martes, 31 de diciembre de 2013

El cuerpo del poema


(Remigio Remington)


Un hormigueo recorre el cuerpo
del poema, sus miembros,
pliegues,
plegamientos

Miento:
parto de una necesidad inconfesable
Comparto, no hay poema
sin deseo (todo deseo es inconfesable
a diferencia del goce, que no puede
ser dicho)

Mejor pedir otro deseo,
pidamos sin piedad,
pidamos justicia,
pidamos una parte
de lo justo, pidamos
hacia el centro
del cuerpo del poema

II

Pedir: recuperar el cuerpo,
su contenido, su relación
parcial : volumen – peso
las formas de sostener el centro
de gravedad en el tiempo y
el paso de la necesidad: estados
que atraviesa.

El cuerpo incorpora,
corporiza,
cuerpea -no recupera-

El cuerpo: materia que necesita
materia.

El cuerpo pide y da,
se repite:
el cuerpo pide:

otros cuerpos.

Hay cuerpos grandes y pequeños;
todos incorporan, emiten
y reinciden, repiten,
agregan desagregan.

La hormiga hormiguea,
el gato gatea,
el hombre hombrea:
mientras su cuerpo lo permite.

III

'Un hombre pasa con un pan al hombro'
pasan los hombres, pasan los panes,
pasan voluntades y volúmenes deseosos,
pasan los planes de los hombres
como pasan los imperios, los estados
y los verbos.

La vida: un paisaje de términos
que pasan: un hormigueo recorriendo
ese volumen involuntario: el cuerpo
del poema, esta noción -las nociones
van y vienen por la vida del poema-
que se incorpora al conjunto de nociones
que hacen al poema, que emite emociones
y sentidos para que alguien, en el mejor
de los casos, sienta algo.

(No es necesario sentir mucho para ser
-sentirse- parte del hormiguero)


IV

Sin hormigas no hay hormiguero,
ni hormigueo... (Compartamos
el hormigueo del cuerpo del poema)


Ser parte: he ahí la clave del buen funcionamiento
de las comunidades fórmicas: el espíritu de cuerpo.
Hay más de seis mil especies de hormigas y todas
conviven en sociedades -unas más desarrolladas
que otras- que gozan de buena salud.

Conocemos unas pocas: hormigas voladoras,
cortadoras, excavadoras, algunas más agresivas
que otras, pero ninguna comparable al temible
hormigón armado en cuanto a capacidad de
destrucción de la naturaleza.

La hormiga argentina, es un problema para los
EEUU, una invasión silenciosa y difícil de
controlar, aún para aquella nación experta en
invasiones.

(La criaturas argentinas no suelen ser presa fácil,
baste recordar que en estas pampas las invasiones
inglesas fracasaron, mientras que no ocurrió lo
mismo allá en el norte)

También está la hormiga asesina, una especie
africana más grande que una avispa y de picadura
letal. Pero no es muy importante: Es sabido, que
para el mundo civilizado la vida de los africanos
siempre fue algo irrelevante, sin ningún valor.

V


Un hormigueo recorre
el cuerpo del poema,
escribo desde mi mesa
de fórmica ( la mesa es
un cuerpo: los cuerpos poseen
forma y contenido, como los
poemas -un poema puede adoptar
distintas formas: los hay con forma
de mesa, de hormiga, y también
los que avanzan remedando la fila
de hormigas que circulan en su
constante acarreo desde y hacia el
hormiguero: estrechos trazos de
tinta que desciende. Pero el poema
no va a ninguna parte, aún cuando
descienda de otros poemas: no hay
hormiguero ni destino, sólo tensión
que circula, palabras que descienden,
sentidos que descienden de palabras,
energía que no encontró mejor destino-
aunque el poema puede ser pura forma:

Hubo poetas que apostaron a las formas
puras, sosteniendo que el lenguaje poético
debe diferenciarse en forma nítida
de los otros, concibiéndolo como una
instancia superior, y hubo también quienes
postulaban las ventajas de la prosa: hubo largas
discusiones acerca de si se debía privilegiar la
forma ó el contenido. La discusión fue cobrando
cuerpo hasta trascender el ámbito poético : ¿qué
es más importante: el qué ó el cómo? ¿lo que se
dice ó cómo se lo dice? ¿La idea, el concepto, ó el
sustento retórico, el aparato discursivo?

