lunes, 8 de marzo de 2021

La sed y lo sublime

 

(Abel A. Borda)

 

Hacele caso a tu sed.
¿Cuál?  Tengo varias sedes.

Eso es bueno, la biodiversidad
es parte de la creación divina.
Hay que oir todas las voces, y
establecer prioridades, como dijo el Prior.

-Yo tenía sed de justicia, ahora vengo
acumulando sed de venganza.

-La acumulación, puede leerse como una
forma de venganza:  se acopian objetos
o deseos accesibles, como compensación
o venganza por aquello que no podemos
acumular ni conseguir.
Los coleccionistas son un buen ejemplo:
la venganza es un sentimiento negativo,
pero ellos la ejercen sin provocar conflictos
ni alterar el orden. La reconvierten.

-Pueden darse a coleccionar bebidas
para apagar su sed…

-Botellas vacías, estampillas, insectos, libros,
caracoles, piedras o preguntas.  Hay una amplia
variedad de objetos coleccionables, casi todo
puede ser objeto… La elección del objeto a,
depende del sujeto.

-Su sed…

-Sí, ahí está el punto:  la sed, que era una falta,
una tensión, se transforma en algo positivo, la
acumulación: una suma que obtura esa falta y
resuelve la tensión de un modo superador.
La Sublimación, condición evolutiva, hace posible
la adaptación y el desarrollo sustentable de la propia
subjetividad.  Todo deseo es sublimable.

-Venimos a sublimar…

-Bueno, no sólo… En realidad no se sabe a qué
venimos.  Pero hay que estimular y promover la
sublimación, sin duda uno de los recursos más
interesantes para resolver los conflictos sociales,
ecológicos, ideológicos y ontológicos, liberando
las fuerzas productivas para seguir desarrollando
la voluntad superadora.

-Hay que aprender a sublimarlo todo, y apostar
a la sublimación permanente..?

-Bueno, eso parece excesivo, pero si bien la función
sublimatoria luce como un mecanismo complejo, en
última instancia es una operación tan simple como el
cambio de signo: lo negativo, se torna positivo. Todo
se puede reducir a eso, una simple inversión.

-Sublime…

-Sí, estamos sublimando.

¿Y qué hago con la sed de venganza?

-No le hagas caso a tu sed. La venganza, es un
sentimiento que no suma. Lo más inteligente sería
tramitar ese deseo por otra vía:


“Los inteligentes buscan soluciones.
 Los inútiles, buscan culpables”  dijo el Prior.


Hay que canalizar esa energía negativa, de un modo
productivo, positivo. Todos tenemos las armas o
instrumentos para generar nuestras propias
oportunidades.

-Sí, creo que entendí, hay otros caminos.
Voy a retomar y ampliar mi colección de armas.

domingo, 7 de marzo de 2021

El hombre nuevo y la oportunidad divina

  

(Onésimo Evans)


El hombre nuevo
contempló al dios que acababa
de crear, y vio que era nuevo.

¿era nuevo?

Tal vez no tanto, pensó para sí,
pero por algún tiempo podría
funcionar como novedad.

Tal vez no era bueno,
pero podía ser útil:
La novedad, lo novedoso, suele
arrojar siempre alguna utilidad,
y carece del lastre histórico.

Ahí radica el entusiasmo
por lo nuevo, pensó con determinación
el hombre nuevo:  El hombre es producto
de sucesivas novedades que supo incorporar
(se incorporó y avanzó). Incorporar es avanzar;
la propiedad de incorporar, amén de un mandato
biológico y divino, naturaliza la apropiación
como recurso natural de la evolución, y produce
nuevos sentidos.

Soy lo que incorporo

Pensó el hombre nuevo, y casi en el mismo acto
de emitir esta verdad, la incorporó  a su bolo
de verdades ya pensadas y apropiadas.

Pensó, con propiedad, en todos los sentidos
conocidos, y avanzó:

La propiedad es todo:

No sólo es el motor que impulsa la evolución
y nos permite elevarnos por sobre otros seres
animados, sino que nos otorga la conciencia
de nuestra superioridad, y nos ofrece los recursos
para superarnos y producir nuevos sentidos.

Contempló a su dios nuevo
con el recogimiento merecido y el regocijo
propio de quien cree en lo que crea.

Y comprobó que gozaba de las propiedades
necesarias para su función divina.
Luego, quiso compartir su goce
como buen creyente, y se santiguó
mientras pensaba un oración apropiada
para rendirle culto…



“La función social de la propìedad no se conoce.
  Pero su sentido último es el goce”

martes, 2 de marzo de 2021

El viajante y la memoria

 

 

(Estanislao Del Signo)

 

Una vacilación exitosa
en medio del camino
puede ampliar la visión del visionario,
del viandante genérico, del observador
imaginario y del viajero que huye

(Huye de lo que te excede:
es lo que quedó de El viajante,  novela
que leí al pasar, hace años, al hacer el
trabajo de pasar y corregir los borradores.
Mi memoria vacila al intentar recordar
el nombre de su autor, un hombre mayor,
abogado, que no quería abandonar esta
vida sin dejar algún legado)

Una vacilación exitosa
en medio del camino
puede enriquecer la vocación
del lector ocasional, perdido
entre las sombras que la memoria
no borró:  todos deseamos dejar algo
en otras memorias.

Pero el viajero que huye
puede volver a vacilar…

Podría haber huído, pero vacilé.
Podría haber vacilado pero huí.

