jueves, 31 de diciembre de 2020

La evolución del verbo

 

(Horacio Ruminal)

 

 

Remontándose en el tiempo,
se advierte aún, que los verbos
representaban acciones
más o menos claras y precisas.

Pero ya no son lo que eran:
La evolución sumó complejidad al mundo
y al lenguaje  (el mundo al que pertenecemos)

La expansión del campo semántico
es un hecho irreversible, como la evolución.
Hay nuevas acciones que representar.  Y
lo que se gana en amplitud se pierde en precisión.

Siempre hubo hombres de acción
y hombres de palabra.


Pero desde la práctica teórica
surgen nuevas contradicciones:
Las acciones caen,
ya no son lo que eran,
los actos precipitan y los participios pasan
sin pena ni gloria.  Los límites
se tornan difusos, y aparecen todo el tiempo
nuevos significantes que agregan confusión.

La confusión, puede sumirnos en la inacción,
perdiéndose todo interés en la acción
como valor positivo.



II

Militar, en su acepción verbal, supo ser
un verbo serio, adusto. Expresaba una práctica
de un compromiso intenso, íntegro y hasta absoluto
con una causa.  Ésta, solía estar representada  en
una agrupación política, una organización armada, etc.

Se sabe que muchos militantes perdieron la vida
por la acción de los militares, que a su vez
cumplían órdenes de sus mandantes  (El verbo militar
estuvo siempre asociado al verbo obedecer)

Se podía militar, incluso en una secta o grupo religioso
(si es que hubiera alguna diferencia).  Pero siempre, sin
excepción, se militaba “en”,  no habiendo lugar a la duda
en cuanto al sentido de pertenencia, y a los fines de la
práctica militante.

Un militante, merecía el respeto de propios y extraños
por su actitud de entrega y compromiso, más allá
de compartir o no su condición ideológica.

No se concebía que alguien pudiera militar un Objeto Directo.

Pero los tiempos cambiaron,  y se descubrió
que el verbo ofrecía otras oportunidades, era cuestión
de obtener aceptación utilizando los medios y recursos
disponibles.

Hoy se acepta de buen grado
que se milite  el optimismo, la transparencia,
el entusiasmo, la relajación, la resiliencia,
el oscurantismo, el conformismo o el oportunismo,
así como el posibilismo, el terraplanismo,
el cortoplacismo, la misantropía, el crudiveganismo
o el pos positivismo.

Incluso, resulta aceptable militar la aceptación genérica:

“Lo que aceptas te transforma, lo que niegas te somete”
Repiten sus militantes.

Y más allá de las diferencias, si algo no queremos
ni aceptamos, es el sometimiento.



III

Sin duda, los cambios que ocurren en el lenguaje
acompañan o preceden los cambios en una
sociedad.  Hay distintas teorías y visiones.

Pero ante los cambios, surgen nuevas opciones
de militancia:  a favor, o en contra
(aunque también se puede militar la moderación)

Los que militan el Objeto Directo
hacen una interpretación más amplia y libre
del significado del verbo militar:

Creen que todo puede ser militado
y nadie puede poner límites, ni al Objeto Directo,
ni al derecho a militarlo.  Lo que explica la aparición
de militantes antiderechos.




IV


Resulta evidente, que la expansión semántica
del verbo, abre nuevos horizontes para
la biodiversidad militante.

Así, vamos incorporando muevas formas y diseños
para vivenciar la experienca militante con una
cada vez mayor horizontalidad:  

Militancia vertical, transversal, eventual, transicional,
subvencionada, tercerizada, precarizada, etc.

Militancia experiencial, para aquellos que solo desean
conocer la experiencia intensa de la práctica militante.

Y militancia aspiracional:  “estoy dispuesto a militar
sin descanso y sin medida, en cuanto aparezca algo
que valga la pena ser militado”



V

En cualquier caso, hay que aceptar, la militancia
no es lo que era:  la imagen del militante histórico,
abnegado y comprometido a ultranza, ha mutado,
mal que nos pese, en un  organismo genéticamente
modificado,;  una especie híbrida que ofrece toda
una diversidad de opciones, modalidades y aplicaciones,
como para que nadie se quede afuera.

La militancia como producto, expresa el éxito de la
intervención de diseño inteligente en el campo semántico
de la función verbal, generando nuevas fuentes y opciones
para el desarrollo de la actividad, lo que redunda en la
producción de nuevos sentidos de pertenencia, para
la optimización de la integración en un
verdadero modelo inclusivo:  

Todos tenemos derecho al sentido de pertenencia.
Hay que pertenecer.
No hay nada que no sea militable.


Hacía falta operar un cambio en el desarrollo
de este recurso semántico, que destrabara el
tránsito hacia el camino evolutivo:

No se podía sostener el verbo militar
constreñido, encorsetado y acotado
a la defensa y promoción de categorías abstractas
y obsoletas como libertad, igualdad, justicia
o soberanía…

¡Sólo la militancia es soberana!


