lunes, 24 de julio de 2017

El odio absoluto

(Onésimo Evans)



La agresión, como la agregación
signan la vida humana y su impronta
evolutiva, expresada en su naturaleza agresiva
y en la necesidad constante de agregar:  El
hombre necesita agregar más violencia
a la existente en la naturaleza, la violencia es
un medio para agregar valor a los valores naturales
establecidos,  como la agregación.

Creemos en el odio primordial como
noción fundante de todo sistema
de valores, y en el valor agregado
como signo evolutivo.

La Naturaleza contiene violencia,
por necesidad. La necesidad es violencia,
señalaba Aristóteles, y la historia humana
rebosa violencia, se sostiene en ella:

Siempre se imponen las acciones violentas.
Marx agregó su metáfora: La violencia es
la partera de la Historia.

Hay una violencia natural y una artificial.
El hombre es el único organismo que crea
objetos y necesidades artificiales.
El arte, como el deporte, son formas de
canalizar la violencia natural de un modo
artificial.

El hombre se diferencia del resto de los
seres animados, por su capacidad superior
para emitir violencia: Su naturaleza violenta
lo enfrenta a la Naturaleza.

La Naturaleza contiene violencia: la necesaria
para controlar y mantener el equilibrio; todas
las especies tienden a expandirse, como algo
natural. No hay expansión sin agresión, es
necesario agregar, y no hay expansión ilimitada.

Somos criaturas altamente expansivas, una
condición que sólo conoce el límite de la
propia capacidad autodestructiva.

El hombre ama y odia en diversa proporción,
pero el odio es más antiguo que el amor,
advertía Freud (aunque son sentimientos
inseparables: quien no odia no ama)

Somos una especie que no tolera la estabilidad,
y cuya naturaleza inestable produce cambios en
sus condiciones naturales:

Ningún animal altera tanto la Naturaleza.

“El odio es el caudillo del cambio. Mientras
que el amor es el patrono de la estabilidad”
pensaba Nietzsche.

“Se está acabado, se es un muerto en vida, no
cuando se deja de amar, sino de odiar. El odio conserva:
en él, en su química, reside el ‘misterio’ de la vida”
-E.M. Cioran-

Hay que agradecer lo que somos a la naturaleza
agresiva: le debemos gratitud al Odio Primordial.
Sin él, valdríamos poco, o nada, y no habría forma
de poner en valor la especie y mucho menos
agregar valor.



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