sábado, 6 de julio de 2024

Afinidad dilapidada

 

(Nicasio Uranio)

 

Entre tanta oportunidad desperdiciada,

y tanta afinidad dilapidada, hay quien

encuentra natural abrazar la soledad.


Ante la duda, conviene descartar

el riesgo de afinidades tóxicas.


Los márgenes de error están en pleno

desarrollo y el crecimiento sostenido

de la diversidad los multiplica:


Ahora son diversidades, y en el futuro

no se sabe:


La naturaleza humana busca diferenciarse

cada vez más de sí misma. Ya no alcanza

con saberse irrepetible y único, vamos por

más.


El sujeto vacila ante la complejidad del mundo

que creó, y se defiende diferenciándose

de quienes le resultan sospechosos: los otros.


No se siente seguro en la primera persona

del plural, no quiere saber nada con el

prójimo ni quiere ser un semejante.


Suele refugiarse en los márgenes de error

del sentido de pertenencia.


En otras condiciones, hubiera aceptado

alguna afinidad lejana. Ahora no desea

correr riesgos.


¿Somos afines a lo que desafina?

¿Es lo más seguro?


La mesura es la mejor compañera,

a la soledad ya la conocemos: Dios está

solo, siempre lo estuvo y no le va tan mal.


Conviene desconfiar de las afinidades

electivas y ser más selectivos


Velo rozagante

 

(Amílcar Ámbanos)


No te inclines a la inquina.

No malgastes tu disgusto,

procura desairar la ira.


Hay un velo ocultándote

lo positivo de este mundo:

¡Velo!


¡Descúbrete en el velo

y déjalo que vuele!


¡Goza sin desvelo el goce

de ese velo descubriéndote!


Abandona todo sentimiento negativo,

desde el desdén, hasta el hastío.


¡Hostia! No necesitas inclinarte

hacia ti mismo para beber tu hiel.


Sólo el olvido resuelve nuestras

culpas, nadie es culpable de olvidarlo

todo.


Nos es velado ver el velo

pero podemos compartir el roce

a la velocidad del goce, tanto

como el velo rozado por el goce

del otro, que no es otro que ese

velo que te oculta.


No te ocultes, ni veles el fracaso

ajeno: No seas inquilino de la

inquina.


No te malgastes en pasiones

negativas. Concéntrate en tu propio

vuelo, en los pliegues incultos

de tu velamen póstumo.


Otros tienen sus velos

y se mueven. Obsérvalos

rozándote y mantén tu propia

inclinación.

jueves, 4 de julio de 2024

La victimización no tiene futuro

 

(Serafín Cuesta)

 

La víctima aún no logró

ser identificada.


Es sólo cuestión de tiempo,

se descarta. Por ahora

evoluciona bien:


Hay optimismo entre las partes.


El mundo siempre se dividió

entre víctimas y victimarios, aunque 

aquellas son más y registran un 

crecimiento sostenido en el tiempo.


Se estima que en el futuro,

según la tendencia evolutiva

y si no ocurre nada extraño,


sólo habremos víctimas,

es sólo cuestión de tiempo.



miércoles, 3 de julio de 2024

Inversiones libres

 

(Aparicio Custom)

 

Hay un volumen diverso de inversión

inadvertida en curso, cuya práctica

hemos logrado automatizar.


La inversión es continua y estable;

Algunos no la ven, pero es un claro

signo evolutivo.


¿Cuántas palabras toleran la inversión?

 

No sé cuántas invertí hasta aquí, pero

algo dije y diría más: 

 

Sin inversión casi no habría actividad 

humana que mereciera alguna evolución.

como tampoco nada cuya evolución

justificara el riesgo de invertir.

 


En un sentido inverso, toda evolución

conocida procede de alguna forma de

inversión, aunque no la veamos.


Aunque no la veamos, la inversión

nos atraviesa y viceversa.


Ahora atravesamos una etapa de transición

pero las transacciones no declinan, hay fe.


Crece el volumen de la fe mientras se

esperan nuevas inversiones.


