(Horacio Ruminal)
Las buenas
decisiones
incrementan la
autoestima.
Incrementar la
autoestima
es una buena
decisión.
Hoy sabemos -se nos
hace saber-
que somos producto
de las decisiones
que tomamos: cada
uno tiene el presente
que merece; que es
el resultado de las
decisiones del
pasado.
Somos pasado: una
historia viviente
que condiciona y
determina nuestra
forma de producir
presente.
No se puede
desandar, ni borrar, ni
rectificar: el
pasado es pura información,
pero no es
conocimiento si no puede
procesarse: hay un
proceso, un pasado
que superar, hay una
pesada herencia,
heredamos una
Historia hecha por otros.
Hay un presente,
una realidad que deja
que desear, no es
lo que esperábamos.
Como sociedad, hay
que hacerse cargo
de las malas
decisiones del pasado,
aunque ésto
signifique una pérdida
para nuestra
autoestima común.
Somos el presente del pasado:
No somos lo que hacemos, ni siquiera
lo que hicimos. Estamos sujetos a nuestra
propia condición histórica:
"Los hombres no hacen su historia a su propio
arbitrio. No la hacen bajo circunstancias que
han elegido, sino que le fueron determinadas,
legadas por el pasado. La maldición de
todas las generaciones muertas oprime
como una pesadilla el cerebro de los vivos"
Borrar la huella histórica
podría ser una buena decisión, pero
no es fácil tomar buenas decisiones;
la realidad, marca una tendencia: la mayoría
de nuestras decisiones son dudosas, cuando no
erradas.
Luego, no hay que subestimar a quienes
carecen de capacidad de decisión:
Algún día nos pedirán cuentas,
basta que se decidan.
Somos el presente del pasado:
No somos lo que hacemos, ni siquiera
lo que hicimos. Estamos sujetos a nuestra
propia condición histórica:
"Los hombres no hacen su historia a su propio
arbitrio. No la hacen bajo circunstancias que
han elegido, sino que le fueron determinadas,
legadas por el pasado. La maldición de
todas las generaciones muertas oprime
como una pesadilla el cerebro de los vivos"
Borrar la huella histórica
podría ser una buena decisión, pero
no es fácil tomar buenas decisiones;
la realidad, marca una tendencia: la mayoría
de nuestras decisiones son dudosas, cuando no
erradas.
Luego, no hay que subestimar a quienes
carecen de capacidad de decisión:
Algún día nos pedirán cuentas,
basta que se decidan.