viernes, 4 de marzo de 2022

El ritmo de la fe

 

(Horacio Ruminal)

 

El poema es un fin en sí mismo.
Como el ritmo, no tiene explicación:

Es tan poco lógico sostener un ritmo
como hacer un poema.

El ritmo se explica por pulsos
y secuencias: una discontinuidad
que se repite:

“Continuidad de lo discontinuo”


II
No se aprende: se incorpora, se lleva
y se mantiene en forma mecánica.

Incorporado el ritmo, él se apropia
de los cuerpos obedientes:  una
religión que no necesita imágenes.

El ritmo es ajeno a la evolución,
su esencia es la estabilidad, y la
réplica perfecta que lo reproduce
idéntico a sí mismo.

Conocemos diversos ritmos
a lo largo de la Historia, pero
ninguno es nunca nuevo.

El ritmo es ahistórico:  para él
sólo hay presente  -un presente
que se repite-

(El poema, en cambio, tiene una
historia, y nunca es idéntico a sí
mismo)


III
El ritmo, puede deducirse de lo
que antecede, ofrece todo lo que
un sujeto con cuerpo necesita.

Pero exige más fidelidad que otras
religiones y no contempla
la absolución, conmutación o el
perdón del pecado:

Una mínima distracción
y estamos perdidos:

la continuidad naufraga... 

 

 


 

lunes, 28 de febrero de 2022

Taxonomía de los verbos simétricos

 

(Ricardo Mansoler)

 

Entre los verbos simétricos
existen dos categorías bien diferenciadas:

Negativos y positivos  (simétricos, son
designados verbos que expresan acciones
que denotan la participación de más de un
sujeto)

Negativos:  
Debatir, discutir, luchar, combatir, ajusticiar.

Positivos:
Dialogar, consensuar, compartir, competir,
reprimir, amar.



II
Positivo y Negativo son complementarios,
ambos son necesarios en una armonía sana:
El ritmo armónico divide, tiempos fuertes y
débiles.
El ritmo, no sería posible sin el silencio.

(El silencio nunca es neutral, puede percibirse
como negativo o positivo según su función en
el tiempo)



III
“Ama tu ritmo”  El imperativo enunciado
que inicia el conocido poema, es una fórmula
prodigiosamente positiva:  El ritmo, es puro
movimiento  -un movimiento repetitivo-
y es la esencia de la vida. Todo ser vivo
contiene funciones rítmicas, está compuesto
de ritmos que lo expresan bajo distintas formas.

El ritmo es el alma de la vida, aunque  es una
manifestación física, verificable y mensurable.
Sí, es una medida:  “Ama tu ritmo, y mide tus
acciones”

(La acción de medir es claramente positiva,
pues produce conocimiento y seguridad
ontológica:  lo que no se puede medir, no
existe, como averiguó la ciencia.
Producción, conocimiento, seguridad, son
términos positivos que suman, en alguna
medida)



IV
¿Y el amor?  ¿Qué es el amor?

Hay versiones, no contamos con una
definición definitiva y taxativa. Pero
sabemos que es un sentimiento de alto
valor positivo;  acaso el más alto.

Luego, el amor, verbo positivo por
antonomasia y también simétrico  (salvo
el caso patológico conocido como amor
propio), suele producir distinta clase de
relaciones asimétricas , que redundan en  
subordinación, dominación, resignación
y hasta violencia.

Lo positivo, es que hay otras opciones:
Se puede reincidir, seguir participando
y repetir como el ritmo ordena.

Aunque el amor es ciego, y nunca se sabe
si lo elegido era la mejor opción.



V
Ama tu ritmo, podría ser la opción
superadora. Pero no sería simétrico, y
acaso el ritmo no te corresponda, ni te
ame.

Las almas tienen sus bemoles, su armadura
de clave y sus propias cláusulas rítmicas:
Hay ritmos simples y compuestos, algunos
muy complejos. Pero todos se descomponen
en células rítmicas.  

(Es complicado amar algo que se descompone)

Ama tu ritmo, él sólo pide obediencia,
y repetir en forma indefinida:
El ritmo es un fin en sí mismo.

(¿Como el amor? ¿Cuántas formas hay de ser un fin?

Le pregunté a un serafín:  Son finitas, me informó)

La experiencia repetitiva ofrece más
seguridades que el amor, y se puede
sostener un ritmo mientras se espera
por almas pares o simétricas.

(Aspirar no es un verbo simétrico, pero
aspirar es siempre positivo:  me dijo un aspirante)



VI
Ama tu ritmo, y ritma tus aspiraciones:
es lo que  hay, se puede repetir…

(Si te resulta dudoso, extraño o
complicado, hay otros objetos y
sujetos rítmicos para armar y amar:

Ama el de Darío,
que hará brotar en ti mundos diversos
o busca en el multiverso, en la sección
ofertas. Hay ritmos para todo y todos,
ama alguno, no importa la propiedad
intelectual ni el autor material:

Todo ritmo es apropiado y apropiable;
basta entrar y repetir.  Sólo nos pide
obediencia)

Si no te sienta el de Darío
y ninguno te convence,
está el mío, que es único, irrepetible,
asimétrico, reutilizable  y sin valor
comercial.

No está acá, debe andar por ahí,
no sé ni cuando lo perdí.



 

domingo, 27 de febrero de 2022

almas, ranas y almorranas

 

(Carlos Inquilino)

 

Una rana en la almohada.
Podría ser un hada
que adoptó esta forma:  toda
hada puede cambiar de cuerpo
como de almohada.

Las hadas son almas inquietas
como ranas, no descansan
en almohadones ni en almohadas.

Una rana cualesquiera dada
puede dudar entre ser hada
o hado, o simple rana que nada
sin saber cual es el lado
correcto de la almohada.

Las almas tienen sus aristas,
las hay que arrastran historias
opinables o punibles; cargan
con ese peso que no pasa.

Las ranas son más livianas
que su nombre: la almohada no
se hunde ni deforma por su peso:

Se puede compartir perfectamente
la almohada con un hada y una
rana anonadada.

La rana no se queja ni acusa
problemas cervicales
ni almorranas, observa una
dieta sana.

Se sabe más de ranas, que
de hadas y almas. Se desconoce
si las ranas tienen alma.

No sabemos mucho de ranas;
sabemos que saltan, croan y son
buenas nadadoras  -aunque sólo
cultivan un estilo: pecho-

Se diferencian de hadas y almas
en que éstas no se reproducen,
aunque no lo sabemos a ciencia
cierta.

Hace algún tiempo, era común
utilizarlas en el aula para producir
conocimiento:

La disección de la rana, una
clase práctica donde se abría
el pequeño cuerpo, para que
los educandos observaran y
conocieran su contenido.

¿Cada estudiante portaba su cadáver?

No, se necesitaban vivas para
estudiar sus signos vitales. 

(Seguimos estudiándolos)

sábado, 26 de febrero de 2022

Nuevos aportes para una Teoría del estado: El estado interesante

 

(Horacio Ruminal)

 

El estado interesante, amén de ser uno
de los más dudosos entre los estados
conocidos, es un estado paradojal:
Un estado inestable, tan provisorio
como relativo  (propiedad natural de
los intereses).

La condición que agrega el adjetivo,
ni siquiera depende del propio sujeto
de ese estado, que para asumirla y
reconocerse merecedor/a/e, debe
verificar la existencia de interesados/
as/es, algo por demás dudoso, en tanto
se vincula a la percepción, que tantas
veces nos engaña.

Luego, nunca sabremos si se trata de
un interés real, o sólo un artilugio
para obtener algún beneficio o utilidad:
Hay quienes son capaces de fingir muy
bien y están dispuestos a hacer cualquier
cosa para obtener lo que desean y satisfacer
sus intereses, que acaso no sean los nuestros.

Los intereses son cambiantes, volátiles,
sujetos a la evanescencia de los mercados,
a diferencia del sujeto propio, que siempre
es idéntico a sí mismo, aunque cambie de
opinión y de intereses.

