domingo, 19 de marzo de 2023

Combatiendo la contaminación

 

(Aparicio Custom)

 

El Gobierno de la ciudad

está preocupado por la contaminación.


Algo que nos afecta a todos, en distinta

medida: No todo puede medirse, pero

resulta auspicioso que las autoridades

se muestren sensibles a todas nuestras

necesidades, aún en distinta medida.


Toleramos bien la contaminación

dentro de ciertos niveles, estamos

adaptados a convivir con ella: entendemos

y aceptamos que es un costo del progreso,

el crecimiento y el desarrollo sustentable.


Pero sabemos que nos involucra a todos,

receptores o emisores, lucremos o no con

ella, y es más diversa de lo que percibimos:


Está en el aire, la tierra, el agua y todo lo

que vemos, oímos, respiramos. Incluso

en estas palabras:


Es omnipresente, no se puede hacer mucho,

pero es bueno cobrar conciencia para no

emitir más contaminación de la necesaria

(La conciencia, está bastante contaminada)


Ante este panorama, hay que resaltar la

actitud de quienes nos gestionan (en un

sentido extensivo: gestionan la ciudad)


Saben que la lucha contra la contaminación

es esencial para lograr el bien común, o al

menos aspirar (no sabemos todavía, cual

sería el tan mentado bien común: nunca

fue más que una aspiración)


Las autoridades no descansan, y nos hacen

saber: El combate a este flagelo, hay que

librarlo en distintos frentes y en varias

etapas:


Hay que separar, como separamos la basura,

y atender cada foco en particular, disponiendo

las medidas que resulten saludables.


Por ahora, estamos aplicados al problema

de la contaminación visual. Afirman los

funcionarios en ejercicio, plenamente

comprometidos con las necesidades populares:


No podemos mirar para otro lado.


Estamos llamando a una licitación para

erradicar a las personas en situación de

calle.


Queremos recuperar nuestro paisaje

urbano en toda su magnitud, libre de

contaminación para que volvamos a

disfrutarlo y atraer al turismo.


sábado, 18 de marzo de 2023

El vuelo del martillero

 

(Aparicio Custom)

 

El martillero abandonó a su presa

ante la sorpresa de los contribuyentes,

en un desliz propiciatorio

absorto, seducido y abducido

al observar el vuelo de una uña

encarnada.


¿Estuvo equivocado?

¿Debió asumir el error al encarnar?

¿Estaba volviendo a ser engañado por

sorpresa por su presa?


¿Era para pensarlo? ¿Era éste el momento?

¿Era todo producto de su imaginación algo

volátil?

¿Estaba previsto que el engaño fructificara

al salir airoso?


¿O era todo una repetición?


Las partes autorizadas acordaron suspender

el remate sin más trámite. Había otras

prioridades. Los deslices son imprevisibles,

hasta el más cauto comete.


Alguien habrá conseguido su cometido,

ahora matar o rematar no altera las funciones

ni el resultado del poema que ya venía

tambaleándose.


Seres alados, ungulados, creyentes

o incipientes se deslizan en una misma

línea de tiempo. Todos, tan predadores

como presas.


Una uña, no tiene ningún valor

desafectada de su cuerpo. Ahora

es una parte inútil, un exceso que

se desprendió para siempre.


¿Es todo parte de la misma repetición?


Ya nadie pudo volver a ser original,

había una trayectoria que respetar y

repetir.


El martillero no bajó,

siguió en su vuelo tras la carne

inseparable de su uña y el martillo

no bajó.


No había nada que rematar

ni había remate.



viernes, 17 de marzo de 2023

Travesías siamesas

 

(Aquino Lamas)

 

Meciéndome y meciéndome

avancé hacia mi como un mesías

siamés que nadie espera separar

de sí.


Discontinuado de origen

prosperaba sin conocer necesidad

más justa.


No sé si hacía bien: había perdido

la capacidad de juicio, pero las otras

estaban intactas, y crecían en todos

los sentidos.


