martes, 13 de mayo de 2025

Causas naturales

 

(Hildebrando Sábilo)

 

Se agusanó mi casa,

no pude hacer nada: 

estaba ocupado.


Estas cosas pasan

si uno no está atento.


Tampoco se puede estar

atento a todo lo que pasa.


Ya pasará, no será

la primera vez que pase,


pensé para mi:    No tenía 

voluntad para hacer otra cosa.


Los gusanos no escasean, y

también tienen derecho a una casa,

aunque sea la mía. Le puede tocar

a cualquiera.


Aunque se arrastren sin empatía,

están en su derecho. No los juzgo

porque nunca fui gusano, o no lo

recuerdo:


Mi memoria de mamífero es limitada,

aunque no tanto como la del gusano,

supongo. Hay que ponerse en el lugar

del otro.


Entre nosotros, los que se arrastran

suelen gozar de todos los derechos

que consiguieron otros.


II

Objetivamente, una casa es un cuerpo,

como un gusano (que es casi como un

caracol sin casa) y todo cuerpo, sea o

no creyente es agusanable.


Un cuerpo es como una casa:

¿Cuántos microcuerpos de bacilos y

bacterias habitan el nuestro?


No pregunto cuántos son, pero sin ellos

no estaría aquí, en esta casa agusanada

escribiendo un poema agusanable.


No me altera la velocidad de reproducción

de los gusanos, no es para alterarse.


El lenguaje es la casa del hombre,

supo metaforizar el filósofo alemán

(no hay filosofía sin metáfora)


Y esta casa está bastante agusanada:

Es un organismo vivo, el lenguaje,

no sería tal sin cuerpo.


Por suerte, están los poetas para cuidarlo

y preservar lo que sea necesario.


Pensé en abandonar esta casa agusanada,

pero no tenía voluntad para mudarme:

Detesto las mudanzas, y antes tendría

que consultar a mis gusanos.


domingo, 11 de mayo de 2025

La palabra anacarada

 

(Malcolm Mercader Ergástulas)

 

La palabra anacarada

no sirve para nada.


Tampoco serviría de mucho

sin esa pátina brillosa como

escama de pez embalsamado

sin consentimiento.


Sin embargo, anacarada o no,

toda palabra sirve de carnada:

su oquedad atrae a otras, tan

ávidas e inútiles como ella,


con esa pátina brillosa que

sirve para ocultar el brillo

profundo de su ausencia.


Tampoco es tanto lo anacarable

en nuestro mundo sensible, un

reflejo del orden simbólico que

habitamos como peces:


algunos brillantes, otros fosforescentes,

opacos, transparentes, variopintos como

buenos significantes.


Fuera de ese orden, las palabras

no sirven para nada y no tienen más

valor que cualquier objeto anacarable

o una fruta abrillantada.


Una carnada de nácar puede atraer

a algún molusco con sus reflejos

tornasolados.


Pero nunca a un cardumen de cardos

naturales.


 


sábado, 10 de mayo de 2025

La voluntad popular

 

(Elpidio Lamela)

 

Ud. goza de cierto reconocimiento como

filósofo, aunque no es fácil acceder a su

palabra, dado que prefiere la clandestinidad.

¿Hay algún motivo?


-No lo sé, en una oportunidad tuve que pasar

a la clandestinidad por ciertas circunstancias

y luego me acostumbré, desarrollé un apego.

Y no creo ser muy reconocido, acaso pueda

serlo un poco en el campo impopular.


-Bueno, a propósito, quisiera preguntarle

sobre eso: ¿Existe la voluntad popular?


-Hay que tener cuidado con las

palabras, suelen llevar a conclusiones

engañosas. Si se permitiera el libre

acceso a las herramientas para su

desarrollo, la voluntad popular sería

peligrosa: Nadie sabe lo que quiere:

¿Acaso somos todos iguales y queremos

lo mismo? ¿Querríamos lo mismo, si

fuéramos iguales?


-De sus palabras se desprende que contempla

como imposible la existencia de una voluntad

popular. ¿Podría decirse que nunca existió?


