(Carlos Inquilino)
Escupía lágrimas a lo pavote,
como quien eyacula sangre
con toda naturalidad, para
recuperarla por vía oral.
Eso es un verdadero actor, pensé:
El tipo se pone en la piel
del personaje, y controla todo,
hasta sus fluídos más íntimos
como si no fueran suyos.
Hay que tener algo especial, no sé,
un don natural para poder apropiarse
de una emoción ajena, u otra, u otra
y ponerle el cuerpo como si lo viviera
en carne propia.
No sólo la carne, sino todos sus fluidos
vitales y no tanto, y todo el abanico de
emociones humanas, que ni sabemos
cuántas son (algunas, capaz que ni las
conocemos)
No es para cualquiera, hay que tener
preparación, y algo especial, ese don
de convertirse en otro hasta los tuétanos.
Son seres especiales, saben poner el cuerpo
al servicio de todos los misterios y miserias
del alma humana.
¿Cómo no iban a ser narcicistas, sabiéndose
capaces de controlar todo eso que hay en un
cuerpo, con su espectro de fluidos emotivos,
físicos y metafísicos?
Merecen tanta admiración como respeto:
No es poco controlar un cuerpo y liderar
todo su capital cognitivo y emotivo, para
convertirlo en significante.
Mientras ellos, con sus cuerpos, expresan
una cantidad incierta de emociones, nosotros
buscamos un emoticón que represente una
de las dos o tres que conocemos.
No, ponerse a escupir lágrimas a lo pavote
no es para cualquiera. Yo probé, una vez
eso de llorar en forma voluntaria y fracasé:
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces, lloro sin querer.
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