(Asensio Escalante)
La música se
empieza a atrofiar
cuando se aleja
demasiado del baile.
La poesía se
empieza a atrofiar
cuando se aleja
demasiado de la música.
Opinaba Pound, sin
duda una opinión autorizada,
un erudito y un
maestro que pasó sus últimos
años recluído en
un psiquiátrico: una de las
formas en que la
sociedad civilizada condena
al que desobedece.
Pound, un poeta que
además escribió sobre poesía
es autor del más
contundente poema contra el
capitalismo,
desnudando su esencia: la usura.
Pero creyó que el
fascismo acabaría con los males
del capitalismo, y
su error histórico lo condenó:
ganaron los aliados
-que eran los enemigos- y
ganaron gracias a un
aliado de última hora que el
nazi fascismo les
proporcionó: los rusos.
Las alianzas no son
para confiarse, pueden responder
a relaciones
efímeras, ocasionales, de conveniencia
o intereses
estratégicos.
La relación entre
baile, música, poesía, no escapa
a esta condición.
Aspirar a una poesía bailable, no
parece demasiado
interesante: yo preferiría no hacerlo.
Hay ya suficientes
ritmos, pautas, normas y condicionamientos
que obedecer en la
vida de cualquier contribuyente -con o sin
aspiración poética-
¿Atrofia o
hipertrofia? ¿Qué es aquello que el arte debiera
procurar
desarrollar? ¿Debería ceñirse, ajustarse o establecer
criterios de
normalidad?
La libertad, esencia
del arte, nos permite gozar de ciertas músicas
felizmente alejadas
del baile -desprovistas de esa utilidad-
Si la música es el
lenguaje del alma, bien puede permanecer ajena
a las necesidades de
los cuerpos. Todos los cuerpos son materia,
y todas las artes
aspiran a la música.
El arte se empieza a
atrofiar cuando se ajusta demasiado a cláusulas
establecidas, cuando
se subordina a los términos de lo previsible y
observa límites, y
acepta.
El arte, se atrofia
cuando acepta condiciones para ser aceptado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario