(Horacio Ruminal)
Todavía se discute el sentido de la vida,
aunque cada vez con menos intensidad
y entusiasmo: los filósofos, tienen mucho
que pensar, reformular, desarrollar, e
interpretar. La vida cambió, las condiciones
de vida vienen sufriendo alteraciones de un
modo acelerado, sobre todo a partir del
último siglo.
No comemos lo mismo que hace 50 años,
ni producimos lo mismo, ni pensamos ni
deseamos lo mismo.
La producción de conocimiento, la cantidad de
información disponible, el acceso inmediato y
la velocidad en que la procesamos, conducen a
pensar que todas las necesidades tiene una
respuesta tecnológica.
Hay quienes cuestionan esta sobre oferta de
respuestas, vinculándola a la satisfacción
excesiva (gozamos de una cantidad de estímulos
que desnaturaliza la noción del goce)
Pero están los poetas, que sobrevivieron a la
revolución tecnológica, el poeta olvidado que
insiste en resistir y sigue haciendo de las suyas,
desde el ostracismo anacrónico, sin entender
que el mundo cambió. Ya nadie piensa en cambiar
el mundo.., ni los poetas.
II
La producción poética, ya no se corresponde con la
imagen del personaje solitario y trasnochado,
recorriendo tabernas, o apartado del mundo material,
midiendo la oscuridad de su ergástula, departiendo
con las musas o encomendándose a los dioses
para recibir la inspiración que alumbrara el poema.
La figura del poeta obscuro, o el bucólico, el abúlico,
el melancólico que cultiva el spleen y bebe su ajenjo,
o el epifánico, el alquímico, el hermético, el liróforo
que sueña con celestes carnes y aves fabulosas
mientras oye el canto del ruiseñor, o el poeta fracasado,
son anacronismos, como el poeta olvidado, que nada
tienen en común con la práctica poética de hoy.
Ahora, las condiciones de producción de poemas
son muy otras: El sujeto emisor, ya se trate del
iniciado o del aspirante, sabe que todo lo que necesita
está afuera de sí, en su pantalla. No necesita estímulos
externos. Si busca emociones intensas, violencia,
estulticia, crímenes aberrantes u otras expresiones
de la experiencia humana, ahí las tiene. Tanto como
si lo inspira la naturaleza o las armas de destrucción
masiva.., o si prefiere escenas de sexo explícito, bajas
pasiones, zoofilia, fitofilia, pedofilia o epistemofilia…
(Si prefiere trabajar con emociones menos intensas,
como el amor, una aplicación le presentará todas las
opciones posibles sobre las distintas modalidades que
puede adoptar este sentimiento primordial -para
algunas especies, menos desarrolladas- desde el amor
propio, hasta las más inverosímiles opciones de
enajenarlo: El amor genérico no existe, necesita un objeto,
animado o no: hay amor sexual, filial, fraternal, maternal,
al prójimo, al arte, al trabajo, a la divisa, al conocimiento,
a la propiedad o a otras drogas sintéticas…
En cada caso, se podrá visitar un registro con las más
logradas imágenes y metáforas existentes y disponibles)
III
Si no lo inspiran imágenes, sonidos ni emociones, y sólo
le interesan las palabras en estado puro (cultores de Valèry,
que a su vez rendía culto a Mallarmé) y es propenso a creer
en las propiedades excitantes del lenguaje, puede acceder a
sitios de poesía pura, y también fisgonear lo que escriben
otros poetas, ya sea para copiarlo, superarlo, imitarlo o
parodiarlo. Hay quienes se inspiran en una buena frase, un
verso, una palabra, un signo de puntuación bien ejecutado.
(Un buen recurso: apostar a la repetición de algo existente
para producir la novedad por medio de pequeñas alteraciones.
O bien, arribar a lo nuevo, por la reproducción alterada en forma
deliberada y artera: un arte)
IV
Pero si a pesar de todo, el texto no avanza, y la inspiración del
autor sólo produjo o reprodujo una palabra, el predictor inteligente
resolverá el resto, con sólo acceder al dispositivo, previamente
instalado, y ordenar la ejecución de la aplicación indicada, con la
garantía que sólo ella puede ofrecer, en cuanto a la optimización
de todos los recursos disponibles, y con una eficacia digna de las
mejores causas.
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