(Onésimo Evans)
Crecer envejece,
es menester
detenerse en el esqueje:
crece, reverdece, se
estremece
y comienza a
declinar.
El crecimiento es un
viaje de ida,
yo nunca maduré ni
quise,
aunque no deje de
envejecer.
Hay que asumir la
culpabilidad
de envejecer, de
enfermar, de morir.
Hay que asumir con
madurez
y saber morir a
tiempo -mi padre, a
mi edad, ya estaba
muerto-
Cuando nací, no
sabía lo que me esperaba.
Pronto supe que
estaba equivocado: yo
esperaba otra cosa.
Supe perseverar en
el error no forzado,
supe ser un zurdo
contrariado, pero con
los años me
rectifiqué, pasé de ser un
adelantado a
repetidor serial en avanzado
estado.
Supe ser abonado en
servicio, locatario,
locador, sr.
contribuyente, estimado cliente,
testigo innecesario.
Hay que tener, al
menos, una línea de conducta,
ser consecuente con
lo que se piensa.
Hay quienes hacen lo
que piensan, quienes dicen
que hacen y quienes
piensan demasiado como
para poder hacerlo.
Hay quienes piensan
antes de hacer nada
y quienes prefieren
no pensar: actúan de oficio
hasta llegar a
viejos. Crecer envejece,
pero sólo se es
viejo cuando se abandonan
los vicios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario