(Remigio Remington)
I
Iba a hacer un poema con espuma
pero ya estaba hecho; entonces
pensé en baba, más fluído y estable,
comprobaba: los bebés y los viejos
babean, de un extremo al otro de la
vida, la baba va, fluye y se recicla,
a babor y a estibor, hay suficiente
baba como para que salgan a flote
mares de poemas de baba.
Baba: Fluído vital asociado al deseo,
al goce, emoción y emisión (el puro
goce de la repetición silábica - ba ba -
dos sílabas idénticas que se aparean
para engendrar sentido, fluyente y sonante
como soso, arar, papa, parpar: el goce
impar de la repetición)
¿Sabías que la baba es un excelente lubricante?
Los verbos nos repiten: no hay presente
sin pasado, y no hay goce sin repetición;
repetir es perpetuar el presente.
El pasado, imperfecto o perfecto, es un
buen conductor de baba: comprobaba al
observar, entubaba el pronombre y vivaba
el fluído destilado; estibaba las distintas
capas de baba y arribaba al sentido prometido
(o lo atisbaba)
II
Si hay baba, hay vida,
dijo el Sai Baba.
La baba está servida
(Baba, biberón, papilla, consistencias
que pueden incorporarse a la vida de
organismos desdentados:
la falta de dientes después de cierta
edad, está mal vista por quienes carecen
de esa falta -es un signo de senilidad, de
abandono, o peor: de pobreza- )
La baba, no sólo es un signo vital,
es mucho más que un signo:
Los signos son emisiones vitales para
entender la vida, pero no siempre somos
capaces de interpretarlos y entenderlos.
Mientras la baba fluye y se expande
observando su propia evolución:
Ha corrido mucha baba; ríos de baba
surcan la memoria histórica (aunque
la historia humana contiene más sangre
que cualquier otro fluído vital)
Hay lazos de sangre y lazos de baba.
¿Sabías que éstos pueden ser más resilientes?
La baba es sabia, más que la savia bruta:
no nutre ni se neutraliza con otra baba
de distinto signo. Pero sabe fluir y
mantener su consistencia deseosa.
Hablar de baba, puede parecer ocioso e
improductivo, pero nos acerca a la noción
de infinito: La producción de baba, no
puede detenerse, y no hace falta saber
casi nada para extenderse sin límite en un
discurso de baba. Pero puede uno babearse
en el uso de la palabra; ante la duda, es
mejor escribir: poner un disco de Los
Babasónicos, y dejar que fluya, que fluya
el poema desde su propia baba.