(Algunas podrían estar llegando,

aunque no las veamos)


Competencias del amor

 

(Florencio Cusenier)

 


Al perderme tu a mi

yo y tu hemos perdido.


Se produjo un error,

algo falló: Tal vez

la competencia nos mató.


Amamos competir, compartimos

ese amor.

Sabemos que la competencia sana

todo lo mejora.


Nosotros, los de entonces,

ya no somos los mismos:

ahora somos mejores,

al menos yo; no se tu.


Siempre aspìramos a más, es cierto.

Y la competencia nos superó.


Pero no, mi amor, mi amor

a la competencia no mermó, es más:

se enriqueció.


Lo nuestro fue una oportunidad

que se perdió. Nos perdimos, y

ahí perdimos los dos.


Pero de los dos, tu pierdes más

que yo, porque yo aprendí de ese

error no forzado y capitalicé el

fracaso en forma positiva:


Estoy mejor que nunca, más seguro

de todo y mucho más competitivo.

 

Otra vez no me pasa, y si pasa será

parte del camino a la superación,

un camino sin retorno.


Lo siento por ti, pero el amor es así:

Hay que saber ganar y perder,

lo importante es competir.


Como recuerdo, te obsequio una

frase plena de sabiduría trascendente:


Sólo quien conoce el fracaso

puede valorar el éxito

y gozarlo en plenitud.

martes, 2 de julio de 2024

Cómo leer el prospecto

 

(Serafín Cuesta)

 

No leas el poema

como si fuera un prospecto,

dice el prospecto del poema.


No leas el prospecto

como si fuera un poema,

dice el poema adjunto

a su prospecto.


¿Cuántos prospectos lee

un hombre comprometido con

su tiempo a lo largo de su vida?


Es difícil mantener un compromiso

como ese a lo largo de la vida.


Las vidas son más largas o más

cortas, al margen del compromiso

asumido con el tiempo.


Sólo el tiempo es el mismo:


No hay prospecto que indique cómo

administrarlo. Lo consumimos así,

sin saber.


Si leyéramos todos los prospectos

tal vez sabríamos más, pero no hay

mucho tiempo:


Nadie sensato dedicaría tanto tiempo

a la lectura de poemas y prospectos.

Mucho menos al prospecto del poema:

Eso explica que la mayoría de los

poemas vengan sin prospecto.


El prospecto, acaso tenga más futuro

que el poema.


El tiempo no tiene ningún compromiso,

o acaso tenga uno con sí mismo, como

cualquier poema con o sin prospecto.


(Nunca escribas la palabra poema

dentro del poema. Si fuera inevitable,

hacelo en el prospecto:


Es sabido que nadie los lee, como la

letra chica del poema)


lunes, 1 de julio de 2024

Nicanor y su ocarina

 

(Ricardo Mansoler)

 

Nicanor empuña su ocarina

con desdoro. Sopla a través

suyo, extrayéndole sonidos

anodinos, dizque andinos.


Nada desdeñable.


Admiro el empeño con que empuña

Nicanor ese pequeño objeto perforado

que apenas cabe en el cuenco

de las manos.


Se hacen cóncavas, para contener

ese cuerpo menor entre los dedos

como una araña que abraza su presa

con todos sus miembros.


¿Es feliz Nicanor con su ocarina?


De esa relación, nace una melodía

elemental y sin matices: Él cree

que hace música, una música

nativa y ancestral.


Yo lo celebro. Celebro a Nicanor,

a su empeño denodado al emitir

el propio aire tanteando con los dedos

los diminutos orificios para extraer

placer.


¿Es sólo placer, o hay goce?


Es admirable que un hombre

hecho y derecho como Nicanor

pueda gozar con el discreto volumen

de ese cuerpo perforado. No sé.


¿Está afinada la ocarina?


¿Es feliz Nicanor con ese cuerpecito

de materia muerta?


¿Desafina Nicanor, o es su ocarina?


¿Alcanzan unos dedos humanos

para abrazar el cuerpo del placer?


¿Hay un goce en el sonido

o en la sensación que lo atraviesa

al obtenerlo?


¿Cuántos orificios necesita

la felicidad de un hombre?



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