martes, 27 de junio de 2017

Ontogénesis

(Tomás Mercante)



Pocas certezas sobre la acción poética,
menos que sobre el poema  (pero la certeza
no es un recurso poético ni una necesidad
de poetas)

En cuanto a la función poética,
no está dicha la última palabra.

Por eso la producción no declina, a pesar
de la crisis, el calentamiento global, el
agotamiento de los recursos, el colapso de
la economía mundial, la desertificación y
el alza del costo de la vida.

Hay suficientes reservas de material poético
en el mundo, como para abastecer a ejércitos
de lectores por generaciones, pero seguimos
generando:

Hay poemas para todxs.
En un sentido inverso, todos podemos hacer,
incurrir, perpetrar (según la relación que cada
uno mantenga con el verbo)

Todos somos poetas potenciales, eventuales,
ocasionales, vocacionales o virtuales:
espacios virtuales de poesía aparecen a cada
momento. La tecnología democratizó los
medios de difusión; hoy todos podemos
publicar todo.

Valéry se interesaba más en la génesis del
poema que en éste. Sus ensayos y reflexiones
sobre el tema son lo más reconocido de su
obra poética.

Todos podemos hacer poemas aceptables,
basta con aceptar. No hay ninguna razón
para no hacerlo, como tampoco lo contrario:
Acaso sea esto lo más interesante…

El deseo de librarse de la utilidad es lo que ha
elevado al hombre, inspirándole la moral y el arte.

(Escribía Nietzsche, poeta más reconocido como
filósofo)



jueves, 22 de junio de 2017

Estamos

(Ricardo Mansoler)



La única verdad es la realidad.
La realidad es ésta:
Los que se muestran disconformes
no deberían ser obstáculo para el
desarrollo de otras realidades.

Donde hay una necesidad, hay un
derecho. Pero nadie tiene derecho
a andar exhibiendo sus carencias
y sus necesidades desmedidas.

Nadie tiene derecho a la desnudez total
mientras no pueda demostrar lo contrario,
decía el filósofo del futuro, de cara al
rebaño y aún semidesnudo.

El presente es de duda; no podemos dar
más precisiones. Hay que dejar actuar a
la justicia.

Cuando llegue el futuro
podremos disponer de las palabras adecuadas
para resolver todas las necesidades y generar
nuevas oportunidades, así como para justificar
la ausencia de justicia.

Estamos haciendo lo que había que hacer.
Estamos diciendo lo que había que decir,
Estamos pensando lo que había que pensar,
estamos escribiendo. 




jueves, 8 de junio de 2017

Arbol Genealógico

(Asensio Escalante)



Los hombres derriban árboles.
Los árboles no suelen derribar hombres.

En condiciones naturales
los hombres se elevan
según sus aspiraciones y capacidades.

En condiciones naturales
los árboles se elevan.

Los hombres sólo conocemos aspiraciones
humanas, luego concluimos: aspirar es humano,
sólo humano, una propiedad exclusiva
de nosotros.

El horizonte humano
estás colmado de aspiraciones truncas
y de verbos que contienen violencia:
derribar, abatir, capturar, reducir, someter,
demoler, aprovechar, emprender …

El hombre cree que su destino
es someter a la Naturaleza, tal vez
para rediseñarla y obtener mayor provecho:

Los hombres necesitan sacar provecho
de todo cuanto se eleva ó se arrastra
sobre el suelo horizontal.

El árbol siempre fue una presa fácil
para los descendientes de los árboles.
 
Los hombres necesitan árboles
porque necesitan casas y
porque necesitan leña: la vida humana
necesita combustible, el hombre
vive en estado de combustión.

Los árboles no necesitan casas
ni necesitan leña
ni necesitan hombres.

Los hombres necesitan árboles
para derribarlos.

El horizonte humano
se apoya sobre los restos
de distintas especies,
y sobre restos humanos.


martes, 30 de mayo de 2017

La felicidad verdadera

(Tomás Lovano)



El mundo tiende a la felicidad.
Nos encaminamos a un mundo cada vez
más feliz. Hay estudios que dan cuenta
de un aumento de los índices de felicidad
aún en sociedades que no gozan de altos
niveles en calidad de vida.

¿Qué es la felicidad?
No hay una definición definitiva, ni existe
una fórmula universal. Cada uno puede
encontrar su propia forma: Gracias a la
ciencia, sabemos que la felicidad es un hecho
individual -hay nichos- y no depende de
condiciones materiales vinculadas a la
posición social; no depende de condiciones
exteriores al sujeto: está en el cerebro.