VI

Toda evolución tiene un costo.
Así, al ampliar el sentido se diluye su carga
negativa original.  Lo que se gana en un lado,
se pierde por otro, una realidad:
Hay ganadores y perdedores, siempre hubo
(Conviene militar con / en / para / a / los que ganan)

Hay que aceptar el costo evolutivo.
Hay que aceptar:
Vale repetir la cita
de los militantes de la Repetición Permanente:

                            Lo que aceptas te transforma.
                            Lo que niegas te somete.



Con la evolución del verbo

el horizonte se amplía

y el desierto crece.

Hay mucho para militar.




VII

Lo que alguna vez fue un camino  sin retorno,
ahora es un número creciente e impreciso
de caminos que se bifurcan, sin solución
de continuidad.

La aventura de militar
está al alcance de todes:  
Ya no es un camino restringido a jóvenes elegidos,
esclarecidos, iluminados o creyentes.

No hace falta creer, ni tener convicciones, ni ser
joven. Ni ser un insatisfecho inmaduro, que incapaz
de aceptar su fracaso como sujeto, se refugia
en la comodidad de querer cambiar el mundo.

No, todo cambió. No hizo falta cambiar el mundo.
Bastaba cambiar un poco el sentido de algunas
palabras.

Ahora, sos libre de militar lo que quieras:  
Alcanza con una actitud positiva, alguna vocación
de servicio y las ganas de aceptar el desafío de la
aventura.

Sumate

No te quedes afuera

La militancia es más que un desafío
y una oportunidad:   Es una inversión
a futuro   (al futuro hay que militarlo)

Pensá en tus hijos,  aunque todavía
sean parte del futuro.
Pensá en el orgullo de poder
transmitirles tu experiencia…
Pensá en el de ellos, al poder decirle
al mundo:

Mi padre fue un militante…



No te quedes afuera
Sumate
y convertite en un militante soberano
o un soberano militante.

Hay causas militables para todes.
Abrazar alguna causa siempre suma
(aunque haya otras mejores)

Abrazar es fácil, no hace falta poseer
una formación específica ni genérica,
ni tener opinión formada:
Hay información disponible,  y sobran
formadores de opinión.

Toda causa es proveedora de sentido.
Hay que darse, sin medirse.
Hay que abrazar,
por la parte abrazable de las causas,
para gozar en plenitud
la condición de miembro.

Sumate, decidite, animate a emprender
una militancia soberana.

El Sujeto ya lo tenés,
el verbo te está esperando, como una novia.
El Objeto Directo lo ponés vos.

                        ***


Nota al pie:  Si tenés dudas en cuanto al objeto,
podés militar este poema militante, aunque
dudoso:  muchos pondrán en duda su condición
poética, y hasta su condición militante...


(Pero sólo es cuestión de militarlo bien)




 





 

viernes, 18 de diciembre de 2020

Otro poema envidiable

 

(Horacio Ruminal)

 

Vos también podés lucir un cutis envidiable,
un cuerpo perfecto
o imperfecto
pero envidiable.

La envidia no conoce límites,
y es uno de los sentimientos más populares.
Nos envidiamos,
y sabemos que nos envidian
en alguna medida
todos tenemos algo que envidiar.

La envidia, un sentimiento
inclusivo y divisible:

tres sílabas,
tres clases de envidia:

La sana envidia, la patológica y
la genérica, común a todo sujeto sano.

La sana, es un deseo saludable
hacia atributos o propiedades ajenas
como la salud, la belleza, la sabiduría.

Nada más sano que envidiar lo sano:
un cutis lozano es un signo de salud,
su portador ha de ser un ser sano
o sana, o sane en las alturas.

Todos tenemos algo que envidiar,
así como algo que puede ser envidiado
o bien, despertar envidia.

La envidia, es un sentimiento constitutivo
del sujeto, está siempre, bajo diversas formas,
pero necesita despertar.

Es bueno conocer, el conocimiento es un arma
que sirve también para despertar envidia:  solemos
envidiar a aquel que sabe más de lo normal.

A medida que se avanza en el autoconocimiento, el
iniciado descubre que envidia más de lo que
sospechaba.  Es como un despertar.

Hay que sospechar del que dice no envidiar nada
a nadie:  Si fuera sincero no sería sano.

No pocos encuentran  cierto placer, o goce
en despertar envidia. Así, hay quienes hacen cosas
sólo por acceder al goce que les despierta esa envidia
despertada.

Es conocida la confesión de un emprendedor, un self made man,
o empresario exitoso, poseedor de una de las mayores fortunas:
Todo lo que conseguí, es fruto del esfuerzo personal , y la
aventura de asumir riesgos y aceptar desafíos para poder crecer,
pero siempre pensando en los demás, pensando en el Otro.
Yo sólo quería despertar envidia.