Ambas opciones son válidas
en el orden semántico, ninguna
es superior en el plano discursivo

(Hasta que el predictor dirime:
El que huye, siempre tiene otra
oportunidad)

lunes, 1 de marzo de 2021

El infierno crece

 

 

(Remigio Remington)

 

El poeta es un fingidor
escribía Pessoa
seguro en su oficio o arte
monótono

A tal punto
que llega a creer
que es lo que finge:

Si hay un alma sincera
esa es la mía
(Rubén se relamía)

Se relame, se lee a sí mismo
y se aprueba:  ve que era bueno
sincerarse consigo

Hay cosas peores, señora,
creamé, que ser una ficción, un mix,
un combo de fixiones que se cruzan

¿Cuántos poetas crucificados en vano?

Religiones hay muchas, casi tantas
como dioses ¡Oh, comparación odiosa!

Los dioses crearon infiernos
y vieron que eran buenos,
luego, había que ocuparse en combatir
la desocupación y la capacidad
ociosa de sus creaciones

No nos engañemos:

No toda mentira es pecado
ni toda alma avara

Todo depende de la vara
con que midas tu destino,
me dijo la esfinge desde
su esfínter sin pasión  (las
pasiones son sólo humanas)

Hay que ser digno de lo que
se finge.

La duda sublingual

 

 

(Onésimo Evans)

 

La semiduda
dada u obtenida


(por medios artificiales o
sobreartificiales)


debe mantenerse
semisumergida
en el borde de la lengua
hasta alcanzar el punto justo
o la consistencia deseada

(sin lenguaje no hay deseo,
lo que no se emite se padece)

Para que todo precipite
hay un precio a pagar,
a consensuar: no precipitarse

Hay que capacitarse
para optimizar recursos
y reducir los márgenes de error

Hay que saber renegociar
como René, que ahora es sustentable
y no binarie y ya no duda
de la falta de definición:

Hay que saber reperfilarse
y llegado el caso reconvertirse

Vecina, no me haga caso,
ni mire con desconfianza
No vengo en son de venganza
Hace tiempo que no vengo

Sólo me aveciné como cualquier
hijo de vecino y/o vecina

Vecina, no me haga caso
no confíe en terceros
o prójimos  dudosos
Verifique, tome recaudos,
averigüe antecedentes:

Cada sujeto es un mundo


No podemos entender todos los
mundos, apenas procuramos  entender
uno, aspirando a un conocimiento
parcial   (Por lo que sabemos, este mundo
no es un lugar seguro, ni confiable
ni deseable, pero los otros
pueden ser peores)
 

martes, 23 de febrero de 2021

El tero y la terapia

 

 

(Abel A.Borda)

 

¿Suele hablar con animales?
-Conversos.

No,no le pregunto si lo hace en verso
o en prosa, sólo si les habla.
-Converso

Bueno, para hablar de conversación tiene
que haber un diálogo, una respuesta…
¿le responden?
-Sí, naturalmente.

Y ¿con qué tipo de animales?
-Conversos.

¿Puede especificar?
-Específicos y genéricos.

No, quiero decir ¿con qué especies?
¿con animales conocidos, domésticos?


-Animales conversos, y también con los
genuinos, para ser más específico, los
que aceptan su condición sin objetarla. 

 

Bien, vamos a tener que dejar acá.




lunes, 22 de febrero de 2021

Otro canto a la empatía

 (Remigio Remington)

 

Un insecto no identificado
se posó en la mesa
mientras tomábamos mate
con mi amigo Casimiro
(Casi, para los amigos)
como queriendo terciar
en la conversación, no
muy animada.

Nos miramos con Casimiro
(Casi, para los amigos)
a la vez que observábamos al visitante

¿Qué bicho será?

No lo conocíamos, ni yo ni Casi,
pero pudimos consensuar: es un insecto
¿Y qué es un insecto, sino un organismo
vivo, un ser deseante, sintiente y mortal
como nosotros?

¿Qué hacer ante esta presencia inesperada?

Consensuamos entablar una sana competencia:
cada uno en un papel, anotaría las impresiones,
inquietudes, sentimientos, identificaciones,
afinidades e imágenes y pensamientos positivos
que le despertara el bicho…

Una sana competencia, como los juegos infantiles
para ver quien era capaz de generar mayor
empatía con el insecto.  Así,  fuimos sumando
términos que reflejaban los distintos grados
de aproximación perceptiva y afinidad con el
intruso:   pariente, semejante, prójimo, compañero,
un hermano, un par, una partícula de sentido
cósmico que viene a compartir su mensaje de
amor.., y merecería el nuestro, que acaso sólo
vacila por la falta del significante correcto…

Faltaba el nombre: 


Consensuamos que era necesario
y gugleamos la foto del bicho en  sitios
entomológicos, pero  las respuestas dejaban
dudas, eran imprecisas…

Ante la imposibilidad de identificación
fehaciente, y el peligro que representa
cualquier animal desconocido, con Casimiro
(Casi) consensuamos que la decisión
correcta era deshacernos de él, por una
cuestión de seguridad…
Si lo ahuyentábamos, corríamos peligro
de que volviera con ánimo de venganza,
así que procedimos a aplastarlo como a
un bicho, después de consensuar.

En cuanto a la competencia,
comprobamos que éramos ambos
tremendamente empáticos,
y acordamos un empate.

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