Mucho después de culteranismo y conceptismo
surgieron otras visiones, divisiones y tendencias,
pero ya antes que se desarrollaran las ciencias del
lenguaje, los análisis semiológicos y las diversas
teorías sobre el discurso, hubo pensadores que
advirtieron la importancia de las formas: una verdad
irrefutable ó una idea brillante pueden fracasar si su
emisión no está asociada a un soporte retórico eficaz.

La publicidad y la política supieron incorporar esta
información en forma ventajosa: consiguen que
adquiramos productos que no necesitamos y que
respaldemos masivamente proyectos políticos por
demás perjudiciales para la mayoría. Un político
con aspiraciones, sabe que debe venderse, como
cualquier producto. Para esto reclutan y contratan
gente especializada, asesores profesionales con sus
equipos de semiólogos, analistas, psicólogos,
sociólogos, filósofos, epistemólogos, astrólogos,
fonoaudiólogos, etc. : ciencia aplicada, labor
interdisciplinaria en su más alta expresión, al
servicio de una causa que no suele ser noble, y al
servicio de quien lo pueda pagar. Sabemos quienes
pagan, pero si el servicio es bueno, seguiremos
prestándonos al engaño con gusto)

Lo que importa es la apariencia, el envase,
la superficie de la forma: en el fondo sólo nos
importa la forma, la superficie; no deseamos
profundizar, somos profundamente superficiales.

VI

Pero volviendo a la superficie -a la superficie
lisa de mi mesa de fórmica- volvemos al poema:

Un hormigueo recorre Europa...
Un hormigueo recorre el cuerpo de la hormiga,
animal gregario -es raro que ande sola, sabe que
su fuerza está en el número: un ejército de hormigas
puede arrasar con muchas cosas- tiene espíritu de
cuerpo, sabe que la suma de cuerpos insignificantes
deviene en otro más eficaz, más agresivo y temible,
y por lo tanto respetable.
Hay hormigas amigas y enemigas; cuando se
encuentran no hay negociación: la guerra será a
muerte. La limpieza étnica asegura la supervivencia
de los más aptos: los más fuertes.

Europa siempre se supo superior.
El sentimiento de superioridad es condición
necesaria para la expansión y la conquista (y para el
desarrollo de políticas agresivas)
El que se reconoce superior, debe demostrarlo -y suele
hacerlo- por la fuerza.

VII

La fuerza, es la razón de los necios, dicen
'Los sabios emiten ideas nuevas, los necios
las expanden' según un poeta alemán.

De ahí podemos deducir la importancia de los necios
cuya utilidad, igual ó mayor que la de los sabios,
demuestra la necesidad de la necedad.

No seamos necios: toda verdad puede ser demostrable
y refutable, y los necios pueden escribir poemas,
incluso buenos poemas.   Los poemas no se hacen con ideas,
sino con palabras:  las palabras son objetos arbitrarios,
como los poemas.  La fuerza del poema no radica
en las palabras que contiene, sino en la forma en que
se relacionan.

Volvamos al cuerpo del poema:


Un cuerpo
es un volumen acotado, que goza
de cualidades que le son propias
y reviste una apariencia estable y
homogénea.

Todos los cuerpos son materia,
materia en estado de tensión:
materia que pasa de un estado a otro.

Hay cuerpos estables e inestables
-la estabilidad absoluta no existe-
Los cuerpos vivos, son inestables
por naturaleza: necesitan el intercambio
continuo para mantener su estabilidad
precaria, su equilibrio aparente.
Constituyen lo que llamamos el orden
sensible.

Hay cuerpos más logrados que otros
-como los poemas-
Cuerpos que pueden producir rechazo ó
atracción ó indiferencia
-como los poemas-
Cuerpos que sólo producen anticuerpos,
acaso la función más alta y necesaria.

VIII


Un hormigueo recorre
el cuerpo del poema que reposa
sobre mi mesa de fórmica
(mientras hormigas van y vienen
por la fórmica de mi mesa de
poemas)

La hormiga: himenóptero aculeiforme
minador, recorre el cuerpo del planeta
desde hace más de 40 millones de años.
Las actuales no se diferencian demasiado
de aquellas, que estaban tan desarrolladas
como nuestras contemporáneas (lo cual
pareciera contradecir la teoría de la
evolución)

La contradicción, como la adicción, son
algo tan humano como los poemas, las
promesas y las mesas.

IX


La mesa, como es bien sabido, es una
de las mayores creaciones humanas,
ya que nos permite diferenciarnos de
todos los otros cuerpos animados
a la hora de dar respuesta a una de
nuestras necesidades primordiales:
incorporar otros cuerpos.
Somos el único animal que se sienta
a la mesa.

Pero lejos de reducirse a esa única
función, la mesa sirve a muchos otros
usos -sería ocioso enumerarlos- así como
para acumular diversos objetos, para
compartir la mesa y para incorporar
conocimiento: otro alimento.
La mesa amplía el horizonte humano y
enriquece la vida desde su noble propiedad
horizontal, permitiendo al usario abandonarse
a la lectura, a la reflexión, a la bebida, a la
contemplación ó bien:  abandonarse...,
abandonarse sin más, ofreciendo un
descanso reparador a sus miembros inferiores
de miembro superior todavía adaptándose a
la condición bípeda.

Es más, la mesa puede ser considerada un medio
de conocimiento interpersonal e incluso de
autoconocimiento, tal como lo testimonia la
sabíduría popular: 'En el juego y en la mesa se
conoce a las personas'.

La relación que entablamos con la mesa -una relación
que nos marcará para el resto de nuestras vidas-
permite, además, un fácil acceso al pensamiento
abstracto, así como a las profundidades de nuestra
condición ontológica, desde el simple hecho
filosófico que pone de manifiesto la naturaleza
dialéctica de esta relación: “La mesa nos sirve,
para servir la mesa”.

X


La mesa, se puede afirmar, sostiene y contiene
en forma simultánea, y además de prestar estos
servicios cumple una función social (como la
propiedad): podemos compartirla en forma
indistinta con familiares, amigos, allegados y
aún con desconocidos.

Compartir es un verbo muy usado entre humanos,
organismos sociales (como las hormigas) que
suelen compartir la mesa.

Cuando el individuo humano decide
abandonar el hogar paterno para armar
otra familia, no lo hace sin tener asegurada
la mesa.

Cuando el individuo humano decide
abandonar el hogar familiar para vivir
solo -ya sea porque aún no armó su propia
familia ó porque ya no tiene expectativas
de hacerlo- el primer artefacto que procura
es una mesa.

(Puedo referir mi caso: cuando consideré que
estaba en condiciones de vivir solo, promediados
los 30 años, una vez conseguido el lugar, dediqué
los pocos ahorros que disponía a la adquisición
de una mesa. Dos ambientes vacíos: carecía de
muebles a excepción de mi biblioteca. Había que
ocupar, y la mesa era elemento central de la
ocupación, lo demás podía esperar, iría llegando
con el tiempo...
Una mesa convierte cualquier lugar en algo
habitable; con ella, además, uno puede recibir
-siempre que haya voluntad uno encontrará donde
sentarse; y en caso contrario, se puede recurrir
al vecino, que no nos va a negar un par de sillas.
Distinto sería pedirle la mesa-
Gasté más de lo razonable en esa mesa: podría
haber comprado una más barata y otros muebles,
pero yo necesitaba una mesa así: firme, segura de
si misma, consistente, resistente...
Quien se siente seguro de su mesa, no tiene nada
que temer, puede aspirar a todo. Es muy sabido
que quienes saben vivir, valoran la buena mesa)

XI
Cualquiera que disponga de una mesa
sabe que puede escribirlo todo:
quien conoce la experiencia de estar
sentado a la mesa, sólo frente al papel
en blanco, no es ajeno a la noción de
libertad que esta situación proporciona
(la libertad, sabemos, genera temor: de
ahí aquello del miedo a la hoja en blanco)
La escritura es un acto de fe, se cree...
Sólo la fe puede enfrentar ese vacío.

Pero de poco puede servir la fe si no
tenemos una mesa; ésta es condición
anterior, sin la cual no podríamos profesar
ninguna clase de fe capaz de superar ese
vacío que nos observa desde la hoja.

Tampoco hay que esperarlo todo de la
mesa, lo cual constituiría la consabida
actitud mesiánica.

