(Ricardo Mansoler)
La poesía está
siempre más allá
de las palabras.
Las palabras van y
vienen
-como los poemas-
con su carga
de arbitrariedad y
sentido:
Como los poemas,
circulan y remiten.
Pueden salir de
circulación, volver
y caer en el olvido,
como los poemas.
Los poemas son
palabras agrupadas,
palabras que no
serían poema
sin la intervención
del poeta.
Hay palabras más y
menos poéticas,
palabras neutras y
palabras apoéticas.
El poeta elige, y
debe ser meticuloso:
sabe que no puede
usar ciertos vocablos
ni abusar de otros
(si se juntan muchos
términos poéticos
se neutralizan entre sí
y el resultado es
contrario al esperado)
Pero la decisión es
siempre subjetiva:
Vientre no es
poética, por el contrario
remite a una zona de
nuestra anatomía
asociada a funciones
metabólicas.
Hay vientres
salientes, prominentes,
planos, trabajados,
claudicantes…
Es cierto que el bajo vientre
también alberga órganos genitales. Pero
cuando se habla de vientre, se piensa
Es cierto que el bajo vientre
también alberga órganos genitales. Pero
cuando se habla de vientre, se piensa
en intestinos,
tripas, movimientos internos
de órganos tan poco poéticos
de órganos tan poco poéticos
como las funciones
que representan;
mover el vientre es
una metáfora común
entre las menos poéticas.
entre las menos poéticas.
Sin embargo, hay
poetas que hacen caso
omiso de la
condición apoética y recurren
a este significante
con mayor o menor fortuna:
Miguel Hernández
(Menos tu vientre)
o Spinetta
(Muchacha ojos de papel: el punto
poético más alto de toda la historia de
nuestro rock
nacional -paradójicamente
no es rock) son buenos ejemplos.
La poesía está más
allá de las categorías
y las divisiones.
La poesía está
siempre más allá
de las palabras.
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