(Remigio Remington)
Un hormigueo recorre el cuerpo
del poema, sus miembros,
pliegues,
plegamientos
Miento:
parto de una necesidad inconfesable
Comparto, no hay poema
sin deseo (todo deseo es inconfesable
a diferencia del goce, que no puede
ser dicho)
Mejor pedir otro deseo,
pidamos sin piedad,
pidamos justicia,
pidamos justicia,
pidamos una parte
de lo justo, pidamos
hacia el centro
del cuerpo del poema
II
II
Pedir: recuperar el cuerpo,
su contenido, su relación
parcial : volumen – peso
las formas de sostener el centro
de gravedad en el tiempo y
el paso de la necesidad: estados
de gravedad en el tiempo y
el paso de la necesidad: estados
que atraviesa.
El cuerpo incorpora,
corporiza,
cuerpea -no recupera-
El cuerpo: materia que necesita
materia.
El cuerpo pide y da,
se repite:
el cuerpo pide:
otros cuerpos.
Hay cuerpos grandes y pequeños;
todos incorporan, emiten
y reinciden, repiten,
agregan desagregan.
La hormiga hormiguea,
el gato gatea,
el hombre hombrea:
mientras su cuerpo lo permite.
III
III
'Un hombre pasa con un pan al hombro'
pasan los hombres, pasan los panes,
pasan voluntades y volúmenes deseosos,
pasan los planes de los hombres
pasan los planes de los hombres
como pasan los imperios, los estados
y los verbos.
La vida: un paisaje de términos
que pasan: un hormigueo recorriendo
ese volumen involuntario: el cuerpo
del poema, esta noción -las nociones
van y vienen por la vida del poema-
que se incorpora al conjunto de
nociones
que hacen al poema, que emite emociones
y sentidos para que alguien, en el
mejor
de los casos, sienta algo.
(No es necesario sentir mucho para ser
-sentirse- parte del hormiguero)
IV
Sin hormigas no hay hormiguero,
ni hormigueo... (Compartamos
el hormigueo del cuerpo del poema)
IV
Sin hormigas no hay hormiguero,
ni hormigueo... (Compartamos
el hormigueo del cuerpo del poema)
Ser parte: he ahí la clave del buen
funcionamiento
de las comunidades fórmicas: el
espíritu de cuerpo.
Hay más de seis mil especies de
hormigas y todas
conviven en sociedades -unas más
desarrolladas
que otras- que gozan de buena salud.
Conocemos unas pocas: hormigas
voladoras,
cortadoras, excavadoras, algunas más
agresivas
que otras, pero ninguna comparable al
temible
hormigón armado en cuanto a capacidad
de
destrucción de la naturaleza.
La hormiga argentina, es un problema
para los
EEUU, una invasión silenciosa y
difícil de
controlar, aún para aquella nación
experta en
invasiones.
(La criaturas argentinas no suelen ser
presa fácil,
baste recordar que en estas pampas las
invasiones
inglesas fracasaron, mientras que no
ocurrió lo
mismo allá en el norte)
También está la hormiga asesina, una
especie
africana más grande que una avispa y
de picadura
letal. Pero no es muy importante: Es
sabido, que
para el mundo civilizado la vida de los
africanos
siempre fue algo irrelevante, sin
ningún valor.
V
V
Un hormigueo recorre
el cuerpo del poema,
escribo desde mi mesa
de fórmica ( la mesa es
un cuerpo: los cuerpos poseen
forma y contenido, como los
poemas -un poema puede adoptar
distintas formas: los hay con forma
de mesa, de hormiga, y también
los que avanzan remedando la fila
de hormigas que circulan en su
constante acarreo desde y hacia el
hormiguero: estrechos trazos de
tinta que desciende. Pero el poema
no va a ninguna parte, aún cuando
descienda de otros poemas: no hay
hormiguero ni destino, sólo tensión
que circula, palabras que descienden,
sentidos que descienden de palabras,
energía que no encontró mejor
destino-
aunque el poema puede ser pura forma:
Hubo poetas que apostaron a las formas
puras, sosteniendo que el lenguaje
poético
debe diferenciarse en forma nítida
de los otros, concibiéndolo como una
instancia superior, y hubo también
quienes
postulaban las ventajas de la prosa:
hubo largas
discusiones acerca de si se debía
privilegiar la
forma ó el contenido. La discusión
fue cobrando
cuerpo hasta trascender el ámbito
poético : ¿qué
es más importante: el qué ó el
cómo? ¿lo que se
dice ó cómo se lo dice? ¿La idea, el
concepto, ó el
sustento retórico, el aparato
discursivo?
Mucho después de culteranismo y
conceptismo
surgieron otras visiones, divisiones y
tendencias,
pero ya antes que se desarrollaran las
ciencias del
lenguaje, los análisis semiológicos y
las diversas
teorías sobre el discurso, hubo
pensadores que
advirtieron la importancia de las
formas: una verdad
irrefutable ó una idea brillante
pueden fracasar si su
emisión no está asociada a un soporte
retórico eficaz.
La publicidad y la política supieron
incorporar esta
información en forma ventajosa:
consiguen que
adquiramos productos que no necesitamos
y que
respaldemos masivamente proyectos
políticos por
demás perjudiciales para la mayoría.
Un político
con aspiraciones, sabe que debe
venderse, como
cualquier producto. Para esto reclutan
y contratan
gente especializada, asesores
profesionales con sus
equipos de semiólogos, analistas,
psicólogos,
sociólogos, filósofos, epistemólogos,
astrólogos,
fonoaudiólogos, etc. : ciencia
aplicada, labor
interdisciplinaria en su más alta
expresión, al
servicio de una causa que no suele ser
noble, y al
servicio de quien lo pueda pagar.
Sabemos quienes
pagan, pero si el servicio es bueno,
seguiremos
prestándonos al engaño con gusto)
Lo que importa es la apariencia, el
envase,
la superficie de la forma: en el fondo
sólo nos
importa la forma, la superficie; no
deseamos
profundizar, somos profundamente
superficiales.
VI
VI
Pero volviendo a la superficie -a
la superficie
lisa de mi mesa de fórmica- volvemos
al poema:
Un hormigueo recorre Europa...
Un hormigueo recorre el cuerpo de la
hormiga,
animal gregario -es raro que ande sola,
sabe que
su fuerza está en el número: un
ejército de hormigas
puede arrasar con muchas cosas- tiene
espíritu de
cuerpo, sabe que la suma de cuerpos
insignificantes
deviene en otro más eficaz, más
agresivo y temible,
y por lo tanto respetable.
Hay hormigas amigas y enemigas; cuando
se
encuentran no hay negociación: la
guerra será a
muerte. La limpieza étnica asegura la
supervivencia
de los más aptos: los más fuertes.
Europa siempre se supo superior.
El sentimiento de superioridad es
condición
necesaria para la expansión y la
conquista (y para el
desarrollo de políticas agresivas)
El que se reconoce superior, debe
demostrarlo -y suele
hacerlo- por la fuerza.
VII
La fuerza, es la razón de los necios, dicen
'Los sabios emiten ideas nuevas, los necios
las expanden' según un poeta alemán.
De ahí podemos deducir la importancia de los necios
cuya utilidad, igual ó mayor que la de los sabios,
demuestra la necesidad de la necedad.
No seamos necios: toda verdad puede ser demostrable
y refutable, y los necios pueden escribir poemas,
incluso buenos poemas. Los poemas no se hacen con ideas,
sino con palabras: las palabras son objetos arbitrarios,
como los poemas. La fuerza del poema no radica
en las palabras que contiene, sino en la forma en que
se relacionan.
Volvamos al cuerpo del poema:
VII
La fuerza, es la razón de los necios, dicen
'Los sabios emiten ideas nuevas, los necios
las expanden' según un poeta alemán.
De ahí podemos deducir la importancia de los necios
cuya utilidad, igual ó mayor que la de los sabios,
demuestra la necesidad de la necedad.
No seamos necios: toda verdad puede ser demostrable
y refutable, y los necios pueden escribir poemas,
incluso buenos poemas. Los poemas no se hacen con ideas,
sino con palabras: las palabras son objetos arbitrarios,
como los poemas. La fuerza del poema no radica
en las palabras que contiene, sino en la forma en que
se relacionan.
Volvamos al cuerpo del poema:
Un cuerpo
es un volumen acotado, que goza
de cualidades que le son propias
y reviste una apariencia estable y
homogénea.
Todos los cuerpos son materia,
materia en estado de tensión:
materia que pasa de un estado a otro.
Hay cuerpos estables e inestables
-la estabilidad absoluta no existe-
Los cuerpos vivos, son inestables
por naturaleza: necesitan el
intercambio
continuo para mantener su estabilidad
precaria, su equilibrio aparente.
Constituyen lo que llamamos el orden
sensible.
Hay cuerpos más logrados que otros
-como los poemas-
Cuerpos que pueden producir rechazo ó
atracción ó indiferencia
-como los poemas-
Cuerpos que sólo producen anticuerpos,
acaso la función más alta y
necesaria.
VIII
VIII
Un hormigueo recorre
el cuerpo del poema que reposa
sobre mi mesa de fórmica
(mientras hormigas van y vienen
por la fórmica de mi mesa de
poemas)
La hormiga: himenóptero aculeiforme
minador, recorre el cuerpo del planeta
desde hace más de 40 millones de años.
Las actuales no se diferencian
demasiado
de aquellas, que estaban tan
desarrolladas
como nuestras contemporáneas (lo cual
pareciera contradecir la teoría de la
evolución)
La contradicción, como la adicción,
son
algo tan humano como los poemas, las
promesas y las mesas.
IX
IX
La mesa, como es bien sabido, es una
de las mayores creaciones humanas,
ya que nos permite diferenciarnos de
todos los otros cuerpos animados
a la hora de dar respuesta a una de
nuestras necesidades primordiales:
incorporar otros cuerpos.