No había motivos para estremecimiento

ni otros movimientos sospechosos

de alimentar dudas entre el punto

de partida y el de llegada.


El mesianismo es un humanismo; en un

punto, todos esperamos algo sin ningún

fundamento. Los fundamentos pueden

esperar.


La cena está servida, me avisa la cucaracha.

Meciéndome pensé:  El problema de Gregorio

Samsa, era la falta de un siamés.


Meciéndome como dios manda, o su siamés

el mesías, decidí abandonar la mecedora

en forma temporal, para cenar en comunión

con dioses, mesías y el resto de organismos

vivos.


Volveré a mecerme a voluntad, si así lo

quiere el mesías, mientras espero sin prisa

a mi mecenas, entre mis presas siamesas.


El fracaso popular

 

(Tomás Mercante)

 

El pueblo fracasó, compañero.

Soplan nuevos vientos, no son vientos

de pueblo…

El campo popular fue desmontado,

intervenido y genéticamente modificado:

Fue reconvertido, ahora es un recurso

retórico para obtener consensos y sostener

la producción de sujetos funcionales.


El pueblo fracasó, como sujeto histórico

y como significante, me hizo saber un

compañero intelectual: Yo soy del pueblo,

pero ya nadie habla del pueblo; hoy es un

anacronismo, un significante vacío.


Nosotros también somos un anacronismo,

una curiosidad histórica; un resabio del pasado.


El pueblo lo aceptó, y asumió su fracaso.

No supo estar a la altura de la historia y ella

lo metabolizó, o lo fagocitó; es indistinto:

Un verbo no cambia la historia.


Estamos solos, compañero. El pueblo ya no

puede acompañarnos: todas sus conducciones

fracasaron, mientras el enemigo crecía y se

empoderaba cada vez más…


Ahora, ni siquiera nos respetan como enemigo;

no nos reconocen, no calificamos, no servimos

ni para enemigo interno.



-¿Qué se puede hacer, compañero?



Nada, el enemigo supo ser más astuto que

nosotros, e hizo lo que había que hacer:

Desmontó todo, impuso sus valores apocrifos

y nos dejó sin nuestras bases de sustentación.

Ahora disfruta su desarrollo sustentable…


Sólo tenemos que cuidar el lenguaje, la palabra

compañero es sospechosa, ahora se usa para

cualquier cosa, compañero.

Fue vaciada, desguazada, y ya no tiene aquella

carga subjetiva que nos mantenía unidos como

pueblo.


El pueblo ya no es lo que era, y tampoco es

otra cosa; No se sabe qué es el pueblo, pero

es mejor no nombrarlo, ya que remite a algo

que fue superado: La Lucha de Clases, algo tan

caro a nuestros principios (o al menos a algunos

de los nuestros) como para ofrendar su vida

para cambiar el rumbo de la Historia…


Pero la unidad fracasó. Y eso es parte del pasado.

En esa lucha ganaron ellos, como también en las

otras.



-Nos queda la memoria…



Sí, y tampoco durará mucho. Hemos envejecido,

y las nuevas generaciones no tardarán en olvidar

todo. Ahora imperan otros valores.



-¿Y las reservas morales del campo popular?



El campo popular colapsó y se reconvirtió,

no queda nada, ni maleza… El pueblo fracasó,

y supo aceptarlo y asumirlo: es buen perdedor.


Estamos solos, compañero: Nadie puede ir contra

la voluntad del pueblo.


martes, 14 de marzo de 2023

Una épica del Carnaval

 

(Tomás Lovano)

 

El Carnaval ya pasó,

me dijeron. No estaba muy atento;

no soy afecto a estos festejos y,

con el calor, no se puede estar atento

a nada.


Creo que cuando empezó el Carnaval

ya estaba la ola de calor, que nos sigue

acompañando (cada cual tiene las

compañías que merece)


No tengo muchos recuerdos del Carnaval.

Estas cosas pasan: pasan las comparsas,

los carnavales y pasará también la ola de

calor, se supone; siempre que llovió paró

(aunque nadie sabe cuál fue la última

lluvia)


Todo el mundo conoce las causas del

Cambio Climático, y a sus responsables

directos e indirectos. También, que era

algo inevitable:


Estas cosas pasan, como las comparsas,

los carnavales, pasará el Cambio Climático

y vendrán otros. Sabemos que siempre

se puede estar peor.



II

El Carnaval sirve para olvidar todas esas

cosas que pasan, y festejar, también, haber

sobrevivido. Una válvula de escape que

expresa la alegría popular (que no necesita

fundamentos) para volver a la realidad, con

las energías renovadas.


No tengo muchos recuerdos del Carnaval.

No suelo participar de las fiestas populares,

ni de las otras, probablemente más numerosas

y fundamentadas.


No sé mucho, sólo que es una fiesta pagana

y que es celebrada por todas las culturas

paganas y otras.


Alguna vez fui a un baile de Carnaval, como

todo el mundo, en un club muy grande: Me

aburrí bastante, nunca me costó mucho

aburrirme en las reuniones.


No tengo buenos recuerdos del Carnaval,

tampoco malos; tengo pocos: unas pocas

veces me mojaron por la calle, y otro:


Un trabajo que perdí (habrá sido el tercero

o cuarto de una larga lista)


Llevaba pocos meses como empleado de una

librería (de las .que nunca pisaría para comprar un

libro) cuando llegó el Carnaval…


Tiempos de dictadura, el feriado era optativo

y el dueño decidió que esos días eran laborables.


No lo acepté y se lo hice saber:

Resigné el trabajo, pero defendí mis derechos.

¿Quién iba a hacerlo sino yo?


El ocio no se negocia, el Carnaval se debe

respetar, aunque seamos paganos.


lunes, 13 de marzo de 2023

Plantas exóticas

 

(Onésimo Evans)

 

Me arremangué como una planta silvestre

(para algunos sería exótica, para otros

indistinta: la mayoría sostiene el predominio

de lo indistinto)


El éxito de las taxonomías produce nuevos

adjetivos, algunos más útiles

que esta moneda cayendo en saco roto.


Toda forma es provisoria

y todo saber, provisional.


La necesidad de rotar sobrevive

a todas las tormentas.


Siguiendo el derrotero de los náufragos

que asumen lo que huye y los excede,

plantan bandera en cualquier parte y

fundan parvularios paralelos, observando

la evolución del cielo y esperando

la alineación de los astros.


Esta planta arremangada no puede

prosperar, sino en un paisaje exótico

y extático: tierras incultas que no

conocerán el éxito en vida.


Nunca hubo nada que envidiar

de los cultivos espontáneos.


La moneda cayó por su propio peso,

es un cuerpo que cabe en este cuadro.


El óxido la espera, paciente,

como a todos los cuerpos oxidables

en condiciones normales, es decir

naturales.


El óxido del metal civil

es buen abono para plantas exóticas

o autóctonas o extintas, es indistinto.



domingo, 12 de marzo de 2023

Ell control de la adicción

 

(Remigio Remington)

 

Me hice adicto a una palabra,

contraje esta adicción.


No puedo dejar de usarla

y tampoco de repetirla.


No es nada, suele ocurrir, sólo

que a veces no lo percibimos.

Me dijo mi asesor comercial.


“La repetición y la adicción

trabajan en la misma frecuencia

semántica y se editan entre sí,

lo que facilita la reproducción de

las condiciones de producción de

la adicción. No hay mucho más

que decir”


No pienso decir nada de esta palabra,

aunque es probable que la siga usando

cada vez que pueda, con o sin voluntad.


Ahora no puedo, pero podría decir: la

voluntad no es mucho más que una

palabra.

 



En  La interrupción gozosa y los misterios

de la reproducción asistida con recursos

digitales  (en desarrollo)


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