Cualquiera que disponga de una mesa
puede escribirlo todo. Algunos de los
mejores poemas pueden haber surgido de
mesas como ésta, ó aún más humildes...
Hay muchas mesas
y hay muchos poemas: puede haber
tantos poemas como mesas (y acaso más,
si consideramos que de una sola mesa
pueden surgir muchos poemas... -aunque
para ser justos en nuestra especulación
habría que considerar también la cantidad
de mesas poéticamente ociosas-)

Es dable suponer, que entre tantos poemas,
tantas mesas, tanto poeta trasnochado, poeta
fracasado, poeta ocasional, accidental ó poeta
de sobremesa, alguno habrá intentado cometer
un poema sobre la mesa....

Sin ir más lejos, aquí en mi mesa está éste:
“La mesa, tratado poeti-lógico”

Continuará..?




miércoles, 25 de diciembre de 2013

El hongo


(Tomás Mercante)


I


El hombre elonga
El hongo no elonga

No sólo el hombre elonga,
pero bien puede el hombre
elongar estando solo:

La elongación es un hecho
individual
que puede compartirse
-como el sexo-

No hay certeza de que elongar
mejore el rendimiento sexual
ó prolongue su duración.

Hay quien elonga
y quien no elonga

La elongación, restablece la
capacidad elástica de la fibra
muscular.

La elongación distiende y relaja
los tejidos, librándonos de tensiones
indeseables.

(Hay tensiones deseables e indeseables,
 pero el deseo es tensión)

II

Elongar prolonga la vida útil
de los músculos (los músculos son
útiles para la acción y la sustentación,
para estar bien afirmado y para mantener
la posición de firmes)

El tiempo que se pierde al elongar
-tiempo de vida útil que se pierde para la
producción de utilidades- no se pierde:
es inversión a futuro.

La elongación es una acción beneficiosa
para casi todo el mundo -hay que evitar la
arbitrariedad de las generalizaciones-, que
está al alcance de todos: no requiere ninguna
inversión, a excepción del tiempo -casi todas
las inversiones necesitan tiempo-

El tiempo a destinar, está relacionado en
proporción directa al trabajo erogado por cada
grupo muscular. (Luego, aquellos que no
estuvieron afectados a ningún trabajo, estarán
libres de la necesidad de elongar -contradiciendo
la conocida máxima: El trabajo nos hará
libres-)


III

El hombre elonga,
el hongo no elonga

El futuro del hombre es incierto,
el del hongo no, aunque no elongue.

El hombre puede hombrear:
bolsas, bultos y pesares...

El hongo no honguea ni hombrea:
su condición efímera -así como
la falta de movilidad propia- lo eximen
de tal necesidad.

El hongo es una criatura extraña
Hay quienes sostienen que tiene
un origen extraterrestre.

El hombre es una criatura extraña
Hay quienes sostienen que tiene
un origen extraterrestre.

Hay hongos, que el hombre considera
alimento, y hay hongos que consideran
alimento al hombre.

IV

Hongos y humanos -hombres y hembras-
compartimos el mundo con otras criaturas,
especies que elongan y que no elongan,
La naturaleza de los hongos es variada:
-como la de los hombres-  hay hongos
grandes y pequeños.
Los hay que alcanzan un desarrollo saludable
como huéspedes del hombre, pero éste ha
desarrollado fungicidas para combatirlos
-el fungicidio no es punible para la ley humana-

El hombre es una especie apta para el combate:
en su pequeña historia nunca ha dejado de
combatir, con una determinación y voluntad
dignas de mejores causas, convencido de que
la vida es sinónimo de lucha, se ha mostrado
impiadoso en el combate contra toda forma
de vida, sin excluir la propia.


V

Se puede permanecer y transcurrir
sin elongar  -el hongo no elonga-, y se
puede elongar hasta el cansancio
-elongar cansa-

Quienes dependen mucho de sus
músculos, reconocen los beneficios de
la elongación (“He elongado mucho,
me he cansado poco” dijo un poeta
popular) y hacen de esta práctica un
hábito (con el riesgo inherente a todos
los hábitos: convertirse en vicio)

Así, hay quienes dedican la mayor parte
de su vida útil a la elongación:

En este punto, hay que extremar los cuidados:
si bien la elongación puede mejorar la calidad
de vida, nunca es un fin en sí misma:
No es lo mismo elongar para vivir
que vivir para elongar.

