(Luis Espejo)
El poeta es un fingidor,
escribía Pessoa
seguro en su oficio u arte
monótono.
A tal punto, que finge
lo que en verdad siente,
y llega a sentir
que es lo que finge.
Su hay un alma sincera, esa es
la mía, se relamía Darío
al releerse (los poetas se leen
a sí mismos, y se releen hasta
relamerse y aprobarse)
Hay cosas peores, creamos,
que ser una ficción, o un mix
de fixiones que se bifurcan y
entresurcan la ilusión heteronímica.
¿Cuántos poetas crucificados en vano?
(marcar con una cruz)
Religiones hay muchas, casi tantas
como pastores de rebaños, y están
los dioses conocidos y los que todavía
no se han dado a conocer.
Hay que ser selectivo y cuidadoso
a la hora de elegir uno: conviene
informarse, asesorarse, asegurarse
que nos reconozca como rebaño
elegido.
El espectro divino es amplio,
hay que tomarse un tiempo
para la reflexión y evitar la mala
decisión y el error no forzado.
Los hay mejores y peores,
todo depende de la vara
con que midas tu destino:
me dijo la esfinge
desde su esfínter sin pasión
(las pasiones son sólo humanas)
Hay que ser digno
de lo que se finge.
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