Se sabe que el odio es más antiguo que el amor  (Freud habla
del Odio Primordial) pero menos que la envidia, un sentimiento que
conocíamos desde antes de erguirnos y liberar las manos
para fabricar objetos y desarrollar otros hábitos dudosos.

Se podría aventurar, a favor de la envidia, que lejos
de ser un sentimiento negativo, es acaso el más humano
y al que debemos casi todo lo que somos, ya que hizo posible
la competencia, es decir el desarrollo.

No es descabellado deducir que, sin el impulso
y estímulo de este sentimiento esencial, todavía
andaríamos en cuatro patas, colgados de los árboles,
sin poder gozar de las maravillas de la civilización
y reducidos al mero goce de los cuerpos.

No, no nos une el amor, ni siquiera el espanto
y mucho menos la necesidad
o la patraña de la aspiración al bien común:

Es justo reconocer y reivindicar, sin espantarse,
el papel de la envidia,  la sana envidia, no confundir.

Por último,  es posible que la lectura de este poema
despierte alguna envidia por la calidad de su prosa,
virtuosa y desusada.  Habrá quien niegue, incluso,
que éste sea un poema.  Puede que estén en lo cierto,
o bien, una reacción provocada por la envidia. 




domingo, 13 de diciembre de 2020

La evolución del ocio

 

 (Senecio Loserman)



No existe el ocio creativo,
afirmaba un pensador reconocido
aunque no autorizado  (se reconocía no autorizado,
ejerciendo su derecho  a la autoidentificación:  no
reconocía el principio de autoridad ni el derecho
de autor. “Nunca me verán peticionando a las
autoridades, ni mendigando autorización alguna”

El ocio es uno e indiviso:
Dividirlo es degradarlo.

No les alcanzó con la división del trabajo
y pretenden degradar el ocio, dividiéndolo:
uno bueno y otro malo, positivo y negativo,
atribuyendo al ocio creativo el signo positivo,
descontando que la acción de crear, es algo bueno
en sí mismo, cuando la mayoría de las creaciones
humanas son deleznables, mientras que el arte
alcanza su punto más alto cuando logra sumergirse
en las profundidades más obscuras
del alma humana, si existiera tal cosa, reflejando
su condición predominantemente negativa.

Este artificio artero, sin fundamento filosófico,
resulta de gran utilidad a los intereses más viles
y abyectos, pues sirve para condenar y combatir
el ocio, estado superior del alma humana y de todo
organismo viviente.

La división, constitutiva del pensamiento binario,
suele descansar en premisas falsas: hacer es mejor
que no hacer / la ocupación es el estado natural del
hombre /  el movimiento es la superación del estado
de reposo / toda actividad merece reconocimiento /
el trabajo nos hace dignos y respetables /  gracias al
trabajo, podemos disfrutar del tiempo libre /  el
trabajo justifica la existencia / el trabajo nos hará
libres….

¿Hay un trabajo creativo?

Sí, el del artista, el del artesano, el del filósofo…
Pero estos quehaceres son tributarios del ocio:  
Toda la filosofía y el arte existentes, no hubieran
sido posibles sin la condición ociosa.

En otras palabras, toda nuestra cultura
es hija del ocio.   

Sólo el ocio es creativo,
el resto son negocios.


domingo, 6 de diciembre de 2020

La opción inteligente

 

(Ricardo Mansoler)

 

“Los inteligentes buscan soluciones,
los inútiles buscan culpables”

Dime lo que buscas y te diré qué eres.

Es más fácil reconocerse inteligente que inúti,
pero no hay evidencia científica de que el
auto reconocimiento  coincida necesariamente
con el merecimiento  del adjetivo.

No seamos necios, no existe el inútil integral.
Hay un hombre sin atributos, pero no es lo mismo
que el inútil absoluto.

Todos gozamos de alguna utilidad residual,
aún cuando no sea fácil percibirlo ni detectarlo.

Conviene desconfiar de las verdades encerradas
en aforismos  (tanto como de las verdades encerradas
entre paréntesis y de las verdades encerradas)

Conviene desconfiar de los recursos metonímicos
que sostienen la eficacia de los aforismos.

Los inteligentes suelen desconfiar, negar y cuestionar
la validez de enunciados axiomáticos
y afirmaciones taxativas.

Aunque es justo reconocer:  hay que ser inteligente para
pergeñar aforismos como éste.

Los inteligentes suelen tener más dudas que certezas.
La duda, puede dilatar la decisión, la inteligencia vacila
ante la opción binaria:   ¿y si hubiera otra?

No, aquí no se puede ser neutral.

Los inteligentes buscan soluciones.
Los inútiles buscan culpables.

¿Y vos?  ¿Qué andás buscando?

¿De qué lado estás?

Yo ya elegí.  Los inútiles son un peligro, no hace falta ser
muy inteligente para advertirlo:

Si hoy buscan culpables,
mañana buscarán justicia.

 

 

 

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