(Malcolm Mercader Ergástulas)
La poesía sobrevive a todas
las ideologías.
¿Las resiste? No, no necesita
resistirse a ellas para sobrevivir,
basta adaptarse a una u otra
según sea oportuno.
La ideología es temporal, provisoria,
tiene un momento de expansión, y
luego declina.
Algunas declinaciones son más lentas
pero la entropía es indeclinable y su
movimiento tiende a cero, como la vida.
Es una cuestión de tiempo,
como el poema que empieza y desciende
suavemente hacia su fin. ¿Cuánto dura la
vida del poema?
No tiene una única, se divide:
La de su factura y la de sus lecturas,
aunque sea singular. Ambas son breves
y acotadas, pero le bastan para existir.
Es un objeto efímero el poema,
que se alimenta de todo y sabe ocupar
su lugar entre las especies efímeras,
que no son pocas.
Tampoco son pocos los poemas,
que siempre vuelven a emerger y brotan
de la nada como hongos y siempre están
reproduciéndose, aunque no nos enteremos.
¿Decimos que resiste?
El poema sólo resiste al tiempo, por eso
sobrevive a las ideologías, aunque las
contenga.
La poesía, en cambio, es un lugar vacío
que no resiste nada, ni se mueve de su
sitio histórico.
La Historia está compuesta de ideología,
se debe a ella.
Sólo el poema puede prescindir, pero es
difícil que lo haga, sin convertirse en un
objeto estéril, vano y sin interés.
Los intereses son inseparables de la ideología
y son lo único que sobrevive entre mortales:
Siempre encuentran una “nueva” ideología
que los exprese.
Incluso dentro de un poema como éste,
que no es un poema pero podría serlo.
La poesía va a sobrevivir hasta a la última
ideología humana, me dijo un ideólogo
altamente calificado.