Somos el único animal que se sienta
a la mesa.
Pero lejos de reducirse a esa única
función, la mesa sirve a muchos otros
usos -sería ocioso enumerarlos- así
como
para acumular diversos objetos, para
compartir la mesa y para incorporar
conocimiento: otro alimento.
La mesa amplía el horizonte humano y
enriquece la vida desde su noble
propiedad
horizontal, permitiendo al usario
abandonarse
a la lectura, a la reflexión, a la
bebida, a la
contemplación ó bien: abandonarse...,
abandonarse sin más,
ofreciendo un
descanso reparador a sus miembros
inferiores
de miembro superior todavía
adaptándose a
la condición bípeda.
Es más, la mesa puede ser considerada
un medio
de conocimiento interpersonal e incluso
de
autoconocimiento, tal como lo
testimonia la
sabíduría popular: 'En el juego y en
la mesa se
conoce a las personas'.
La relación que entablamos con la mesa -una relación
que nos marcará para el resto de nuestras vidas-
que nos marcará para el resto de nuestras vidas-
permite, además, un fácil acceso al
pensamiento
abstracto, así como a las
profundidades de nuestra
condición ontológica, desde el simple
hecho
filosófico que pone de manifiesto la
naturaleza
dialéctica de esta relación: “La
mesa nos sirve,
para servir la mesa”.
X
X
La mesa, se puede afirmar, sostiene y
contiene
en forma simultánea, y además de
prestar estos
servicios cumple una función social
(como la
propiedad): podemos compartirla en
forma
indistinta con familiares, amigos,
allegados y
aún con desconocidos.
Compartir es un verbo muy usado entre
humanos,
organismos sociales (como las
hormigas) que
suelen compartir la mesa.
Cuando el individuo humano decide
abandonar el hogar paterno para armar
otra familia, no lo hace sin tener
asegurada
la mesa.
Cuando el individuo humano decide
abandonar el hogar familiar para vivir
solo -ya sea porque aún no armó su
propia
familia ó porque ya no tiene
expectativas
de hacerlo- el primer artefacto que
procura
es una mesa.
(Puedo referir mi caso: cuando
consideré que
estaba en condiciones de vivir solo,
promediados
los 30 años, una vez conseguido el
lugar, dediqué
los pocos ahorros que disponía a la
adquisición
de una mesa. Dos ambientes vacíos:
carecía de
muebles a excepción de mi biblioteca.
Había que
ocupar, y la mesa era elemento central
de la
ocupación, lo demás podía esperar,
iría llegando
con el tiempo...
Una mesa convierte cualquier lugar en
algo
habitable; con ella, además, uno puede
recibir
-siempre que haya voluntad uno
encontrará donde
sentarse; y en caso contrario, se
puede recurrir
al vecino, que no nos va a negar un par
de sillas.
Distinto sería pedirle la mesa-
Gasté más de lo razonable en esa
mesa: podría
haber comprado una más barata y otros
muebles,
pero yo necesitaba una mesa así:
firme, segura de
si misma, consistente, resistente...
Quien se siente seguro de su mesa, no
tiene nada
que temer, puede aspirar a todo. Es
muy sabido
que quienes saben vivir, valoran la
buena mesa)
XI
Continuará..?
XI
Cualquiera que disponga de una mesa
sabe que puede escribirlo todo:
quien conoce la experiencia de estar
sentado a la mesa, sólo frente al
papel
en blanco, no es ajeno a la noción de
libertad que esta situación
proporciona
(la libertad, sabemos, genera temor:
de
ahí aquello del miedo a la hoja en
blanco)
La escritura es un acto de fe, se
cree...
Sólo la fe puede enfrentar ese vacío.
Pero de poco puede servir la fe si no
tenemos una mesa; ésta es condición
anterior, sin la cual no podríamos
profesar
ninguna clase de fe capaz de superar
ese
vacío que nos observa desde la hoja.
Tampoco hay que esperarlo todo de la
mesa, lo cual constituiría la
consabida
actitud mesiánica.
Cualquiera que disponga de una mesa
puede escribirlo todo. Algunos de los
mejores poemas pueden haber surgido de
mesas como ésta, ó aún más
humildes...
Hay muchas mesas
y hay muchos poemas: puede haber
tantos poemas como mesas (y acaso más,
si consideramos que de una sola mesa
pueden surgir muchos poemas... -aunque
para ser justos en nuestra especulación
habría que considerar también la
cantidad
de mesas poéticamente ociosas-)
Es dable suponer, que entre tantos
poemas,
tantas mesas, tanto poeta trasnochado,
poeta
fracasado, poeta ocasional, accidental
ó poeta
de sobremesa, alguno habrá intentado
cometer
un poema sobre la mesa....
Sin ir más lejos, aquí en mi mesa
está éste:
“La mesa, tratado poeti-lógico”
Continuará..?