viernes, 20 de mayo de 2016

Digamos

(Ricardo Mansoler)



Digamos que no
No estoy anoticiado ni
tengo noción de todo
lo que ignoro, pero
nada me anonada, ni
me anonadaba anoche.

Digamos que no
No comparto, no es tiempo
de compartir y no creo en el
tiempo compartido.
Ahórrense su tiempo, su oro,
su excremento.

No creo en el ahorro forzoso
ni en la conciliación obligatoria.
No creo en obligaciones negociables
ni en la recomposición del consenso:

No creo en el consenso, ni en la gestión
ni en el equipo.

Digamos que no:
no es difícil decir no; no hace falta
una buena sonrisa ni una buena
dentadura; ningún diente es necesario
para emitir la ene de no.

Digamos que no:
se necesitan más respuestas negativas.
No hace falta decir nada:
se puede negar con la cabeza, con el
cuerpo, con el alma ó el miembro.

Hay negativos y negadores, negados,
abnegados; negacionistas y negociadores,
negociantes y negociosos.

No podemos negar la realidad:
una realidad predominantemente negativa.

No podemos negar la utilidad del signo
negativo, negarlo no es negocio: todo
negocio es negación; negociar es negar.

Los negocios mueven al mundo (un movimiento
gobernado por la producción y la necesidad de
producir utilidad: la utilidad es el fin último de
todo, si hay evolución es sólo porque es útil)

Toda la historia humana es una sucesión de luchas
y conflictos: el conflicto siempre es útil, se lucha
por utilidades y se lucha por hacer del mundo
algo cada vez más útil.

Digamos que no.



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