lunes, 31 de enero de 2022

Turismo y cultura

 

(Esther Miño)

 

¿Qué piensa de las industrias culturales?

-No me gusta ese maridaje.

¿Cree que son incompatibles, que habría
que separar los términos, para evitar la
contaminación ideológica?

-La contaminación está en todo, no se puede
apartar. Yo tengo mi propia ideología, no
comparto, soy un hombre apartado.  Estoy
en contra de la industria, pero nadie puede
abstraerse de la contaminación: hasta el
pensamiento abstracto está contaminado.
Sólo podemos evitar las relaciones tóxicas.

Si está en contra de la industria, debo inferir
que se inclina por la producción agropecuaria
como sostén de la economía. ¿Está con el campo?

-No no soy de inclinarme, pero estaría en el
campo si pudiera elegir y si no estuviera tan
 contaminado. El campo es pura contaminación,
si me permite el oxímoron.

En ese caso, supongo que aceptará la industria del
turismo como fuente para obtener divisas…

-No creo en las divisas, y estoy en contra de la
industria en términos genéricos, creo haberlo dicho.

Es verdad, lo dijo. Pero podemos separar los términos
y contemplar la práctica del turismo como ajena a la
industria, una actividad expansiva que nos conecta
con otros sitios y costumbres, nos integra, e incluye
la aventura del conocimiento.

-Sí, creo que hay que separar: Separo la primera parte,
lo otro lo podría haber ahorrado, no voy a comprar
ningún paquete turístico.
Hay que separar: Juntar a todos los turistas y llevarlos
a una isla desierta, que disfruten la aventura de esa
naturaleza salvaje y compartan sus virus, hasta que se
harten de consumir y se consuman entre ellos…

Me parece un poco extremo. El turista no es sólo un
consumidor y transmisor de virus; hay otras necesidades,
deseos y aspiraciones que hacen a la condición humana
y al ser social…

-Tiene razón, podemos rescatar el turismo sexual, que
al menos tiene objetivos precisos, sabe lo que quiere
consumir. 



En: Diálogos analógicos y empáticos para la liberacíón y la superación personal

sábado, 29 de enero de 2022

El carpincho alzado

 

(Esther Miño)

 

Castas castas, erigen castillos
en el polvo, en el aire, en la arena,
en manglares, humedales, bañados
y aledaños.

No hacen daño, sólo quieren
vivir junto al agua.

Castores y carpinchos no conocen
castas, ni el canto castrato, ni el
derecho de propiedad:

Invaden barrios privados
sin ninguna culpa  -no conocen
la culpa, pobres infelices-

¿Cuánto puede costar la vida
de un castor o de un carpincho?

Poco y nada, pero desvaloriza la propiedad.
Si quieren vivir en un humedal, que paguen;
que asuman las costas de vivir en las costas
o se vuelvan a su pago.

Los carpinchos incautos y usurpadores
recibirán su castigo, son como una casta
parasitaria.  Para peor, se reproducen
en forma irracional.

La castidad se puede negociar,
las propiedades se negocian  -reconocemos
las propiedades del aceite de castor, la manteca
de cacao y la leche de carpincho-

Pero el derecho de propiedad no se negocia
-sólo los ociosos, incapaces de esforzarse y
progresar, quieren negociar la propiedad ajena-


Hay castas, castos, costas y castillos
con comodidades y dependencias.

Los carpinchos no son parte del rebaño, ni
reconocen pastores.  Forman familias, como
cualquier cristiano, pero no tienen amo ni
patrón y sus patrones de conducta, dejan
que desear:  Son veganos, no practican la
castidad, son promiscuos y se aparean en
el agua  -pública o privada-  sin ningún
pudor, a la vista de personas honestas y
castas doncellas feligresas.

A las buenas familias les producen
rechazo, pero algunas los toleran
y las hay que, con una empatía digna de
mejor causa, evalúan incorporar alguno
como mascota.

Si vas a adoptar un carpincho, no olvides
castrarlo.  La esterilización no mejora su
calidad de vida, ni la prolonga, pero vas
a dormir más tranquila.

Un carpincho alzado, es capaz
de cualquier cosa:
No sólo no respeta la distancia sexual,
sino que no le hace asco a nada, casi
como un político.



 

 

(De la serie "mascotas")


 

martes, 25 de enero de 2022

El pecado servido

 

(Asensio Escalante)

 

Supe que pequé
antes de la flagrancia
de este verbo.
Supe pecar, al repetir,
al separar las sílabas pecables.

Pecar en el placard, en el vestíbulo,
en la mesa, antes
de incorporar el cuerpo
del pecado el verbo ya encarnaba,
entre los puntos suspensivos que
nadan en el agua  (aguas madres,
aguas benditas, bautismales
y servidas, mancomunadas en el fluir
de la ilusión que precipita en verbo)

El cuerpo del verbo
encarnaba en pez, en paz
entre los peces carnívoros
y los cantos de la carne.

¡Qué empiece el carnaval!
Dijo un mortal
disfrazado de carnada.

Y fue la luz:  mortales gestantes
dieron a luz el primer pecado
concebido conocido:

Conocimos el pecado.


II
Nadie nace pecado ni pecando,
hay que tener conciencia.

No se aprende a pecar pecando,
se peca antes de saber pecar:
Se procede del pecado ajeno
y del pasado.

Supe que pequé
junto al gerundio aunado que se hundía
en el sosiego de esa práctica fruitiva.
Al pescar no sabía, era un novicio,
nunca había pescado en agua alguna
ni fui instruído en el arte de la pesca:

Pecaba sin arte ni motivo,
estando ya mi causa sosegada
como el gerundio hundido.

No sabía, ni siquiera al momento
de recoger la pieza (empieza antes,
el pecado:   Cuando el objeto de ese
verbo pasa de ser un sustantivo -casi
un sujeto- a convertirse en participio
pasado, como un pecado)


III
¿Evolución?

(La evolución nos hizo abandonar
el agua, saltar del sustantivo al verbo,
y encarnar el líquido deseo que divide
las aguas y los cuerpos)

Somos pescadores por naturaleza,
heredamos redes y carnadas
que se enredan a nuestras propias
fibras de carne procesada.
En procesión, seguimos avanzando
en esta singladura degradable
que se descompone al ritmo de un deseo
que se hunde y nadie heredará.

¿Somos un planeta pescador?

Cultivamos el arte de pecar
en todos los sentidos conocidos
mientras el tiempo lo permita.

El pecado es pasado que circula
y no se agota, se recicla en cada
nuevo verbo incorporado.

He pecado poco,
me he cansado mucho
y aún no acabo de pecar

(Pero puedo evocar lo ya
pecado y recuperarlo como metáfora,
generando un excedente de sentido)

Hoy tengo un pecado nuevo


¿o no?

martes, 18 de enero de 2022

El poema y la igualdad de oportunidades

 

(Ricardo Mansoler)

 

Este poema goza de diversas
propiedades.  
Pero no las comparte.

Es oportuno reconocerlo:  No todo
se puede compartir;  hay cosas
que no se comparten.

Hay que reconocer, es difícil compartir
una oportunidad, hay un riesgo:  
El otro la podría aprovechar primero   
(hasta alcanzar la igualdad de oportunidades,
aspiración común a todos los gobiernos)

Aspirar siempre es oportuno, a diferencia
de compartir.

Todo poema nace como oportunidad:
Antes de existir como tal, es sólo una
oportunidad.  Su emisor encuentra la
oportunidad y decide que es oportuno
hacer eso y no otra cosa.

Este poema se reconoce hijo
de la oportunidad.
Hay que ser reconocido:  No existiría
sin las condiciones de posibilidad que
brinda la oportunidad.

La forma de tramitar el uso
de la oportunidad, es amplia y diversa.
Cada uno es libre de percibir y calificar
su valor, y decidir aprovecharla  o no,
de un modo u otro.

La palabra oportunidad goza de distintas
propiedades, es justo reconocer  -podemos
compartir-  que es uno de los términos más
inclusivos:  Puede incluirlo todo, menos la
igualdad.

Este poema desciende de otros,
como todos, y reconoce antecedentes:

Oportunamente, fue escrito El Poema Oportuno,
luego El Poema Inoportuno, y antes fue el turno
de Otra Oportunidad Histórica.

El segundo, es tan revelador como irrelevante
pero tiene algo curioso, no revelado en forma
explícita:

Nace y se reconoce como Inoportuno, pero
a medida que desciende se torna cada vez
más oportuno.

(Es probable que nadie lo descubra en una
segunda lectura:  Las oportunidades no suelen
ser lo que parecen, ni son para cualquiera)

No hay que confiar demasiado en ningún
reconocimiento, ni siquiera en el propio:

Reconozco que no. 

Mejor es confiar en las oportunidades.

A favor del viento

 

 (Ricardo Mansoler)


El viento trae nuevas metáforas.
El viento pasa, las metáforas
circulan:  
casi lo mismo.

Se esperan nuevos vientos
¿Qué esperar del viento?

¿Novedades?  Lo único seguro
es que el viento nunca es el mismo,
se renueva  ¿o se recicla?

Los vientos, aunque se dejen nombrar
y se repitan, nunca son los mismos
-salvo los metafóricos: el viento de los
vivos, el de los muertos, viento en contra
o propicios para actividades náuticas.

Hay metáforas más populares que otras,
según los vientos.

El pueblo se reconoce en sus metáforas,
según los vientos.

De acuerdo al viento, puede el pueblo
ser reconocido como sujeto histórico
o como metáfora.

Soplan nuevos vientos
es más que una metáfora: un pleonasmo
que resiste el paso de los vientos.

El pueblo humano sabe adaptarse bien
a estos artefactos que circulan, y
observa con naturalidad su propia circulación
en el espacio metafórico  -incluyendo el
pleonasmo-


II
Los poetas trabajan con metáforas
propias o ajenas:  es lícito citar, recitar,
citarse, apropiarse, recitarse  -la repetición
no es sólo un recurso poético-

rezar es repetir, reza un estudio filosófico:
“Las personas filosofan por la misma razón
por la que rezan”

Cito a John Gray, un filósofo que estudia
a los gatos, a quien no conozco ni leí
pero puedo citar con éxito.

Los gatos son buenos generadores
de metáforas y de poemas:  Hay más poemas
de gatos que de cualquier otro animal, real o
fabuloso. Un gato, es siempre misterioso.

Si se concentra la atención en observar
a un gato el tiempo suficiente, aparece
una metáfora, o el alma de un poema posible.

Todos los poemas son posibles, para quien
sabe observar y reproducir. En toda repetición
hay alguna alteración:  alterar el orden
metafórico es un recurso renovable, el viento
nunca se repite.


III
El poeta menos pensado, puede alterarlo todo,
no cuentan los recursos adquiridos o apropiados.

Puede el poeta, citar a otros poetas,
a sí mismo o excitarse con una cita
apócrifa, sin que nadie lo sepa.

Lo que tiene que saber un poeta,  es poco
en relación a lo ignorado. Acaso, ni siquiera
sepa que la vida parasitaria representa casi
el 70 % de la vida del planeta.


IV
El viento trae nuevas metáforas.

El poema, puede prescindir de todas.
No del viento: las diferencias térmicas
dentro del poema, generan sus propios
vientos.

El viento es parte del poema, como las
palabras emitidas según los vientos
y el ritmo observado por el viento.

Los vientos se renuevan, pasan, purifican.
No se reproducen como las metáforas,
ni circulan:  Hablar de la circulación
del viento, es metáfora  -la metáfora es
necesaria para que todo pueda circular
con normalidad-

Ni los cuerpos circulan sin metáfora:
En realidad, sólo circulan metáforas,
más o menos felices y populares  -sin una
proporción directa entre estos adjetivos-
aunque nunca en estado puro.

Hay pocas cosas puras,
la pureza es puro humo, según
esta metáfora.

Es difícil fumar con viento, pero se puede.

