(Esther Miño)
¿Qué piensa de las industrias culturales?
-No me gusta ese maridaje.
¿Cree que son incompatibles, que habría
que separar los términos, para evitar la
contaminación ideológica?
-La contaminación está en todo, no se puede
apartar. Yo tengo mi propia ideología, no
comparto, soy un hombre apartado. Estoy
en contra de la industria, pero nadie puede
abstraerse de la contaminación: hasta el
pensamiento abstracto está contaminado.
Sólo podemos evitar las relaciones tóxicas.
Si está en contra de la industria, debo inferir
que se inclina por la producción agropecuaria
como sostén de la economía. ¿Está con el campo?
-No no soy de inclinarme, pero estaría en el
campo si pudiera elegir y si no estuviera tan
contaminado. El campo es pura contaminación,
si me permite el oxímoron.
En ese caso, supongo que aceptará la industria del
turismo como fuente para obtener divisas…
-No creo en las divisas, y estoy en contra de la
industria en términos genéricos, creo haberlo dicho.
Es verdad, lo dijo. Pero podemos separar los términos
y contemplar la práctica del turismo como ajena a la
industria, una actividad expansiva que nos conecta
con otros sitios y costumbres, nos integra, e incluye
la aventura del conocimiento.
-Sí, creo que hay que separar: Separo la primera parte,
lo otro lo podría haber ahorrado, no voy a comprar
ningún paquete turístico.
Hay que separar: Juntar a todos los turistas y llevarlos
a una isla desierta, que disfruten la aventura de esa
naturaleza salvaje y compartan sus virus, hasta que se
harten de consumir y se consuman entre ellos…
Me parece un poco extremo. El turista no es sólo un
consumidor y transmisor de virus; hay otras necesidades,
deseos y aspiraciones que hacen a la condición humana
y al ser social…
-Tiene razón, podemos rescatar el turismo sexual, que
al menos tiene objetivos precisos, sabe lo que quiere
consumir.
En: Diálogos analógicos y empáticos para la liberacíón y la superación personal