Por último, volviendo al objeto de este
ensayo sin pretensión filosófica o
literaria ni interés alguno que merezca
reproducirse, pero aceptando que todo
texto es político, cabe volver a formular:

El estado interesante ofrece más dudas
que certezas:  ¿Qué se puede esperar de
un estado inestable?

Que nadie espere nada de esos interesados
que pululan por doquier y hablan nuestro
mismo idioma.  Suelen medrar con los
discursos mejor tramitados y hacer virtud
del engaño alabancioso.

Hay que saber leer la letra chica de cada
vocablo, cada emisión u omisión, cada
silencio.

Mi estado es éste: ¿un sustantivo, un verbo?
¿Una respuesta vacante?

Táchese lo que corresponda.


Sólo espero no escribir nada interesante.



viernes, 25 de febrero de 2022

Cuévanos

 

(Aquino Lamas)

 

¿Cuántas cosas caben en un cuévano?
¿es más que una palabra?
¿Cuánto vacío puede contener un
cuévano maduro?

Cuando Eva, evacuando su cueva
reconoció a su madre en el agua
al ver su imagen reflejada,
dijo habemos, bebamos, y todo
comenzó a bajar y ordenarse
con fluidez, como era necesario
para que la necesidad descienda
y se replique:

Me bajó, confirmó Eva
aún sin un interlocutor válido.

(Vio que era bueno el descenso,
y aún mejor descender de otros)

Repasó su flamante pasado
al tiempo que exclamaba:

¡Qué cueva que evacué,
  qué cueva que evacué!

(bis)

Vio que era bueno repetir, gestar,
reproducir sin sentido y repitió
y engendró el estribillo primordial:

¡Qué cueva que evacué,
qué cueva que evacué!

Excitose con el éxito
de la repetición de su propia
cita, y fue por más:

¡Qué cueva que evacué,
qué cueva que evacué!

¡Qué cueva que evacuaba,
que evacuaba, que evacué!

Y dio a luz el ritmo,
madre de todo
en sus distintos géneros,


desde el compás binario
de su propia evacuación.





 


jueves, 24 de febrero de 2022

Hace falta

 

(Tomás Mercante)

 

No hace falta ir al campo para sembrar.
No hace falta ir a un aula para estudiar.
No hace falta ir a misa para rezar.
No hace falta.

No hace falta ir a las fuentes para abrevar.
No hace falta ir a una cancha para jugar.
No hace falta ir al agua para nadar.
No hace falta.

No hace falta ir al centro para concentrarse.
No hace falta ser escribano para no escribir.
No hace falta ser nudo para desnudarse.
No hace falta desnudar para conocer
No hace falta ser ciego para no ver.
No hace falta.

No hace falta obtener para tener.
No hace falta tener valores para agregar.
No hace falta tener para compartir:
No hace falta autorización ni hace falta
empoderarse para poder compartir esa falta.
No hace falta.

Hay un pozo vacante
que crece y se expande,
no para de ganar profundidad.

Puede ser tuyo:  Te quiere ver ganar.
¿no pensaste?

No hace falta. 



viernes, 18 de febrero de 2022

Subordinación natural

 

(Horacio Ruminal)

 

¿Hay valores fuertes y débiles?

Dudamos: la duda es signo de debilidad.
Si bien se reconoce el valor de la fuerza,
hay una deuda histórica con la debilidad.
No nos engañemos, los débiles nunca
hacen la Historia, se repite. Pero ostentamos
una historia dudosa, engañosa, edificada
sobre cimientos débiles.

Para ser justos, hay que tomar distancia,
romper con ese miasma teórico y retórico
basado en argumentos débiles y odiosos
sin otro valor histórico que el de sostener
el engaño.

Para ser justos, hay que odiar bastante.



II
Odio el deber:  deben los débiles.

No me debo a mis lectores, suscriptores,
electores, detractores, objetores, correctores
ni predictores.  Mucho menos a acreedores
reconocidos o no.

No me reconozco deudor en ninguna de sus
acepciones ni opciones disponibles.
No me debo, no necesito actualizar mi saldo
ni solicitar un certificado de libre deuda.