No todos necesitamos lo mismo, cada individuo
es único e irrepetible, sólo podemos confiar
en la ciencia (el fin de la ciencia es que seamos
felices: la producción de conocimiento incluye
el conocimiento de la felicidad)

La ciencia, no sólo da respuestas verificables,
sino que sistematiza el conocimiento en diversas
disciplinas para hacer disponible su utilidad
y aún más: lo objetiviza (el método científico
es el único que goza de autoridad para establecer
la validez de un conocimiento, determinando su
objetividad. Esto nos pone a resguardo del fraude
de las pseudociencias, fijando los límites entre
ciencia e ideología: ésta responde a intereses, la
ciencia sólo se interesa en la verdad)

Así como la propiedad objetiviza la libertad
individual, como descubriera Hegel, la ciencia
objetiviza la producción de conocimiento.
El conocimiento objetivo es la única fuente de
provisión de verdad. La única verdad es esta realidad:
los neurotransmisores, son los responsables de nuestras
emociones, que a su vez determinan elecciones y
decisiones que serán responsables de la felicidad.

La evidencia científica, nos dice que podemos generar
nuestros propios recursos para producir felicidad.
Basta con entrenar el cerebro para producir dopamina,
el neurotransmisor responsable de la felicidad.

La neurobiología da cuenta que una distribución
defectuosa de la serotonina -otra sustancia química que
produce el cerebro- se vincula a la agresión, la violencia
y toda conducta disrruptiva del orden social.
La insatisfacción, el resentimiento, la rebeldía, son
estados emotivos negativos, cuya verdadera causa
no son la crisis económica, la inequidad del sistema,
las condiciones de producción, ni la lucha de clases,
sino el déficit de serotonina, que crea ansiedad y nos
impide relacionarnos adecuadamente con el placer y el
prójimo.

El combustible del placer y la felicidad se llama
dopamina. Fumamos porque el cerebro lo pide,
fumamos por y para él, que es el que ordena; pero
si lo capacitamos para que se autoabastezca, ganaremos
en salud y en felicidad.

La felicidad es un proceso químico, una cuestión
biológica. Es más simple que la filosofía y menos
engoorrosa que el lenguaje psicoanalítico: Freud y
Lacán sólo produjeron literatura. La ciencia contradice
sus reparos con el término felicidad; ésta es posible
y se reduce, en última instancia, a funciones vinculadas
a la madre de todas las ciencias, la economía:

Tenemos demasiadas neuronas, no es posible mantener
tanta actividad; consumen más que otras células y el
costo es elevado, no contamos con recursos suficientes;
pero sí podemos atender a aquellas responsables de la
felicidad y producir los recursos necesarios para que
cumplan esta función: La producción autogestionada
de neurotransmisores, es la respuesta feliz a la demanda
natural de nuestra economía neurológica.

La felicidad está en las cosas simples: La Dopamina.

No hace falta demasiada actividad neuronal para ser
feliz. Es una falacia que se requiera ocupación plena
de esa multitud de neuronas, con una porción menor
y bien disupuesta es más que suficiente para las necesidades
comunes de cualquier contribuyente feliz, con o sin
pensamiento propio.

La felicidad está en las cosas simples, no hay necesidad de
profundizar ni buscar contradicciones. El pensamiento
crítico no conduce a la felicidad: los intelectuales no suelen
ser muy felices (con la filosofía poco se goza, advertía el
poeta popular).

En cambio, no se necesitan demasiadas neuronas para
cultivar el pensamiento positivo y desarrollar todo su
potencial. La evidencia científica demuestra que tampoco
necesitamos argumentos para acceder a la felicidad, incluso
a la felicidad verdadera.   Es más, cualquier imbécil puede 
ser feliz.


Toses

(Tomás Mercante)



La vecina tose,
es normal que tosa,
ya debería ser parte de mi normalidad
la presencia de esa tos vecina.

Por lo general, huyo de la tos.
Siempre sospeché de los que tosen.
Hay toses sospechosas, infundadas,
toses estereotipadas: toses que podrían
encubrir otras cosas.

Hay quienes tosen sólo cuando no están
solos. La tos es una forma de comunicación,
una emisión que transmite, entre otras cosas
un estado de tensión (hay una relación de
tensión entre el sujeto y el mundo exterior,
que aumenta en el sujeto intenso)
Una emisión compuesta: gaseosa, sonora,
microbiologica (quien tose emite vida, se puede
interpretar)  amén de la tensión.