Es sabido que un cuerpo humano promedio
contiene demasiados músculos y neuronas
-la mayoría ociosos-
Si se cobra conciencia y se pretende dar un
tratamiento equitativo a cada uno de ellos, se
corre el riesgo de incurrir en el despropósito y
en la desmesura. Hay que ser cauto, no excederse
ni aún con los hábitos que se suponen saludables:
siempre se debe observar una medida,
porque no es lo mismo que vivir,
elongar la vida.










viernes, 20 de diciembre de 2013

Un texto de Dudamel Rambler


Peripatético    (de Poemas Dudosos)




Hay que dar para recibir,
dicen.
Yo
no diría,
pero el que calla, otorga,
dicen,
y otorgar es dar
Yo no diría ni daría:
Yo dudaría,
antes de dar

¿qué dar? ¿qué recibir?

¿qué esperar de estos verbos, de su
constante propensión
a la interacción?
¿qué esperar de las interacciones?
¿qué, de las direcciones que cambian de sentido?
¿qué: de las funciones intercambiables,
de las relaciones de intercambio?

¿Qué esperar de los verbos heredados?

Todos los verbos, dados y recibidos, representan
acciones, como esperar, aspirar u olvidar...
dar.., dudar...

(Yo dudaría)

Este mundo contiene todo lo que necesitamos,
contiene las respuestas a todas nuestras necesidades,
¿o no?

No tenemos esta respuesta: no tenemos todas
las respuestas 

 (pero tenemos los verbos necesarios,
podemos agregar: hay verbos copulativos y hasta tenemos
verbos auxiliares -auxiliar no es un verbo auxiliar-)

Contamos con el auxilio de la filosofía, pero ella
no da respuestas, sólo genera otras preguntas,
como el arte.

La ciencia produce respuestas
que responden a intereses dudosos -todos lo son,
aún los sanos-

(Esto me lleva a dudar, en cuanto a las respuestas:
¿son todas interesadas, menos las innecesarias?)


Dudar es un verbo sustentable: permite mantener
la tensión mientras se busca otra respuesta...


(Ante la duda, es dable emitir respuestas dudosas
y sostener afirmaciones imprecisas: la inutilidad
no tiene precio)

Respuesta:


(La vida, puede entenderse como una continua
necesidad de dar respuestas, -toda necesidad pide
respuesta- cuyo resultado final se verifica en la
cantidad de respuestas obtenidas, y la calidad estaría
dada por el número de respuestas correctas).

Hay dudas legítimas e ilegítimas.
Hay respuestas correctas e incorrectas.

Hay que dudar para recibir,
hay que dar crédito a la duda dada: la duda
es siempre una respuesta válida.
Dudar y dar, como se debe
Dar respuesta dar
cóncava ó convexa
dar
como se dan las leyes
como se dan los días,
los diagnósticos
inciertos, reservados
ó dudosos
dar
como los dados
dar
respuestas al azar
como se dan ofrendas,
como se dan prebendas,
como los verbos naturales
como dar, anidar, quedar, hospedar,
defraudar y dudar

dudar:

-ampararse en el beneficio de la duda-

la duda:

Aristóteles postulaba su condición superior:
“Afirmar ó negar es de necios e ignorantes,
dudar y reflexionar es de sabios”

Aristóteles tenía sus aristas:
Juraba que la función del cerebro
era evitar que el cuerpo se recalentara.

Quien duda no jura.

                                        D.R.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Nuevas versiones superables II


(Vicente Narioh)



La escritura nos sirve,
sirvámosle.

Escribir es pensar: sólo escribo
lo que pienso -si lo pienso más
no lo escribo-

Hay que ser cuidadoso
con lo que se pìensa -no dejo de
pensar: No hay que escribir todo
lo que se piensa-

Descartar, escribir es descartar,
seleccionar. La conciencia selectiva
se debe ejercitar en forma permanente.

La selección y el descarte, constituyen
la mayor parte del oficio de escribir
-descartar más de lo que se escribe
es la condición no escrita del acto poético-

Las obras perdurables son el resultado
de una minuciosa selección, trabajo que
sólo puede ejecutar una muy desarrollada
conciencia selectiva (la propia conciencia
es producto de la selección natural)

Pero tan necesarias son las obras perdurables
como las otras: las perecederas, las soslayables
y las efímeras. Hay un crecimiento sostenido
de la demanda de productos descartables.