Odio el deber, fuente de toda sinrazón e
injusticia.
Para ser más preciso, hay que desterrar toda
debilidad: los recursos discursivos, son
artilugios de  la debilidad.

El deber es una perversión, acaso la peor.
La noción del deber sostiene el estado  de
debilidad y desarrolla voluntades débiles,
deudoras de la necesidad de obedecer, que
en el colmo de la abyección honran la
obediencia debida.

(Sólo una voluntad corroída, vaciada y
corrompida puede abrazar una causa cuya
consigna es “subordinación y valor” y
sentir orgullo de una supuesta vocación
de servicio:  cualquier otra vocación es
más digna, y también cualquier vicio)



III
Los débiles son un algoritmo:
sólo buscan patrones confiables.

Los débiles no tienen vocación, sólo
saber servir, obedecer. Sólo pueden
tener deudas y deberes.

No conocen sino pasiones y emociones
débiles y dudosas, como la empatía, el
amor al trabajo y el apego al pago.
Y nunca terminan de pagar.

Los débiles sólo tienen dos destinos
posibles: el vicio, la abyección o la
obsecuencia.

Odio los límites impuestos y mal
tramitados por el pensamiento débil:
productos mal terminados por pura
debilidaad.

Odio los límites de la debilidad,
borrosas líneas de barro
que sostienen la producción del
mundo sensible, un mundo lábil
y débil.

 

IV
Las sociedades más desarrolladas,
mantuvieron durante algún tiempo
el principio de que el Estado debe
asistir y proteger a los más débiles.

Hasta que la realidad los disuadió:
Se iban convirtiendo en estados débiles.

El triunfo de la debilidad, no es algo
auspicioso para nadie, ni siquiera  
para los débiles.


Odio a los que se amparan en la
debilidad constitutiva como argumento,
para justificar una justicia débil, que
administra la distribución de culpas:

Quien pretenda administrar esa carga
y su distribución, merece el mayor de
los desprecios.

Es tan sabido como ocioso, que los
únicos culpables son los débiles.
La culpa los identifica, les pertenece
y es el único sentimiento que pueden
compartir.

La culpa es, en sí misma, un castigo:
la debilidad se castiga. Así, la culpa es
el alma de todas las religiones:
sin culpa no hay pecado.

La culpa debilita; donde hay culpa
no habrá goce  -no hay un goce débil-

El goce es un signo vital, y por tanto
ajeno a naturalezas débiles.


V
Odio a los que se inclinan a creer
que siempre se debe estar del lado
de los débiles.  

Su propia debilidad  les impide llevarlo
a la práctica y hacer lo que dicen.

Yo no hago lo que digo
ni digo:  soy lo que hago.

No soy lo que debo
ni hago lo que debería.

(Son pocos los que hacen lo que dicen,
no es fácil ser coherente entre semejantes
que no suelen serlo.  Es más simple y
seguro hacer lo que se debe: obedecer.

Mejor que decir es hacer, decía el líder
popular, recordado por lo que hizo, pero
sobre todo por lo que dijo)


VI
Tengo una teoría:

Los débiles se amparan en creencias,
dogmas y doctrinas. Se escudan en la
ciencia o en la existencia de un Orden
o conciencia superior:  todo aquello
que se pueda obedecer.

Algunos son capaces de desarrollar
teorías peregrinas para justificar su
condición y hacer valer como atributo
esa debilidad intrínseca.

El lenguaje es su mejor arma:
La palabra, su ambigüedad apropiable,
la esencia débil de su condición binaria,
es el recurso natural y perfecto para
generar argumentos de alta complejidad
y aumentar la confusión reinante.


VII
¿El reino de los débiles?

No, no pueden, ellos prefieren el anonimato,
se acomodan, aceptan y subsisten. Conocen sus
límites, y saben que la debilidad sólo puede
tramitarse y sostenerse en la oscuridad de la lengua.

Saben armar un buen discurso y hacer dudar
de todo a propios y extraños. No es extraño
que escriban buenos textos, o al menos
memorables, y sean buenos oradores.

Que no te engañen, no los oigas, no los leas!

No olvides hermano:


La palabra es el último refugio
de la debilidad humana. 



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