sábado, 15 de octubre de 2016

Las propiedades de la división

(Tomás Lovano)



Procedemos de la división:
Las primeras formas de vida
eran seres unicelulares que se reproducían
por división:  Es algo natural la división.
Es natural que haya opiniones divididas.
La vida moderna plantea múltiples desafíos
cuya diversidad requiere una permanente
adaptación; la única respuesta es la división:

Sin división no hay adaptación. Todavía nos
estamos adaptando a la división del tiempo,
pero si pudimos dividir el tiempo, nada
nos impedirá poder llegar a dividirlo todo
(No es una observación menor: dividir permite
medir, medir es conocer, y el hombre es la
medida de todas las cosas, divisó un filósofo
hace siglos. Sin medida no hay utilidad)

La división del tiempo es un hecho histórico
y una condición evolutiva: Gracias a ella
ejercemos la posesión: “ahora tengo poco
tiempo”. Esta frase tan común, tan banal,
contiene un sentido tan trascendente como
capital para la experiencia del sujeto emisor:
La posesión y disposición del propio tiempo
es determinante, tanto para establecer criterios
de utilidad como para el ejercicio de la propiedad:

Tenemos tiempo, el resto es secundario; podemos
dividir, organizar, distribuir y destinar según la
necesidad y las valoraciones asignadas.

Y todavía más: Podemos esperar -mientras
gozamos de esta propiedad- a que vengan
tiempos mejores, mientras trabajamos en la
superación personal para desarrollar la propia
capacidad de adaptación:

Adaptarse a todo es trabajoso:

Todos los trabajos requieren un tiempo
de adaptación.

(Todavía nos estamos adaptando a la división
del trabajo)


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