-No, esa es una interpretación sesgada, como

todas: Con las palabras, nada es imposible.

Ya lo advertí al principio, hay que tener

cuidado con las palabras.


-¿En qué sentido? Porque no veo que haya

nada que las reemplace, y todo lo que se hace

con palabras es interpretable; cualquiera de

ellas ya lo es en sí misma. Y sin su valiosa

colaboración, no hubiera tenido lugar toda

nuestra evolución.


-Ahí está el punto. Ocurre que la evolución

no une, acaso divide más de lo que une:

Hablamos de evolución sin saber qué es ¿Ha

notado que usa cada vez más esa palabra?

Es que sirve para justificar, para ocultar, para

vender, y no sabemos cuántas cosas más.

No sabemos qué es, y cada uno le atribuye un

significado, una interpretación acorde a sus

necesidades, deseos e intereses: Todo eso que

llamamos voluntad.


-Sin ella no seríamos nada.


-No lo sé. Tampoco sabemos mucho de eso.

Ocurre que somos producto de las palabras, y

algunas evolucionan más que nosotros, o a

otra velocidad.


-Si fuera así, estaríamos condenados a un

futuro incierto y azaroso, completamente ajeno

a nuestra voluntad. Prefiero no creerlo.


-Es posible que ni siquiera lo vislumbremos

como posibilidad, estamos ocupados en interpretar

todo lo que pasa y producir nuevas interpretaciones

que se adapten a la realidad presente: es más útil.

Yo desconozco nuestra voluntad, ni siquiera estoy

seguro de la mía.




viernes, 9 de mayo de 2025

El origen del poema

 

(Serafín Cuesta)

 

Según el libro de Enoc

fueron ángeles caídos

los que enseñaron al hombre

la escritura.


Antes, sólo hablábamos

y olvidábamos.


Nadie se esmeraba mucho

sabiendo que el destino seguro

de lo emitido sería el olvido.


Las nuevas palabras que se agregaban

al vocabulario de uso, corrían el riesgo

de ser olvidadas si no justificaban su

valor de uso y su valor de cambio:


Esto es, si no mostraban utilidad.



El uso de la palabra se reducía a

su función básica, y el único sentido

reconocido era el de poder convencer

a otros, para controlarlos y aumentar

el poder.


Era suficiente utilidad, nadie esperaba

ninguna palabra perdurable, hasta que

alguno más astuto descubrió que con

el artificio delritmo y la rima, era más

fácil repetir y memorizar cualquier cosa.



La escritura produjo un cambio en

nuestra relación con la palabra, y

también en las relaciones humanas:


Cobijó una cantidad de expresiones

dudosas que enriquecieron nuestro

discurso y al lenguaje mismo.


A la vez, dieron lugar a la producción

y emisión de textos inútiles, como los

poemas que no dejan de multiplicarse,

olvidando el cuidado del ritmo, la

métrica y la rima, ya que no necesitan

ser memorizados:

 

Pueden acumularse sin ningún sentido.


Aunque podrían servir, en un futuro no

lejano, como testimonio de la evolución

alcanzada por esta especie única de

animales altamente organizados:


Ninguno hace cosas como éstas.



 




jueves, 8 de mayo de 2025

La evolución de la pesca

 

(Horacio Ruminal)

 

Antes había más pesca.


Antes no se pescaba más

que ahora, sino que era

otra pesca, eran otros peces

y nosotros, los pescadores.


Quien más, quien menos,

cada cual tenía su caña, o

deseaba tenerla, o deseaba

la del otro.


Se deseaba más, había otros

valores, acaso más deseables.


La pesca estimulaba la actividad

contemplativa, compartida o no,

e integraba una cultura en la que

todos podíamos pescar.


Era un pretexto, la pesca, para

juntarse y salir de pesca: era más

importante eso, que el producto

de la pesca:


Poco importaba no pescar, no había

nada que justificar con resultados.


Si bien existía la pesca industrial

y los inmensos buques factoría que

violaban nuestras aguas territoriales,

no importaba mucho:


El cultivo de la pesca deportiva

mantenía su lugar en la cultura popular.


¿Existe hoy una cultura popular?

¿No, aunque antes había más?


Hay quienes afirman que la pesca, fue

una de las primeras actividades que

nos socializaron.


Es cierto que cualquiera puede salir

a pescar solo, y gozar del cultivo de

esta actividad apasionante, pero hoy

es una práctica olvidada:


Son otros los tiempos que corren,

otros hábitos, otros valores; nadie

tiene tiempo que perder esperando

a que algo pique..


Y acaso, ya no haya nada que pescar.

No sé, yo nunca pesqué.




miércoles, 7 de mayo de 2025

No toda utilidad es sospechosa

 

(Epifanio Weber)

 

Yo también fui un idiota útil,

concomitaba sin conciencia

y no me sentía mal, ni conocía

la culpa.


Hasta que me lo hicieron saber.

Después, con el tiempo fui

perdiendo utilidad, y empecé a

sentirme mal.


Aunque nadie me lo dijera, me

hacían sentir que no servía para

nada.


Eso me deprimía, era peor que

ser un idiota útil; mucho peor.


Tanto, que hasta pensé en el suicidio.

Sentía que la vida no tenía sentido

para mi, sin aquella utilidad perdida,

que parecía irrecuperable.


Es cierto que hay muchas cosas

irrecuperables que se pierden, como

la juventud y la vida misma, a lo cual

nos acostumbramos:


No aceptarlo sería inútil. Eso me hizo

reflexionar, y abandoné aquella idea;

hubiera sido una idiotez.


¿Acaso es pecado ser inútil?


¿Adónde está escrito? ¿Quién dijo

que era un requisito para ser digno?


Lo asumí con subordinación y valor,

aunque sé que el valor está subordinado

a la utilidad. Pero eso no me hace perder

la dignidad,


Tampoco es para vanagloriarme: Ser inútil

es sólo una forma de ser, no creo ser el único

y tampoco el primero.



 



martes, 6 de mayo de 2025

Incorporación abierta

 

(Valdemar Claramonte)

 

La incorporación involuntaria

puede percibirse como exceso

semántico, por la contradicción

aparente que enuncia.


Pero es parte de la vida, como

otros excesos sin enunciar.


Más allá de los metabolismos

específicos que nos unen

al cuerpo superior de la biomasa,


ese volumen que integramos

en minoría, más allá de nuestra

voluntad altamente organizada.


Más allá de todos los excesos

propios, ajenos o a medio compartir,

la vida es movimiento e intercambio,


Es decir, dependencia: Cultivamos

el intercambio desigual, las relaciones

asimétricas y la funcionalidad del

sexo virtual y el pensamiento digital.


¿Nuestra pertenencia a la biomasa

expresa una incorporación involuntaria?


¿Así lo deseamos, nos gusta serlo?


No parece haber una voluntad común, y

todo indica que la voluntad no existía

entonces, sino que se nos incorporó más

tarde, como producto de la evolución.


La evolución, acaso en curso ¿Sería otro

ejemplo de incorporación involuntaria?



¿Era ésta la evolución que deseábamos?

¿O no pusimos suficiente empeño, y hubo

que resignarse y aceptar ésto?


En tiempos no lejanos, era aceptado con

naturalidad el servicio militar obligatorio.

Tal vez, alguno de mis compañeros reclutas

se hubiera incorporado por voluntad propia,

no lo descarto, aunque no conocí a ninguno.


Ahora, eso es historia, una parte insignificante

de la historia que nos constituye, cuya

incorporación es mayormente involuntaria.


La historia no la hacemos entre todos, ni ésta

ni la que heredamos. Luego, la incorporamos

como parte de la educación obligatoria.


Pero sólo incorporamos una parte: la que

deciden nuestros educadores de turno. Las otras

partes las conoceremos después, o no, dependerá

de la propia voluntad, ya formada y educada.


¿Cuántas más cosas somos capaces de incorporar

en forma involuntaria?


Es difícil aventurar cifras, las capacidades no son

las mismas y nadie es igual a nadie. Pero se puede

seguir incorporando con normalidad:


Mientras sea con sentido, no hay violación.



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