viernes, 31 de marzo de 2017

La voluntad popular

(Epifanio Webber)



La voluntad no necesita fundamentos;
al igual que el deseo, puede ser firme
o vacilante, poderosa o claudicante.

Los débiles, ostentan voluntad y deseos
débiles, como los pobres de espíritu:
Se contentan con servir voluntades y
deseos ajenos.

La servidumbre voluntaria representa
la forma superior de organización
política de los espíritus. Aquellos que han
sabido entender que el presente no es lucha;
el presente es lo que es y es irreversible: "la
lucha de clases terminó; ganamos nosotros"
-dijo un representante del capital financiero
desde el Norte de la globalización-

El pueblo, ha dejado de existir como sujeto.
La voluntad popular es objeto de diseño.
En el mundo globalizado, todo se produce,
como la Historia y el sujeto histórico.
 
La desigualdad es tan histórica como el
sujeto que la acepta: Nunca fuimos iguales,
la evolución alcanzada es producto del desarrollo
desigual y las relaciones asimétricas. 
 
La igualdad no es posible, más allá del ámbito
retórico: Si fuéramos iguales, no tendría sentido
la competencia, que es lo que provee sentido a
la sociedad tanto como al sujeto.



domingo, 26 de marzo de 2017

Deuda histórica

(Onésimo Evans)


Autóctonos o no,
compartimos síntomas, divisas
y consignas, culpas y premisas.

No nos une el amor ni la empatía,
sino apenas unos símbolos dudosos
y una deuda histórica: deuda, historia
y lengua son cosas compartibles y
heredables.

Nos une una lengua, que supo ser
del invasor. Ahora es la lengua
nativa.

Algunos sostienen que es una de las
cosas que debemos al invasor, junto
al caballo, el trigo y la civilización.

Una deuda dudosa, para otros,
tanto como su historia
y la de sus patrocinadores:

Cuando llegó el invasor
estas tierras no conocían deuda.

La Historia no la hacemos entre todos,
sólo la heredamos, como la deuda: hay
deuda legítima e ilegítima, supo haberla
pública y privada, pero el buen sentido
democrático prevaleció: se impuso lo
público -el Estado somos todos-

Hoy todos nos debemos, autóctonos o
no, y coincidimos en la necesidad de
honrar las deudas -legítimas o no-
mientras nos seguimos endeudando,
por culpa de la herencia histórica, una
pesada herencia.

No nos une el amor, sino apenas unos
símbolos dudosas, y la condición
deudora: En nuestra lengua nativa hay
deudores y acreedores, contribuyentes
y beneficiarios, hay mora y hay usura,
hay víctimas y victimarios:

Todos necesarios -todos los significantes
son necesarios, en distinta medida, para
la continuidad de la lengua-,  en tanto
conserven alguna utilidad, como ocurre con
los sujetos -otros significantes-

La lengua hace posible la ilusión
de unidad; nos reconocemos en ella
como habitantes de un lugar común,
autóctonos o no.

Fuera del sistema del lenguaje,
la comunidad no existe como unidad.
La única unidad es el sujeto,
que está dividido y nunca es autóctono:
es siempre un inmigrante.


 

Ordenes

(Senecio Loserman)



Todo está en orden,
me inclino a creer.

El orden es todo,
creen algunos.

Casi todo lo que está
tributa a algún orden.

Me inclino a creer:
para creer hay que inclinarse.

Todo el mundo cree en algo,
incluso aquellos que no desarrollan
ninguna inclinación.

Está el orden natural,
y hay órdenes subalternos, y subórdenes:
creaciones humanas, que en condiciones
naturales solemos preservar y reproducir.

Me inclino a creer:
Hay necesidad de observar algún orden.

En el orden de las necesidades,
se puede observar la repetición
sistémica como algo natural:

Todo orden, se sostiene en la continuidad
que representa el éxito de la repetición.

Una repetición exitosa
es siempre un buen auspicio,
me inclino a creer.

La felicidad está en las cosas simples,
se oye repetir (repetir es simple)

“La felicidad es el anhelo por la
repetición”  M.K.

martes, 21 de febrero de 2017

La propiedad distributiva

(Tomás Lovano)



Hay más riqueza de la necesaria,
aunque es sólo un problema de distribución:
Oía especular.

Los distribuidores repiten errores
(la repetición es una forma de reproducción)

No hace falta producir más,
ni reducir el costo social.

Los líderes populares ya no hablan
de revolución: toda revolución
tiene un costo, implica violencia;
nadie quiere pagar los costos.

Los pueblos no quieren violencia, se
contentan con mantener sus hábitos,
satisfacer sus necesidades y que se
les asegure el derecho al trabajo
(para seguir produciendo riqueza)

La violencia no goza de popularidad,
pero progresa:

Hay más violencia de la necesaria,
se puede especular, verificar,
corroborar:

Es sólo un problema de distribución:
se puede especular.




domingo, 29 de enero de 2017

Ofrenda

(Ricardo Mansoler)



Podemos celebrar la vida,
hoy estamos: estar no es poco,
la mayoría de los que estuvieron
ya no está.

Podemos celebrar:
la presencia de signos vitales,
las funciones de los signos,
el carácter funcional de las necesidades
organizadas, la organización orgánica
podemos celebrar: sólo los organismos
altamente organizados podemos celebrar.