La tos es un movimiento espasmódico
de órganos internos que procuran liberarse
de cierta materia excesiva: Un Movimiento
de Liberación involuntario, pero que,
a diferencia de otros, puede ser replicado
a voluntad; todos podemos fingir una tos
con algún éxito, conocemos la mecánica que
la produce, como ocurre con la sonrisa (La
falsa sonrisa es tan común entre nosotros,
que suele pasar desapercibida; hay muchos
rostros con arrugas prematuras por esta
impostación automatizada: No es improbable
que la sonrisa falsa sea más común que la
genuina, pero no podemos saberlo, no podemos
confiar en las estadísticas: hay quienes sólo
soportamos a encuestadores por el placer de dar
una respuesta falsa)

Somos una especie que ha sabido desarrollar
en forma prodigiosa la capacidad de falsificar;
somos expertos en la impostura, el fraude y el
engaño.

La tos no es ajena a esta condición; nunca
sabremos cuando es auténtica:  Recuerdo a un
compañero del colegio que producía una tos
tan estentórea que asustaba (era voluntaria, lo
hacía como una gracia y después fumaba como
cualquier cristiano)

Hay que sospechar de los que tosen.


domingo, 30 de abril de 2017

Dar

(Senecio Loserman)



Dar órdenes,
todos podemos dar,
recibir, ejecutar, transmitir.

Dar órdenes
es una forma de dar,
como dar lástima o dar asco
(conozco muchos dadores
con famas bien obtenidas:
Hay distintas formas de obtener,
pero dados a obtener, es poco
lo que puede obtenerse sin dar
algo a cambio)

Hay que darse al amor,
amar es dar
dar para recibir:
Un negocio.

En el orden de los negocios
todos somos deudores y acreedores,
dadores y receptores.
La vida es intercambio: aspiramos
a una combustión sustentable, la vida
se sostiene en el principio metabólico,
que es innegociable (pero es sólo un
negocio: el fin de todo negocio es
obtener provecho)

Hay que darse al amor: el amor
ordena, los amantes del orden
viven más, y sufren menos
sobresaltos.

El orden mejora la vida
y pacifica los espíritus desordenados.

Hay un orden natural
y hay órdenes creados y cerrados.

Hay necesidad de observar:
Hay necesidades naturales y artificiales,
que son parte del orden natural,
al que pertenecemos.

Hay que observar: todos somos parte
de algún orden, cuyas condiciones
aceptamos: hay que aceptar para
pertenecer (hay que pertenecer)

Hay que darse al amor,
hay que darse
hay que dar:
amar es dar.

Hay que dar para recibir
(me dijo un dador en un momento dado)

Hay que dar: con o sin motivo,
en lo posible, a cambio de un recibo.



sábado, 29 de abril de 2017

El problema de la verdad

(José Luis Greco)



La verdad es un problema.
El problema de la verdad
es que nunca está dicha la última
palabra. Hay muchas palabras:
Casi todas reúnen las condiciones
para ser últimas. Depende del discurso.

Un discurso verdadero, siempre llega
a feliz término. Hay distintas formas
de verificar la veracidad.
Nunca se termina de aprender, es un
ejemplo: Las verdades suelen poner
límites a nuestras aspiraciones,
contienen resoluciones deceptivas
por lo que muchos no quieren saber
nada con las verdades.  En verdad,
los amantes de la verdad están
condenados a una soledad sin término,
pero el amor es ciego  (las metáforas
pueden contener verdades, aunque la
verdadera metáfora es ajena a este
concepto)

El verdadero problema son los emisores,
en especial los públicos: se deben, piensan
y piensan en el Otro (y para no decepcionar
dicen lo que el Otro quiere oir, un recurso
aceptado e incorporado no sólo a los discursos
oficiales)

Podemos ser más felices: Una verdad parcial,
que la realidad se encarga pronto de refutar y
desmontar. Pero es tarde: El receptor ya
compró.

La misma carga de verdad hubiera habido
en la opuesta: Podemos ser menos felices.

El problema de la felicidad: Un término ambiguo.
Ya lo advirtió Freud: La felicidad no tiene que ver
con la verdadera existencia del ser humano.

¿Quién es feliz? ¿Se puede ser feliz todo el tiempo?
¿Quién puede ser feliz en este mundo enfermo,
gobernado por intereses viles y abyectos y dominado
por discursos engañosos?

La verdad no complace a casi nadie, no suele ser
complaciente. El problema no es la verdad, sino
la avidez de los consumidores de verdades, y la
incapacidad de discernir ante aquellos
que se atribuyen la representación de la verdad.

La verdad, siempre se puede estar peor.
Siempre se puede volver a errar, el pueblo
se equivoca y repite el error: No reconoce,
o lo hace demasiado tarde.

Siempre supe que estaba equivocado,
pero sólo se aprende del pasado.


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