miércoles, 28 de diciembre de 2016

El gen optimista

(Horacio Ruminal)



Hay que aceptar,
venimos a aceptar -me dijo
un aceptante consecuente-

Hay que aceptar para poder
pertenecer y gozar de algún
reconocimiento aceptable.

El reconocimiento, es la forma
superior de la aceptación -me
dijo un autor no reconocido-

El reconocimiento es un goce,
pero para gozar de reconocimiento
primero hay que obtener aceptación
-y para ser aceptado hay que aceptar
las condiciones de aceptación-

El reconocimiento es una repetición
-una aceptación que se repitió-
y las repeticiones son algo aceptable,
porque remiten a lo conocido, que es
lo único seguro.

Todo lo que hacemos
es para ser reconocidos, me dijo un
aspirante.

(El reconocimiento es más importante
que el conocimiento:  hay quienes
adquieren una cantidad de conocimientos
sólo para ser reconocidos)

No conozco a nadie que no espere
ser reconocido por lo que hace,
ó aún por lo que no hace.

El aceptador serial suele ser aceptado en
cualquier parte, a diferencia del que sólo
ofrece una aceptación parcial.

El aceptador genuino, integral, no tiene
dificultades de adaptación: se integra y
comparte, goza con naturalidad de su
condición aceptable.

Es sabido, los que aceptan viven más,
y cursan una vida casi sin conflictos.

Aceptar no es difícil.
Todos podemos aceptar todo, es una
cuestión de voluntad -aunque a veces
se requiere un trabajo personal para
superar los propios obstáculos, en
ciertas personalidades conflictivas-

Pero con el esfuerzo individual, y el
asesoramiento de personal capacitado
todo se consigue; la capacidad de
aceptación es algo natural a la especie
y siempre puede ser desarrollada.

La Historia lo atestigua y el presente
lo confirma con suficiente elocuencia
para alimentar el optimismo:

Hemos sido capaces de superar adversidades,
contratiempos, y salir airosos de situaciones
azarosas.  Aceptamos nuestro destino superior
y aceptamos las respuestas mas dudosas.

Hemos sido capaces, y aceptamos con orgullo:
Solo deseamos ser aceptados.

Somos capaces de aceptar 
cualquier cosa.




miércoles, 21 de diciembre de 2016

Hablar del tiempo

(Asensio Escalante)



Hablemos del tiempo:
El tiempo sirve para iniciar
una conversación, tanto como para
ponerle fin: No tengo más tiempo.

Nadie sabe a ciencia cierta
cuanto tiempo tiene, aunque sabemos
que en los tiempos que corren todos
tenemos poco tiempo (salvo los viejos
que viven en otro tiempo: consumida su
vida útil, no tienen mucho que esperar ni
tienen urgencia: pueden perder tiempo
hablando del tiempo)

Hablemos del tiempo:
Los que hablan del tiempo, se llamaba
una canción de un oriental cuya letra
no recuerdo (la memoria acusa el paso
del tiempo)

Hablar del tiempo es un buen pasatiempo
para aquellos que necesitan hacer tiempo,
ya sea por alguna causa temporaria, algo
circunstancial, o porque saben que no tienen
nada que hacer antes de morir y carecen de
aptitud o vocación para hacer poemas sobre
el tiempo.

La opción poética ofrece dos ventajas:

1- La extensión en el tiempo: No se puede
hablar del tiempo mucho tiempo, ya sea con
un desconocido o un conocido; el tiempo es
siempre un pretexto para pasar a otro tema.
En el poema no hay límites, y el autor puede
explayarse y extenderse tanto como desée,
si tiene tiempo.

2- No se necesita un interlocutor, lo que nos
exime de tener que soportar lo fatigoso y
previsible de los repetidos discursos sobre el
tiempo.

El tiempo es oro, según la brillante traducción
del proverbio inglés, que pretende dar un matiz
poético a la metáfora del capital: Oro equivale
a dinero (pero éste no emite brillo poético…
a diferencia del noble metal)

Aunque,   no todo lo que brilla es oro:

Hay quienes aprovechan su tiempo
y quienes sólo lo consumen.

Hay quienes creen que el consumo es
la mejor manera de aprovechar el tiempo.

Desconocen que el tiempo es un insumo
productivo: sin tiempo no hay trabajo,
todo producto humano contiene tiempo.

Pero la cantidad de tiempo insumido no
guarda relación con la calidad del producto:
Se puede escribir un buen poema
en cinco minutos.



