(William Arsenio Pereyra)
La pobre oveja, no poseía nada
más que su cuerpo, un cuerpo
humilde que producía su propio
abrigo.
Pero hasta de eso la despojaban,
cuando estaba en su mejor momento.
Es triste ser despojado de lo poco
que uno tiene, podría pensar la oveja.
Algo tan propio como su pellejo, sea
lana, cerda o lisa pelambre.
La propiedad es algo complicado
para una pobre oveja o una oveja
pobre: Hay cosas que exceden el
entendimiento primario del ganado..
No sabía por qué, periódicamente
era sometida a ese despojo, que la
dejaba desnuda sin poder hacer
nada para impedirlo.
El único consuelo, era que después
volvería a crecer su blanco abrigo,
hasta el próximo despojo.
La vida es eso, son ciclos, hay que
disfrutar los buenos y resignarse,
podría pensar la oveja: Es la suerte
de haber nacido oveja.
Pero la oveja no piensa demasiado,
no lo necesita; sólo necesita el pienso.
Sin embargo, la oveja no se autopercibía
indigente, ni pobre, ni se victimizaba.
Sabía que no estaba sola, era parte
de un rebaño con quien compartía penas
y alegrías.
Es un alivio estar rodeada de pares,
sabiendo que todos corremos la misma
suerte: Otros no gozan de esta suerte.
No me puedo quejar, tengo mi pienso.
Pensó la oveja ya esquilada. Gracias
que existo.
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