La escritura nos sirve, más allá de lo que seamos
capaces de hacer con ella.

Algunos escriben lo que otros descartan,
y hay quienes abrevan en lo que otros escribieron,
para producir obras descartables.

Nadie puede prescindir
de lo que escribieron otros, nadie puede
prescindir del otro: se escribe por otros
y se escribe para otros.

'El plagio es el punto de partida de la actividad
creadora en el arte nuevo'


(Esta frase no me pertenece -como tampoco otras-
 Es de otro,  pero el plagio no es nuevo)

El otro, es la única condición necesaria para escribir,
necesitamos a otros, recién entonces puede haber otras
necesidades.

“Yo soy un otro” dijo el poeta francés que no
envejece, y tan temprano puso fin a su producción
poética abandonando su patria en busca de aventuras.

“La patria es el otro” dijo una presidenta del Cono Sur
-acaso en un intento de reafirmar esa búsqueda de
identidad que los pueblos se empeñan en no abandonar,
a pesar del desarrollo desigual y los modelos inclusivos
que insisten en incluir la desigualdad-

No sabemos quién es el otro.
Sí sabemos, es distinto, es un extraño -y todo extraño
puede encubrir a un enemigo-

“Yo soy uno de nosotros”, había dicho 40 años antes otro
presidente del mismo signo, en el mismo lugar, a la vuelta
de su largo exilio, para diferenciarse de todos aquellos que
esperaban otra cosa (un cambio de signo).


La escritura nos sirve,
sirvámosle.

Algunos escriben por necesidad,
otros por casualidad y otros
por descarte.

También están aquellos a quienes
la escritura les sirve para poder
ser otros.

Y hay los que no saben por qué
escriben: escriben para saber.

Escribir, suele ser una actividad solitaria,
un hecho individual, pero necesita la
existencia de otros.

Todo lo que alguien puede escribir
guarda relación con lo que escribieron
y escriben otros. También con los otros
que no escriben: todos los otros, son
potenciales lectores (es difícil para el
que escribe tener un juicio ó valoración
objetiva de su producción si sólo cuenta
con la opinión propia)

Es conocida la caracterización que Arlt hacía
de aquellos escritores que quería denostar:
“A ese no lo lee ni su familia”

Más que elocuente, la intención descalificadora,
pero sin pretender cuestionar la eficacia de la
sentencia, ni los recursos retóricos de su emisor,
me permito discrepar, en el nombre de todos aquellos
que persistimos en la producción de obras que no son
objeto de lectura familiar...

¿Acaso se debería confiar en el juicio de personas
ligadas emocional ó afectivamente a uno?
¿Puede esperarse una valoración objetiva ó un juicio
ecuánime desde el propio núcleo familiar?
¿Hay algún sustento para creer en la insitución familiar
-conservadora por naturaleza- como ente de califiación
ó autoridad de aplicación para el juicio de una obra
literaria?
¿Hay que creer en la familia, la tradición, la propiedad?

¿Qué relación hay entre familia y sujeto escritor?

Es bien sabido que la familia suele tolerar esta inclinación
-adicción- de uno de sus miembros, como una enfermedad
ó una pequeña desgracia -un problema con el que hay que
acostumbrarse a convivir- salvo en el caso en que todos
puedan vivir de ello, lo que no ocurre casi nunca.

Suele ocurrir, incluso, que la familia perciba este hecho
como una 'traición': toda familia tiene sus 'secretos',
-mantenerlos hace a la preservación de esa extraña unidad
que llamamos familia- y los escritores, se sabe, no son gente
pudorosa.

(Mientras escribo ésto no puedo dejar de pensar en Gregorio
Samsa).

En algunos casos, hay familiares que pueden mostrarse más
comprensivos ó indulgentes con el portador -sano ó enfermo-
pero siempre emitirán opiniones subjetivas y juicios opinables.

En cualquier caso, lo mejor que puede ocurrirle al que escribe
es que su lector no sepa nada de él, que no lo conozca, ni
conozca sus datos personales, ni su historia, ni su rostro.




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