(De "Poemas para leer en otro momento"
 Ed. El papemor alzado, 1975)


domingo, 18 de diciembre de 2016

El neologismo soñado

(Horacio Ruminal)



Si uno no ama lo que hace
sería mejor no hacerlo,
sostienen los que creen en el amor,
en el poder del amor:  un poder
purificador y justificador  -un poder
abarcativo-

El  amor  lo  justifica  todo,
desde el crimen pasional hasta el
sacrificio de la propia vida.

El amor es pasión, y la pasión
es riesgo, es aventura,
como todo emprendimiento.

“Animate a emprender” reza una
publicidad oficial, y concluye:
“alcanzá tu sueño”.

Hay que entender el sentido positivo:
El gobierno promueve nuestros sueños,
soñar no cuesta nada, y no es en vano.
Al gobierno le interesa que los sueños
sean alcanzados, realizados.

Hay que entender: Ellos saben bien
lo que soñamos cada uno, y se muestran
dispuestos a ayudar, a asesorar.

El sueño de todo bien nacido, el sueño
de todo argentino de bien, es tener su
propia empresa. ¿Acaso hay otra cosa
que valga la pena soñar? ¿Hay otro sueño
que merezca emprenderse?

Sueños y aspiraciones son cosas personales,
pertenecen al ámbito de lo subjetivo.
Pero el gobierno te conoce, conoce tu sueño
y se ha fijado un objetivo:
Pobreza cero, y para atacar la pobreza
nada mejor que promover el emprendimiento
y la autoinversión; que cada uno sea su propio
inversor, su propio empresario, asumiendo
que cada cual es responsable de sí mismo.

“Animate a emprender”
nos anima la propaganda oficial, junto a la
imagen de una mujer que amasa, amasa y
sonríe: es feliz -podemos ser más felices-
al realizar su sueño, el sueño de todos,
amasemos o no (hay que captar el sentido
metafórico: amasa, ama amasar, ama lo que
amasa,  está empezando a amasar una fortuna;
pronto no amasará más, otros amasarán por
ella que estará abocada a gestionar
la expansión de su empresa, que seguirá creciendo
en forma ilimitada e indefinida)

El verbo emprender es un verbo abarcativo
de amplio espectro: se emprenden obras,
guerras, revoluciones, interpretaciones y análisis
semiológicos, se emprenden negocios buenos,
malos y dudosos, y llegado el caso se puede
emprender la fuga, y hasta la fuga de divisas.

También ha servido para perpetrar
un neologismo de dudosa consistencia
y más dudosa calidad semántica:

emprendedurismo.

Pero hay que ver el lado positivo. Acaso
la imposición de este artefacto neológico
contrario al sentido estético de la lengua
como a toda sensibilidad poética, venga
a cumplir la concreción de algún sueño…

Hay mucho emprendimiento verbal
dando vueltas.  Animate.




miércoles, 14 de diciembre de 2016

Contaminación o Barbarie

(Onésimo Evans)



No todo es nítido
ni armónico,
pero casi todo es parte
de algún orden. Sólo
hay que pertenecer.
Un buen contribuyente no cuestiona:
es lo que hay, acepta.

Para casi todo hay un antídoto
pero no todo es nítido.

El exceso de emisión humana
puede observarse como un signo:
todos los signos son parte del
orden natural, una vez emitidos
o incorporados.

Emitir contaminación
es una respuesta natural:

Producir contamina, el trabajo
es contaminación, contaminar
es humano: como escribir -una
de las actividades humanas que
menos contaminan-

La contaminación no descansa:
todas nuestras necesidades tributan
a la contaminación. En condiciones
naturales el hombre contamina.

No podemos concebir el mundo
sin contaminación, todo lo que
somos lo debemos a ella.

La tierra está contaminada; el aire,
el agua, los alimentos están contaminados.
Un buen contribuyente no cuestiona, es lo
que hay: todo lo que se puede hacer
contamina.

Pero la contaminación produce utilidades
-las utilidad es contaminante-

Nuestros hábitos de consumo están
contaminados.

Los pueblos originarios no tenían el hábito
de contaminar, pero se extinguen: están
llamados a desaparecer por su incapacidad
de adaptación; no quieren integrarse, no
quieren crecer ni tienen aspiraciones, y
sólo pretenden vivir en armonía con la tierra,
que está contaminada, repitiendo el pasado.

No tienen vocación ni voluntad de emprender,
de aprovechar las oportunidades y gozar de
los beneficios del desarrollo desigual, las
relaciones asimétricas y la movilidad social.

Insisten en mantener sus hábitos y prácticas
ancestrales, reproduciéndolos sin tomar riesgos
ni agregar valor. Es inútil hablarles de progreso,
de esfuerzo personal, de la cultura del trabajo o
de la gestión ambiental. No entienden lo que
significa una contaminación sustentable. 




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