(Asensio Escalante)
Quién vacila no está muerto
escribió un poeta, poco
antes de que su condición vital
comenzara a vacilar.
Nadie estima al que vacila,
vacilar, no es un verbo popular
-aunque todos lo conocemos y
practicamos-
Hay que tener valor para vacilar
en un mundo que desprecia
al vacilante, condenándolo
a vacilar sin término.
¿Hay que tener valor?
Yo vacilaría: el valor socialmente
asignado al ejercicio de la vacilación
es casi nulo…
Creo que vacilaría, pero no sé..,
una respuesta vacilante no satisface a
casi nadie, y todo el que escribe busca
satisfacer a alguien, cuanto más no sea
a sí mismo.
II
El poeta puede vacilar,
volver a vacilar…
Es hasta forzoso que vacile
repetidas veces, para evitar que el verbo
inadecuado, el adjetivo que zozobra (o
incluso, sobra) o un verso vacilante
hagan naufragar al poema.
Todos los poetas vacilan, aunque ninguno
lo confiese (hay otras prácticas inconfesables)
Todos vacilan, salvo aquellos que practican
la escritura automática, una opción que quedó
en el olvido por sus productos ambiguos
y resultados vacilantes.
III
El poema vacilante, no goza
de reconocimiento del lector avezado
ni de la aceptación del lector avanzado,
del lector promedio, el ocasional
ni del lector accidental, que se
encuentra por azar ante el poema, y vacila.
Todo buen poema
contiene un volumen de vacilación, una
cantidad incierta de tiempo vacilado
que nadie, ni su emisor registra, sin la cual
el poema no sería el que es, o lo que es,
según sea el caso.
Aquí hay que detenerse:
Se debe establecer con claridad
la diferencia entre ambas condiciones.
Una cosa, es la vacilación insumida
en la manufactura del poema, y muy otra
aquel poema que recibe el adjetivo
“vacilante”.
El poema vacilante, suele crear tensiones,
situaciones, emociones y sentidos
que no resuelven: un movimiento vano
y azaroso, una emisión que no llega a destino.
Precisamente, lo que mueve al poeta a vacilar
mientras construye su poema, es el deseo
de arbitrar los medios para evitar
agregar al mundo otro objeto vacilante:
Hay tantos…
El poema, debe percibirse como un
organismo vivo, único e irrepetible
y comportarse como tal, suscitando
atracciones y rechazos:
No se puede atraer a todo el mundo,
ni cosechar un rechazo unánime,
como no se puede amar a todo el
mundo ni complacer a todos
ni odiarlos por igual.
Hay opiniones divididas
entre lo que es o debería ser
un poema, no hay una definición
definitiva y taxativa todavía:
Se vacila…
La diversidad es constitutiva
de los organismos vivos;
no hay un único sentido
ni una sola dirección,
aunque sólo hay una vida:
No está muerto quien vacila.
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