El viento traerá nuevas metáforas,
es de esperar, mientras se fuma
-a favor del viento-

El viento es pura metáfora.

martes, 11 de enero de 2022

Ver lavar

 

(Epifanio Weber)

 

La lavandera lava,
se ve que lava
aunque no se ve qué lava:
se deduce por su posición,
el movimiento moroso, larvado
de su cuerpo, miembros
comprometidos, manos sumergidas.

Ver lavar, un ejercicio que estimula
a los creyentes en su fe y predispone
al observador desinteresado.

Al lavar, también se lava algún pecado.
Pecamos y lavamos: lavamos y volvemos
a lavar  (platos, ropas, cuerpos y utensilios.
Hojas, frutos, caras, culpas. Algunos lavan
autos, propios o ajenos, hay lavadores de
dinero y de cerebros)

Siempre hay algo que lavar
a lo largo de la vida, está visto:

Vivir es ver lavar

II
Alabado sea el verbo,
el verbo lavar es uno de los más
necesarios:  La necesidad de lavar
culpas, nos hace más humanos.
Los otros animales no conocen esta
necesidad, apenas si  lavan sus cuerpos,
así les va…

La progenie de la higiene
marca el sesgo evolutivo:  

A mayor evolución, más nos lavamos
(llegará el día, en que no haremos otra
cosa y no habrá necesidad de ocupar el
tiempo libre)

Alabado sea el verbo.
Sólo nosotros consumimos productos
de limpieza, apostamos a energías limpias
y al desarrollo
de la industria del conocimiento, para reducir
la contaminación que generamos al producir
artículos de limpieza y conocimiento.

III
Hijos de la higiene, supimos desarrollar
teorías y técnicas para apurar una evolución
limpia: Conocemos la eugenesia, la experticia,
las purgas purificadoras, los baños de sangre
y la limpieza étnica.

(Tuve un libro, hace años:  El lavado de la sangre,
apuntaba a una purificación periódica de ese fluído
vital, que prometía restaurar el equilibrio perdido
y renovar nuestra pureza original.  Una vez leído,
fui a una librería de usados y lo cambié por uno
de Autoayuda)

IV
La lavandera lava, sigue lavando todavía.
Alabados sean el verbo y el adverbio
y el gerundio que flota y no se hunde
en el río, ni se ahoga en un vaso.

La lavandera lava la bandera,
ahora se ve.

Una bandera lavable, como todas:
Alabada sea
y alabado sea el mar,
que lava y vuelve a lavar.

sábado, 8 de enero de 2022

Elogio de la media sombra

 

(Horacio Ruminal)

 

A veces sigo a mi sombra,
casi nunca la alcanzo:
es la vida, que no alcanza.

No soy de bajar los brazos
ni arrear banderas,  
todo fracaso es parcial:  no
existe el reposo absoluto.

(es la vida, que no alcanza)

Alcancé mi alcancía
sin ahorrar esfuerzos
y salí de compras con mi
sombra, manteniendo la
distancia social.

Me compré una media sombra:

Ahora tengo sombra y media,
y voy por más:  soy de los que
suman.

Puedo cantar a la sombra de
mi media sombra y compartir
mi canto y sombra con mi media
sombra:

es la vida que no alcanza /

A veces sumo a mi sombra
(y me hace la segunda)

El poeta pequeño

 

(Tomás Mercante)


El poeta pequeño
escribe en papeles pequeños,
hojitas que atesora
e un cuaderno pequeño.

Su letra pequeña, se adapta bien
a papeles pequeños, que además,
limitan cualquier pretensión
de extensión excesiva.

El poeta pequeño, no se mide
ni compite: las comparaciones suelen
ser odiosas.  Sus dioses son pequeños
como la cuadrícula de una hojita
de papel.

No se mide, más que lo necesario
para su papel.  Pero sabe medir el
volumen de sus aspiraciones.

No necesita mucho: sólo un poco de
papel con pequeñas celdas que
contengan la dirección de las palabras.

Para el poeta pequeño, un poeta
es un ser pequeño, sin un papel
determinado en el Orden Natural
ni en el Orden Social o Artificial:

Un organismo vivo que vacila
en su papel pequeño, no menos
insignificante que cualquier otra
criatura que se arrastra, repta, nada
o emite su pseudópodo.


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