(William Arsenio Pereyra)
Hace mejor asemejar
que pronunciarse en contra
de lo dado y profundizar
las diferencias heredadas.
El sentido opuesto existió
siempre, quiérase o no.
Si todos aceptáramos
las semejanzas que nos unen,
nada podría oponerse al volumen
unimembre de nuestra voluntad
unánime.
Es para reflexionar, la búsqueda
de la unidad es una aspiración
histórica que siempre fracasó.
¿Por qué?
¿No estaban dadas las condiciones
objetivas, desde una relación asimétrica
entre el desarrollo de la inteligencia y
la evolución ontológica del ser social?
¡O es culpa de aquellos que anteponen
intereses individuales al colectivo,
expresado en el bien común?
¿Existe el bien común?
¿Está en desarrollo? ¿Es una propuesta
a futuro que habría que consensuar?
La pregunta no es válida:
No hay una respuesta taxativa
que satisfaga a todo el mundo.
Tampoco sabemos si existe
en alguna otra parte del mundo
practicable.
Pero desde la lógica deductiva, no puede
negarse su existencia como posibilidad,
al menos desde el campo retórico:
Todos los gobernantes y aspirantes,
con distinto sesgo ideológico, legítimos
o no, y desde hace siglos, coinciden en
la promesa de trabajar por el bien común.
¿Cómo no va a existir?
Hay que creer o reventar: Los políticos
no son hombres de palabra, pero el bien
común existe, y los sobrevive a todos
como aspiración.
No sabemos si es la mejor aspiración,
pero cuando todos seamos capaces de adoptar
un discurso único, habremos alcanzado la
verdadera unidad, la única que conduce
al goce del bien común, exista o no.