(Ricardo Mansoler)
Este poema goza de diversas
propiedades.
Pero no las comparte.
Es oportuno reconocerlo: No todo
se puede compartir; hay cosas
que no se comparten.
Hay que reconocer, es difícil compartir
una oportunidad, hay un riesgo:
El otro la podría aprovechar primero
(hasta alcanzar la igualdad de oportunidades,
aspiración común a todos los gobiernos)
Aspirar siempre es oportuno, a diferencia
de compartir.
Todo poema nace como oportunidad:
Antes de existir como tal, es sólo una
oportunidad. Su emisor encuentra la
oportunidad y decide que es oportuno
hacer eso y no otra cosa.
Este poema se reconoce hijo
de la oportunidad.
Hay que ser reconocido: No existiría
sin las condiciones de posibilidad que
brinda la oportunidad.
La forma de tramitar el uso
de la oportunidad, es amplia y diversa.
Cada uno es libre de percibir y calificar
su valor, y decidir aprovecharla o no,
de un modo u otro.
La palabra oportunidad goza de distintas
propiedades, es justo reconocer -podemos
compartir- que es uno de los términos más
inclusivos: Puede incluirlo todo, menos la
igualdad.
Este poema desciende de otros,
como todos, y reconoce antecedentes:
Oportunamente, fue escrito El Poema Oportuno,
luego El Poema Inoportuno, y antes fue el turno
de Otra Oportunidad Histórica.
El segundo, es tan revelador como irrelevante
pero tiene algo curioso, no revelado en forma
explícita:
Nace y se reconoce como Inoportuno, pero
a medida que desciende se torna cada vez
más oportuno.
(Es probable que nadie lo descubra en una
segunda lectura: Las oportunidades no suelen
ser lo que parecen, ni son para cualquiera)
No hay que confiar demasiado en ningún
reconocimiento, ni siquiera en el propio:
Reconozco que no.
Mejor es confiar en las oportunidades.
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