Podemos celebrar esta unidad:

No nos une el amor, sino la organización
-las organizaciones sirven para pertenecer:
hay que pertenecer-

Podemos celebrar:  "Sólo la organización
vence al tiempo"

Podemos celebrar, es mejor celebrar
organizadamente: cada uno puede organizar
su propia celebración en libertad en su
propio nicho organizativo.

Cada uno puede organizar su tiempo
como quiera, podemos celebrar  -en
caso de que haya tiempo para celebrar-
las distintas opciones de celebración:
todos juntos celebremos y cantemos,
en forma organizada y consensuada.

Podemos celebrar el orden alcanzado
por medio de la organización, la libertad
establecida como un medio -celebramos-
para acceder a organizaciones superiores
y optimizar la organización productiva.

Podemos celebrar la propiedad horizontal,
el Orden Natural, la inteligencia artificial
y este silencio ocasional.


miércoles, 28 de diciembre de 2016

El gen optimista

(Horacio Ruminal)



Hay que aceptar,
venimos a aceptar -me dijo
un aceptante consecuente-

Hay que aceptar para poder
pertenecer y gozar de algún
reconocimiento aceptable.

El reconocimiento, es la forma
superior de la aceptación -me
dijo un autor no reconocido-

El reconocimiento es un goce,
pero para gozar de reconocimiento
primero hay que obtener aceptación
-y para ser aceptado hay que aceptar
las condiciones de aceptación-

El reconocimiento es una repetición
-una aceptación que se repitió-
y las repeticiones son algo aceptable,
porque remiten a lo conocido, que es
lo único seguro.

Todo lo que hacemos
es para ser reconocidos, me dijo un
aspirante.

(El reconocimiento es más importante
que el conocimiento:  hay quienes
adquieren una cantidad de conocimientos
sólo para ser reconocidos)

No conozco a nadie que no espere
ser reconocido por lo que hace,
ó aún por lo que no hace.

El aceptador serial suele ser aceptado en
cualquier parte, a diferencia del que sólo
ofrece una aceptación parcial.

El aceptador genuino, integral, no tiene
dificultades de adaptación: se integra y
comparte, goza con naturalidad de su
condición aceptable.

Es sabido, los que aceptan viven más,
y cursan una vida casi sin conflictos.

Aceptar no es difícil.
Todos podemos aceptar todo, es una
cuestión de voluntad -aunque a veces
se requiere un trabajo personal para
superar los propios obstáculos, en
ciertas personalidades conflictivas-

Pero con el esfuerzo individual, y el
asesoramiento de personal capacitado
todo se consigue; la capacidad de
aceptación es algo natural a la especie
y siempre puede ser desarrollada.

La Historia lo atestigua y el presente
lo confirma con suficiente elocuencia
para alimentar el optimismo:

Hemos sido capaces de superar adversidades,
contratiempos, y salir airosos de situaciones
azarosas.  Aceptamos nuestro destino superior
y aceptamos las respuestas mas dudosas.

Hemos sido capaces, y aceptamos con orgullo:
Solo deseamos ser aceptados.

Somos capaces de aceptar 
cualquier cosa.




miércoles, 21 de diciembre de 2016

Hablar del tiempo

(Asensio Escalante)



Hablemos del tiempo:
El tiempo sirve para iniciar
una conversación, tanto como para
ponerle fin: No tengo más tiempo.

Nadie sabe a ciencia cierta
cuanto tiempo tiene, aunque sabemos
que en los tiempos que corren todos
tenemos poco tiempo (salvo los viejos
que viven en otro tiempo: consumida su
vida útil, no tienen mucho que esperar ni
tienen urgencia: pueden perder tiempo
hablando del tiempo)

Hablemos del tiempo:
Los que hablan del tiempo, se llamaba
una canción de un oriental cuya letra
no recuerdo (la memoria acusa el paso
del tiempo)

Hablar del tiempo es un buen pasatiempo
para aquellos que necesitan hacer tiempo,
ya sea por alguna causa temporaria, algo
circunstancial, o porque saben que no tienen
nada que hacer antes de morir y carecen de
aptitud o vocación para hacer poemas sobre
el tiempo.

La opción poética ofrece dos ventajas:

1- La extensión en el tiempo: No se puede
hablar del tiempo mucho tiempo, ya sea con
un desconocido o un conocido; el tiempo es
siempre un pretexto para pasar a otro tema.
En el poema no hay límites, y el autor puede
explayarse y extenderse tanto como desée,
si tiene tiempo.

2- No se necesita un interlocutor, lo que nos
exime de tener que soportar lo fatigoso y
previsible de los repetidos discursos sobre el
tiempo.

El tiempo es oro, según la brillante traducción
del proverbio inglés, que pretende dar un matiz
poético a la metáfora del capital: Oro equivale
a dinero (pero éste no emite brillo poético…
a diferencia del noble metal)

Aunque,   no todo lo que brilla es oro:

Hay quienes aprovechan su tiempo
y quienes sólo lo consumen.

Hay quienes creen que el consumo es
la mejor manera de aprovechar el tiempo.

Desconocen que el tiempo es un insumo
productivo: sin tiempo no hay trabajo,
todo producto humano contiene tiempo.

Pero la cantidad de tiempo insumido no
guarda relación con la calidad del producto:
Se puede escribir un buen poema
en cinco minutos.



(De "Poemas para leer en otro momento"
 Ed. El papemor alzado, 1975)


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