es carne,
se cuecen habas,
aunque Pitágoras las proscribía
tanto como la carne.
 
Se puede prescindir, tanto de la carne
como de sus subproductos  
-éste poema de carne-
 
pero no de nuestra condición carnal,
efímera y fungible.

Todos somos comestibles.
 
 


viernes, 24 de enero de 2020

Reinicio


(Horacio Ruminal)



Reinicio mi reinado
dijo el gusano
a los cuatro vientos
contraviniendo pronósticos, oráculos
y edictos policiales

Reinicio mi reinado
decía y osanaba
( a nivel del mar )
el gusano sano,
joven, dinámico y emprendedor,
con aptitud de líder y vocación
de mando

Me reconozco ungido por el unigénito
Mi autoridad es incontestable
Mis poderes provienen de emanación divina

Toda criatura que se arrastre, trepe o repte
es parte de mi reino: quienes no cumplan
esta condición, serán considerados enemigos,
y con el enemigo ni justicia

Por último,
sólo exijo obediencia,
es todo

El estado soy yo
podría agregar, pero preferiría
no hacerlo: me gusto cuando callo

Reinicio mi reinado
y retomo el reto

No podemos quedarnos de brazos cruzados,
hay mucho por hacer: el mundo avanza
y se descompone en oportunidades

La descomposición es pura oportunidad,
es oportuno consignar
No podemos volver al pasado: estábamos
ante una oportunidad histórica, pero ya
pasó. Ahora hay que mirar para adelante
y avanzar con vocación de futuro,
dijo el gusano sano en avanzado estado.

Sólo la organización vence al tiempo.




sábado, 16 de noviembre de 2019

Súbitos óbices


(Horacio Ruminal)



Súbitos óbices relucen sucesivos
desde el ábside a la mácula
del penitente anónimo,
desde el aura del párvulo
hasta el muérdago que roza
la férula del prójimo

Súbitos óbices relucen sucesivos
desde el púlpito al hinóspito tentáculo,
del digitígrado al gasterópodo arrastrándose
a imagen semejanza, según la voluntad
del unigénito

Súbitos óbices relucen salubérrimos
en el epífito, en la ergástula,
en el epígrafe apócrifo
y en la égloga que brota
de la pluma del polígrafo.
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